'El mestre i Margarita' (★★★✩✩): El demonio siempre gana

CRÍTICA DE TEATRO

De la primera escena al final, el montaje va cuesta abajo no porque Rigola no haya hecho una lectura interesante del material primigenio, sino porque juega con diferentes registros y no sabe hacia dónde tirar

'El mestyre i Margarita' en la adaptación de Àlex Rigola

Francesc Garrido,Xavi Sáez y Laia Manzanares

El mestre i Margarita ★★★✩✩

Dirección: Àlex Rigola

Intérpretes: Francesc Garrido, Nao Albet, Laia Manzanares, Nil Cardoner, Miranda Gas, Carlota Olcina, Sandra Monclús, Xavi Sáez...

Lugar y fecha: Teatre Lliure Montjuïc ( 19/IX/2025)

La versión que ha hecho Àlex Rigola de la novela de Mijaíl Bulgákov El maestro y Margarita tiene un principio despampanante con la aparición estelar de Woland ( Francesc Garrido) que discute con dos intelectuales la existencia de Jesucristo. Los dos, comunistas convencidos, le dicen que el cristianismo es fruto de una gran ficción, un cuento de hadas, pero el diablo les deja claro que se equivocan, que él estaba, que lo vio todo. Berlioz ( Jordi Figueras) e Ivan Nikolâievitx ( Nil Cardoner) se lo miran socarrones, pero cuando los llama con nombres y apellidos y les predice la muerte, su cara cambia. Woland ha llegado a Moscú con su séquito macabro y está dispuesto a dejar huella.

Rigola juega fuerte con esta primera escena, una gran apertura  que acabará en una primera fiesta, porque aquí Woland va a por  todas y primero tiene que terminar, cosa que quiere decir eliminar a la gente que lo estorba. El problema aparece cuando el director cae víctima de este inicio e intenta mantener el tono alto durante toda la primera parte de la función, un loop que se repite incluso cuando la acción se traslada a Jerusalén, el día en que Jesús, Ieixuà Ha-Notsrí ( Carles Roig), es ajusticiado en la cruz, a pesar de la afinidad que Poncio Pilato (Miranda Gas) siente por él.

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Hace más de una década, Simon McBurney trajo al Grec una versión de la novela de Bulgákov más tecnológica, donde veíamos las escenas de Jerusalén en vídeo. El británico nos ofreció una visión un poco más ordenada, quizá menos teatral, donde el Maestro y Margarita tenían más protagonismo. Rigola no hace salir al Maestro (Nao Albet) hasta el final de la primera parte, cuando ya está en el psiquiátrico y ha quemado su novela sobre Poncio Pilato. ¿Quién es?, nos preguntamos. ¿De dónde ha salido? ¿Qué relación tiene con la historia?

De la primera escena al final, el montaje va cuesta abajo. Y no es que Rigola no haya hecho una lectura interesante del material primigenio, sino que juega con diferentes registros, entre la fanfarria y la intimidad, entre la lluvia de confeti y el encuentro romántico de dos futuros amantes, y no acaba de decidirse hacia dónde tirar la función. En la segunda parte, cuando manda la distancia corta, ya no puede remontar el espectáculo.

Francesc Garrido lleva muy bien el peso del montaje, con un demonio de carne y huesos, magnánimo, a quien se le perdona todo”

Entendemos perfectamente las motivaciones de Woland, pero no sabemos qué papel juega en todo el Maestro, ni por qué Margarita ( Laia Manzanares) hace lo que hace. Con todo, Garrido lleva trae muy bien el peso del montaje, con un demonio de carne y huesos, magnánimo, a quien se le perdona todo. Su historia es clara, diáfana, pero el resto de hilos de los cuales estira Bulgákov quedan solo apuntados. Woland es el gran protagonista y acaba cayéndonos francamente bien. ¿Tenía que ser así?

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