Los mayas usaban incrustaciones dentales. Las gemas y las piedras preciosas eran habituales en las dentaduras de los nobles de esta civilización mesoamericana, no solo como complemento estético, sino también como un elemento que actuaba como protector para prevenir caries e infecciones.
Lo que nadie sabía hasta ahora es que los niños pequeños también utilizaban este tipo de joyas. Hace siglos, niños y niñas de apenas siete años tenían “gemas dentales” hechas de jade que probablemente simbolizaban la madurez social o un rito de edad, según detallan los arqueólogos en un artículo publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports.
Incrustaciones comunes en adultos
Las incrustaciones dentales fueron especialmente comunes en adultos mayas, tanto hombres como mujeres a partir de los 18-20 años, durante los períodos Clásico (250-900 d.C.) y Posclásico (900-1550 d.C.) en lo que hoy en día es el sur de México y partes de Centroamérica. Más de la mitad de la población contaba con ellas, dicen los expertos.
Pero “lo que resulta tentador es la corta edad de los individuos” analizados en esta nueva investigación, escribieron los autores del estudio, miembros de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala y de la Universidad Autónoma de Yucatán, en México.
Distintas perforaciones realizadas en dientes de antiguos mayas
Los especialistas examinaron tres dientes aislados con incrustaciones de jade y que se conservan en el Museo Popol Vuh de Guatemala. Basándose en el grado de formación radicular de cada pieza dental, los arqueólogos determinaron que cada uno provenía de un niño de entre 7 y 10 años.
Uno de los dientes decorados era un incisivo central superior izquierdo (uno de los dientes frontales superiores) y otro era un canino superior derecho. El tercer diente era un incisivo inferior. Se desconoce si todos provenían de un mismo niño. “No están asociados con restos óseos, por lo que no podemos afirmar con certeza su origen ni si pertenecen a un solo individuo o a hasta tres diferentes”, escriben.
Los mayas solían dar deliberadamente forma a sus dientes, detallan los expertos, limándolos o grabándolos. También era común que los artesanos usaran herramientas de piedra para tallar agujeros artificiales en las superficies de las piezas dentales prominentes y colocar allí gemas —generalmente jade, pero también obsidiana o pirita— que se fijaban con pegamento orgánico.
Existe evidencia de que adolescentes de entre 10 y 15 años tenían dientes limados o grabados, pero hasta ahora no se habían encontrado individuos menores de 10 años que tuvieran incrustaciones dentales, señala el artículo. Además, el número de mayas de entre 15 y 20 años con incrustaciones dentales en el registro arqueológico también es muy limitado.
Un trozo de jade sin trabajar
La hipótesis principal de los especialistas centroamericanos es que los mayas no colocaron gemas dentales en niños porque esto podría haber dañado los dientes en crecimiento. “Las incrustaciones podrían haber sido un procedimiento demasiado invasivo para ser realizado en individuos tan jóvenes”, escribió el equipo en el estudio.
Las radiografías de los tres dientes del nuevo estudio indicaron, sin embargo, que la capa más interna, conocida como pulpa dental, no estaba dañada y que los dientes no presentaban caries naturales. El análisis indica que las gemas dentales se colocaron mientras los niños vivían.
Las raíces se estaban formando
“Los rayos X y la tomografía computarizada señalaron que las raíces aún se estaban formando en el momento de la muerte. Las respuestas fisiológicas al estrés ejercido sobre los dientes durante el proceso de perforación muestran que los individuos aún estaban vivos cuando se incrustó el jade en sus dientes”, indican.
Los investigadores advierten que el nuevo descubrimiento podría reflejar una tradición regional o local no extendida en todo el mundo maya, o que las incrustaciones fueran una señal de que un niño había comenzado a asumir responsabilidades adultas, como las tareas domésticas o el trabajo manual.
“A menos que se documenten más casos, cualquier posible interpretación de las razones detrás de la realización de estas modificaciones permanentes en individuos tan jóvenes se queda en el nivel de suposiciones y no puede generalizarse a todo el reino maya”, concluyen los autores del estudio.


