¿Es la cultura para todo el mundo? Es fácil responder que sí a tal cuestión, pues la afirmación acostumbra a llegar por inercia. Sin embargo, ayer por la tarde, en el teatro del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), tres mujeres –Orian Brook, Brigitte Vasallo, Bibiana Collado–, en una conversación moderada por Dagmary Olivar, demostraron que no, que no lo es. Que debería, pero que la accesibilidad a ella no es universal, que eso es solo en la teoría.
“A veces ni eso”, lamentó Brook. La investigadora sobre igualdad en el sector cultural en la Universidad de Edimburgo compartió con los asistentes a esta charla enmarcada en el foro Àgora Cívica, que se celebra hasta el 1 de octubre en Barcelona –en el marco de Mondiacult–, algunas de las conclusiones de su ensayo La cultura es mala para ti (Liburuak, 2023), donde se plantea, junto a Dave O’Brien y Mark Taylor, si la cultura hace realmente a las sociedades mejores, además de exponer cómo funciona la exclusión dentro del sistema , desde quién puede permitirse estudiar o trabajar en el ámbito artístico, hasta cómo se decide qué prácticas y expresiones culturales se consideran valiosas.
Si la cultura uniera a la humanidad, no dejaría atrás a mujeres, personas racializadas y a la clase trabajadora”
“¿La cultura une realmente a la humanidad? Si fuera así, no dejaría atrás a mujeres, personas racializadas y a la clase trabajadora”, inició su discurso la experta, que concluyó que, mientras no se aborden las desigualdades que caracterizan tanto a la fuerza laboral como a la audiencia, la contribución positiva que la cultura hace a la sociedad nunca podrá realizarse por completo.
La escritora Bibiana Collado aportó su experiencia personal para evidenciar que “el acceso a la educación superior no corrige la desigualdad por origen social. Todo lo que he ido haciendo, incluyendo mi libro Yeguas exhaustas (Pepitas de Calabaza), responde a mi malestar y a mi falta de identificación. Crecí pensando que lo correcto era escuchar a Leonard Cohen y a Bob Dylan, cuando en mi casa, sin embargo, lo que se escuchaba era Manolo Escobar. Creemos entonces no encajar y el principal error es convencernos de que solo nos pasa a nosotras. Pero no es así: existe todo un sistema pensado para frenarnos, y esto se evidencia todavía más en las universidades”.
Existe todo un sistema pensado para frenarnos, y esto se evidencia todavía más en las universidades”
La escritora Brigitte Vasallo recordó que no solo en las universidades, pues ella no ha estudiado en una y, sin embargo, se topa con todo tipo de trabas a diario, empezando por el acceso a la lectura. “El Ministerio de Cultura dice que, en España, el 97% de personas tienen cerca una biblioteca pública. ¿Qué ocurre con el 3% restante? Yo formo parte de él. Teniendo en cuenta que en el Estado viven alrededor de 50 millones de personas, el dato de personas que no tienen este acceso se traduce en más de un millón. El dinero público debería asegurarse de que nadie, por pequeño que sea el porcentaje, se quede fuera”.
La autora de Lenguaje inclusivo y exclusión de clase recordó así la realidad rural y alertó de que, “cuando hablamos de derechos culturales, lo micro no se puede gestionar igual que lo macro. Una aldea no funciona como una urbe en pequeño. No es solo una cuestión de proporción. Tenemos nuestras particularidades y, a menudo, no se tienen en cuenta”.

