Gitanos, de la India al 'ventilador'

600 aniversario

El Museu d’Història de Catalunya recorre el milenario viaje del pueblo nómada por excelencia 

Una imagen de la exposición El poble gitano de Catalunya: història i cultura

Una imagen de la exposición El poble gitano de Catalunya: història i cultura

NACHO VERA GALBARRO

Ignorados por la historia pero vivos gracias a la tradición, el pueblo gitano ha sido protagonista durante milenios de un viaje que arrancó a la orilla del Ganges para llevarles a toda Europa, también a España. Fue en 1425 cuando su nombre se inscribió por primera vez en un documento oficial, comienzo de una relación que cumple ahora 600 años, y que ha dado pie a la exposición El poble gitano de Catalunya: història i cultura que desde este jueves y hasta agosto del 2026 podrá verse en el Museu d’Història de Catalunya.

La exposición, comisariada por la historiadora del arte gitana Mercedes Porras, arranca entre música hindú y estatuas de Ganesha para alcanzar el más rabioso presente, cuando todavía salen a las calles de algunos pueblos gegants vestidos de egipcios, recuerdo del epíteto de egipcians con que se les conoció durante siglos. “La historia del pueblo gitano no se conoce nada”, se lamenta la comisaria, “si preguntas hoy en día de dónde vienen, te dicen mil sitios excepto la India, y se desconen episodios como el Samudaripem, el genocidio gitano cometido por los nazis”.

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Grupo de mujeres gitanas

Expulsados de la India por las incursiones musulmanas en un viaje denominado Nakhipé, instalados como músicos en Persia, llegados a Europa a través de Anatolia -conocida como el Pequeño Egipto, de ahí el apelativo- y llamados bohemios por la protección que les prestó el emperador Segimon de Hungría, la epopeya de este pueblo nómada se recorre en la exposición a partir de las señales que este pueblo nómada y ágrafo dejó en las culturas por las que fue transitando durante siglos. Datos que nos permiten conocer el rosario de expulsiones, pogromos e intentos de genocidio que, antes que acabar con ellos, han reforzado sus lazos. “Las persecuciones y castigos nos han unido, haciendo que viviéramos más cerca, en comunidad, y sin dejar de lado nuestra cultura aunque hayamos perdido la lengua” apunta Porras.

La exposición permite conocer obras de Isidre Nonell o del gitano Helios Gómez, además de realizar un viaje inmersivo por los tapices de La historia de Carrabara, 17 telas flamencas tejidas entre 1500 y 1520 que representan la vida de los gitanos en su llegada y asentamiento a las afueras de la ciudad belga de Tournai. Además, cuenta con varias piezas de trabajo utilizadas por los gitanos en su vida ambulante, así como fotografías cedidas por cientos de personas.

Entre la cultura que los gitanos han aportado a los gadjé, como se conoce en romaní a los no gitanos, se encuentran palabras como chaval o mola, así como su aportación musical como la rumba catalana y el ventilador que popularizó Peret. O el flamenco, convertido en el sonido folklórico por excelencia de una España que los persiguió con saña ya mandaran los reyes Católicos, los Borbones o el franquismo. Para el recuerdo quedan sucesos como el Baró Astardipen, la gran batida de 1740 que intentó encarcelar a todos los gitanos del país, y que en Catalunya acabó con los hombres gitanos condenados a trabajos forzados, mientras que las mujeres fueron encerradas en el convento de Sant Agustí, donde 200 de ellas pasaron 16 años encarceladas. 

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Un recorrido que quiere dar pie “a que las personas entiendan que algunas de las reminiscencias que permanecen en nuestra forma de ser tienen a ver con estas 200 pragmáticas que se dictaron en nuestra contra en España. Desde 1499 –primeras leyes en España contra los gitanos- hasta 1812 los gitanos prácticamente no fuimos considerados ni personas”, sentencia Porras.

La exposición se cierra con más de 150 testimonios grabados de gitanos catalanes que explican cómo es su vida en la actualidad, el orgullo de pertenecer al pueblo gitano y la evolución de sus costumbres, no exenta de autocrítica. “Los visitantes sabrán cómo nos vemos, cuál será nuestro futuro que a la vez se diluye y conserva, y qué cosas queremos cambiar, porque podemos hacer mucho más, pero siempre acompañados del resto de la sociedad”.

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