Para lograr entrevistar tras el Nobel a Doris Lessing, que ya era muy mayor y no tenía agente literario ni jefe de prensa, se plantó a la brava un día ante su puerta en Londres y, directamente, llamó al timbre. Buenos días, señora Lessing, soy... Funcionó. Pero para lograr hacer lo mismo con García Márquez, que llevaba 20 años sin conceder una entrevista, la cosa rozó el vodevil: para la ocasión, el entrevistador hizo de recadero de la agente literaria Carmen Balcells, llevando al autor de Cien años de soledad nada menos que una maleta repleta de 45 kilos de regalos de Navidad desde Barcelona hasta México. Balcells y la esposa del escritor, Mercedes Barcha, estaban conchabadas con el periodista, al que primero Gabo recibió con un ácido: “¿Cuánto dinero le ha pagado a mi mujer?”. Pero luego habló tres horas y media con él. Un Gabo ya enfermo, aunque no lo había explicado, que anunció, en la que sería su última entrevista, que no escribiría más, noticia que dio la vuelta al globo.
El ínclito y perseverante periodista es Xavi Ayén, que desde las páginas de La Vanguardia ha logrado una gesta insólita en el mundo: ha entrevistado nada menos que a 30 premios Nobel de Literatura, a la mayoría en sus casas o en sus espacios más queridos. Saramago, Naguib Mahfuz, Orhan Pamuk, Dario Fo, Annie Ernaux, Kazuo Ishiguro, Imre Kertész, Olga Tokarczuk... Prácticamente todos los que podía entrevistar, con excepciones como la de un Harold Pinter muy enfermo o la del esquivo Bob Dylan, con el que lo ha intentado todo, hasta meterse en el backstage del concierto en el Liceu... para descubrir que lo llevaban encapsulado del coche al escenario.
Xavi Ayén reúne en el libro ‘Planeta Nobel’ 30 peleadas entrevistas a los ganadores del premio
Y ahora las 30 entrevistas, enriquecidas, contextualizadas, capaces de retratar una época, se reúnen en Planeta Nobel , que ayer Ayén presentó junto a la directora de Libros de Vanguardia, Ana Godó, y al director adjunto del diario Miquel Molina en uno de los auditorios más exigentes imaginables: frente a decenas de editores españoles e internacionales en las Conversaciones Literarias de Formentor, que este fin de semana celebran en Aranjuez 15 años dirigidas por Basilio Baltasar.
El auditorio escuchó divertido y concentrado las reflexiones de Ayén sobre los premiados –no habría compartido un fin de semana con V.S. Naipaul, cuya obra admira pero que en medio de la entrevista empezó a gritar y, como en otras ocasiones, llamó a su esposa para que le calmara, y se fueron a la cocina a hacer un pastel de zanahoria– y sobre el Nobel y la Academia, que, explicó, desclasifica sus deliberaciones 50 años después cada 2 de enero y ahí pudo comprobar que a Àngel Guimerà, que estuvo en las quinielas, no le dieron en su momento el premio por la situación política.
Miquel Molina, Ana Godó, directora de Libros de Vanguardia, Xavi Ayén y Basilio Baltasar, ayer
Aun así, nada podía ganar a las peripecias que ha implicado cada entrevista. En la de Wole Soyinka, en Nigeria, tuvo que ir escoltado por medio país con dos guardaespaldas armados enviados por el escritor para protegerle. Y el caso del Nobel a Mario Vargas Llosa dio pie a una historia de traca: Ayén se las ingenió para estar con el autor de La ciudad y los perros en Princeton la tarde antes de que le concedieran el Nobel... no sin antes haber visto por casualidad muchos libros suyos en la maleta de un miembro de la Academia Sueca en Estocolmo, con lo que tenía números. Ya en Princeton, pícaramente le dijo a Vargas Llosa que, si le concedían el premio, le tenía que dar una entrevista ese día. “Por supuesto, Xavi, pero ese tren ya pasó para mí”, le dijo. A la mañana siguiente, conocido ya el premio, al acercarse a la casa de Vargas Llosa en Nueva York y ver a tantos periodistas en la puerta, Ayén se guardó los aperos de periodista y llamó al interfono como cualquier otro vecino.