‘Fluide Glacial’, 50 años practicando el humor libre

Cómic

La revista francesa revolucionó la historieta con su humor disparatado y hoy sigue publicándose, cada mes, sin publicidad

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Detalle de una portada de la revista 'Fluide Glacial' de 1979 

Fluide Glacial

Como tantas otras cosas en la historia reciente de Francia, la revista Fluide Glacial nació a raíz de la revuelta de Mayo del 68. Los cómics se habían popularizado primero en Bélgica y se acercaron a un público más adulto en Francia con el semanario Pilote y el éxito de Astérix. Pero para muchos autores no era suficiente, querían más libertad y por eso se marcharon y crearon nuevas publicaciones. Una de ellas fue, precisamente, Fluide Glacial, fundada en 1975 por un maestro del humor histriónico, Marcel Gotlib. La revista celebra este año su medio siglo y continúa publicándose cada mes.

Las historietas de Fluide Glacial se caracterizan por un humor absurdo que oscila entre el chascarrillo más burdo y la broma más intelectual, alejándose siempre del humor político que ya practican otras publicaciones. El humor de Fluide Glacial deriva de los gags de Monty Python y de los dibujos animados de Tex Avery, pero también de las parodias que hicieron célebre la revista norteamericana Mad e incluso del teatro de Eugène Ionesco. Todo cabe en sus páginas. Todo, excepto los anuncios, pues la Fluide Glacial sigue fiel a sus dos premisas fundacionales: dar libertad creativa a sus autores y no admitir nunca la presencia de publicidad. Desde el primer número, la revista se ha sostenido únicamente gracias a sus lectores, cuya fidelidad se traduce en unas ventas totales que superan los 70 millones de ejemplares.

Portada conmemorativa de los 50 años de la revista

Portada conmemorativa de los 50 años de la revista 

Fluide Glacial

Gotlib había trabajado con el guionista René Goscinny, creador literario de Astérix, precisamente, quien más tarde le animó a escribir sus propios guiones. Fluide Glacial permitió a Gotlib dar rienda suelta a una comicidad descarnada y vigorosamente absurda, con personajes que unas veces se mueven con un frenesí enfermizo y otras actúan con una solemnidad ridícula que los hace risibles. Hay caricatura, expresividad, distorsión y un humor con pocas concesiones.

Para Fluide Glacial, Gotlib recuperó a su amigo André Franquin, quien pudo publicar ahí la mayoría de las páginas de esa obra cumbre llamada Ideas negras. Solo por eso, Fluide Glacial ya merecería entrar en la historia del cómic, pero su interés va mucho más allá. En Fluide Glacial, Gotlib recupera Superdupont, un superhéroe patriotero creado en Pilote junto a Jacques Lob, y crea nuevos personajes como el impasible perro Gai-Luron, además fue el encargado de redactar varios editoriales de la revista hoy disponibles en un libro que los recupera y reivindica así el humor puramente literario de estas piezas.

Con los años, sus páginas acogerían a una nueva generación de autores de historieta humorística, marcados todos por la enseñanza de Gotlib, fallecido en 2016. Entre los autores de más éxito en Fluide Glacial figuran Édika, que hizo de la sexualidad su tema favorito para el humor, o Binet, creador de la serie Les Bidochon, un retrato implacable del francés medio a través de una pareja de protagonistas que acaba resultando entrañable. Les Bidochon han tenido tanto éxito en Francia que hasta un presidente de la república (Nicolas Sarkozy) comparó las vacaciones en pareja de su sucesor (François Hollande) con el álbum Les Bidochon en vacances.

Otras series representativas de la revista son Carmen Cru, de Lelong; Sœur Marie-Thérèse des Batignolles, de Maëster; Jean-Claude Tergal, de Tronchet; Le Petit Pape, de Boucq o la inclasificable Georges et Louis, de Daniel Goossens con sus juegos culturales y científicos mezclados de manera graciosamente inconexa. En Fluide Glacial también se dieron a conocer autores que hoy son éxitos de venta con sus novelas gráficas, es el caso de Manu Larcenet o Riad Sattouf. Entre las últimas incorporaciones destacan Sylvain Frécon con las páginas de Les Mémés y Maud Chalmel con un humor más sofisticado.

Debido a que Gotlib estuvo muy atento al mercado español, en Fluide Glacial publicaron autores como los hermanos Joan y August Tharrats (Absurdus Delirium), Manel Fontdevila y Alfons López (¡Santo Súbito!) y, muy especialmente, Carlos Giménez, con su obra más emblemática, Paracuellos, un retrato cruento de la posguerra española narrado desde la mirada de un grupo de niños. No hay humor en Paracuellos, pero no importa, Gotlib quedó impresionado por la obra de Giménez y quiso darla a conocer entre los lectores franceses. El tiempo le dio la razón. Hoy está considerada una obra de culto y ha recibido un sinfín de parabienes. Sin ir más lejos, este verano, el diario Le Monde situó a Paracuellos como una de las cinco obras que revolucionaron para siempre la historieta a mediados de la década de 1970 y la abrieron a un lector adulto. Una revolución de la que Fluide Glacial ha sido un actor muy importante. Y eso no es ninguna broma.

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