No filma mucho y eso hace que cada retorno suyo detrás de las cámaras se convierta en una verdadera celebración. La ganadora del Oscar con En tierra hostil no le ponía su firma a una película desde que ocho años atrás estrenó Detroit. La nueva propuesta de Kathryn Bigelow, Una casa llena de dinamita, que primero irá a los cines y luego a Netflix, cuenta desde una estructura inusual cómo reaccionaría la Casa Blanca cuando un misil atómico de origen desconocido se aproxima velozmente a Chicago con tan solo unos minutos para reaccionar. La directora que también nos ha regalado La noche más oscura se pone al frente de un vasto elenco que incluye a Idris Elba, Rebecca Ferguson, Jared Harris, Tracy Letts y Anthony Ramos, entre muchos otros.
Quiso hacer esta película a partir de su curiosidad sobre hacia donde marcha el mundo en el plano nuclear. ¿Qué fue lo que le sorprendió una vez que comenzó a trabajar en ella?
Una de las grandes sorpresas fue la posibilidad de trabajar con Noah Oppenheim. Sus conocimientos sobre el tema son increíbles. Nadie sabe tanto sobre esto como él, al menos en mi opinión. Lo que también me sorprende es la autoridad que tiene el presidente sobre algo tan épico y tan potencialmente catastrófico. Es solo un hombre que en cuestión de minutos puede decidir si utiliza estas armas o no. Y lo que tampoco entiendo es cómo algo que tiene como objetivo la defensa puede convertirse en la aniquilación mundial. ¿Qué es lo que va a defender si no va a quedar nada? Es una paradoja interesante.
Rebecca Ferguson en 'Una casa llena de dinamita'
¿La decisión de contar la historia a través de diferentes perspectivas ya estaba en el guion?
Si, fue algo que decidimos desde un principio. Nuestra idea fue dividirla en tres capítulos para poder contarlo todo en tiempo real, porque un viaje de apenas 18 minutos habría sido, obviamente, demasiado breve para un largometraje. Lo contamos en tres fases para que cada una fuera una exploración profunda de los pasillos del poder a medida que asciendes por la cadena alimenticia.
Ya había dirigido elencos muy vastos, pero 'Una casa llena de dinamita' es sin duda la que reúne el mayor número de actores. ¿Cuán complejo fue encontrar un equilibrio entre las tres historias?
Tuve la suerte de contar con un elenco extraordinario y un montajista, Kirk Baxter, que me ayudó a darle su espacio a cada uno de los personajes. Lo concretó con una precisión quirúrgica con la que hizo que todos tuvieran su importancia en el relato coral, algo que esas interpretaciones necesitaban.
Gabriel Basso en 'Una casa llena de dinamita'
¿Cómo logró que todo resulte tan realista?
Contamos con asesores técnicos que fueron invalorables. Ellos estaban todo el tiempo conmigo en el set, y no filmábamos nada hasta que ellos me dijeran que lo que íbamos a hacer era relativamente realista. Es que la autenticidad es primordial en una película como ésta. Si estás invitando a una audiencia para que se asome a un mundo al que no se puede llegar con facilidad, especialmente en una historia como la nuestra, la autenticidad era clave para que resultara creíble.
¿De qué manera trabajó con el director de fotografía Barry Ackroyd para crear la atmósfera del filme?
Yo ya había trabajado con Barry en En tierra hostil, y con él desarrollamos un cierto tipo de lenguaje visual. Aunque a decir verdad fue él quien me enseñó a trabajar con esta libertad con la que él se maneja. Sabe cómo darle luz a todas las escenografías, aunque en el caso de En tierra hostil rodamos casi todo en exteriores. No usa marcas, pero cubre todo el espacio visual con sus cámaras, con lo que el actor se siente libre para hacer a sus anchas su trabajo. Sabe cómo capturar sus interpretaciones de una manera extraordinaria. Lo que logra es un estilo documental pero aplicado a una narración ficticia. Su sistema le da a los actores una libertad excepcional. Eso fue clave para En tierra hostil y también para esta película. Ellos necesitan sentir que son dueños del espacio, y todo eso se lo debemos a Barry.
Un fotograma de 'Una casa llena de dinamita'
El hecho que no se sepa de donde viene el misil amplifica la ansiedad de la audiencia a lo largo de la película...
Creo que lo importante es que al contar con solo 18 minutos para decidir de que manera hay que reaccionar, inevitablemente los involucrados van a contar con información limitada sobre lo que está ocurriendo, y ese va a ser el marco para tomar una decisión. Ellos no solo no saben de dónde viene el misil, sino que tampoco saben muchas otras cosas. En cierta forma eso genera una sensación de volar a ciegas. No pueden acusar a una nación o a un enemigo en particular. Y eso hace que todo se vuelva mucho más complicado.
¿Qué fue lo que le llevó a querer terminar la película de esa manera?
Me parece que el final es una invitación a la audiencia para que se lleve algo de lo que ha visto. Mi esperanza es que salgan de la sala y se pongan a hablar sobre las armas nucleares. Hay nueve países que las tienen y solo tres son miembros de la OTAN. Solo eso debería ser suficiente para que todos nos pongamos a pensar en este tema. Para mí esta era una oportunidad para llegar a una audiencia masiva y hacer avanzar esta conversación...
