El próximo año se celebrarán los 25 años del inicio de la actividad académica del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña. En las conversaciones que tenemos al respecto siempre recordamos que el IAAC nació entre el Sónar (1994) y el Barcelona Supercomputing Center (2005), dos grandes referentes de la cultura y ciencia digital en Barcelona. En esos años de finales de un siglo y comienzo de otro se crearon diversas empresas y organizaciones como el CCCB que han ayudado a hacer Barcelona un lugar de referencia internacional en el ámbito de la ciudad, la cultura y las tecnologías digitales. En Barcelona se desarrolló incluso un nuevo distrito de la innovación, el llamado 22@, destinado a acoger este nuevo tipo de empresas y organizaciones.
Una imagen del pasado Sónar + D
El nombre de nuestro Instituto se inspiró directamente en el nombre de la empresa promotora del Sónar, “Advanced Music” que nos permitía diferencia la Arquitectura Moderna del siglo XX, propia de la era industrial, de la nueva Arquitectura Avanzada del siglo XXI surgida con la era digital. Somos hijos por tanto de aquel momento.
También estos días, con la pérdida de Manuel Gausa, uno de los co-fundadores de nuestro instituto estamos haciendo una reflexión sobre los orígenes y el futuro del IAAC, que siempre se autodefinió como “pequeño, independiente y global”. Desde nuestra sede en el 22@ y en Valldaura Labs hemos desarrollado múltiples proyectos vinculados con la arquitectura y el urbanismo de la era de la información, siendo pioneros en el uso la impresión en 3D con robots, los Fab Labs desarrollados colaborando con el MIT o la bioeconomía circular. Ahora hay un enorme espacio para innovar en relación a la industrialización avanzada orientada a construir viviendas sociales de bajas emisiones y al uso de la AI en la Arquitectura de forma que ayuden a construir mejores ciudades en un mundo mejor. Tenemos mucho trabajo para el próximo futuro.
La noticia que se ha publicado esta semana nos ha dejado impactados: la venta de la totalidad de las acciones de la empresa promotora del Sonar a un fondo de inversión internacional hace que se caiga en gran parte uno de nuestros grandes mitos culturales que ha ayudado a dar centralidad a Barcelona en la escena cultural global en los últimos treinta años. Veremos cual es el impacto futuro del Sonar y si como se dice en estos días, seguirá siendo un Festival de Barcelona dentro de veinte años. Ahora estas decisiones ya no se tomarán en el ámbito local.
Las pequeñas instituciones independientes tienen una gran capacidad de innovación y de reacción frente a los cambios que se producen en el mundo”
Pero la historia sigue, y esta noticia nos hace reflexionar sobre el futuro de las pequeñas instituciones independientes, que tienen una gran capacidad de innovación y de reacción frente a los cambios que se producen en el mundo y que no tienen voluntad de ser vendidas para capitalizar el esfuerzo realizado, sino que quieren permanecer en el tiempo. Instituciones que atraen talento y recursos económicos para nuestra ciudad, muchas de ellas del tercer sector que está formado por organizaciones privadas, no gubernamentales y sin ánimo de lucro, tales como asociaciones, fundaciones y cooperativas sociales, que se dedican a promover el bienestar social y el interés general de los ciudadanos. No son organizaciones públicas pero trabajan para el bien común.
Parte de la identidad de Barcelona y Cataluña reside en ese tipo de instituciones de carácter asociativo que además construyeron edificios de referencia en nuestra ciudad, que han pervivido en el tiempo y que han ayudado y ayudan a construir gran parte de ese patrimonio colectivo que es nuestra cultura.
