Counting crows, los mejores mimbres (★★★★✩)

Crítica de rock

La formación californiana presentó en la Razzmatazz su octavo disco, 'Butter miracle, The complete sweets!'

James Maddock y David Immerglück, durante la actuación de Counting Crows este domingo en Milan

James Maddock y David Immerglück, durante la actuación de Counting Crows este domingo en Milan

Sergione Infuso

Lugar y fecha: Sala Razzmatazz (14/X/2025)

Valoración: ★★★★✩

Sold out en el Poblenou para aplaudir a Counting Crows, la veterana banda californiana que el pasado mes de mayo publicaba su octavo disco de estudio, Butter miracle, The complete sweets!, nada menos que once años después de su álbum precedente. Con el más que carismático Adam Duritz al frente, el septeto no defraudó a sus seguidores, articulando casi dos horas de actuación en la que, junto a un buen puñado de temas del nuevo trabajo, repasaron su obra anterior, con gran apego por el recordado August and everything after de 1993. En el camino, desempolvaron su versión del Big yellow taxi de Joni Mitchell, y se marcaron también una bonita relectura del The 1 de Taylor Swift.

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El bolo arrancó con cierto retraso vía Spaceman in Tulsa, muesca de Butter miracle… que nos deslumbró con sus bonitas armonías vocales. A la tercera de cambio atacaron Mr. Jones, su canción más conocida y bien justamente reconocida. Llegados a este punto, la velocidad de crucero no decayó en todo el bolo, clausurado con esa Holiday in Spain en cuyos versos citan la ciudad de Barcelona. Nuestros protagonistas desplegaron los mejores mimbres: rock americano de factura solvente, con gran sentido melódico y un apego a las raíces que más de una vez nos hizo pensar en The Band, reforzado con una narrativa poética de inteligente octanaje.

La cosa no cesó de ganar enteros gracias a la poderosa complicidad establecida entre artistas y audiencia. Es buena muestra de ello la sensación vivida con el llamémosle clásico Omaha (estupendo acordeón), pero también con la reciente With love, from A-Z, donde Duritz mostró gran forma vocal. Encanto en la distancia corta en Colorblind, con los dos teclados en danza. Belleza afligida en Washington Square, para dar paso poco después a una formidable Round here que empezó a desplegarse con una atrayente atmósfera espectral alcanzando espléndidos visos dramáticos, y alegría a raudales con Rain king, la última pieza antes de la tanda de bises que descorcharon con la también nueva y remarcable Under the aurora.

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