En diciembre de 2017, los técnicos de Aragón llegaron al Museu de Lleida de madrugada junto con 70 agentes de la Guardia Civil que custodiaron el viaje de vuelta de las 44 obras procedentes del Monasterio de Sijena que habían estado en el museo leridano desde 1970. Fue uno de los episodios más tensos y dramáticos vividos desde que se inició el litigio que enfrenta a los gobiernos de Aragón y Catalunya. El traslado a los Monegros se llevó a cabo por orden judicial, pese a que previamente, en abril, el entonces conseller de Cultura Santi Vila había desautorizado la disgregación de la colección del museo y por lo tanto no autorizaba la salida de los bienes. Ocho años después, el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya declara nula aquella resolución, dando así la razón a un recurso interpuesto por el Ayuntamiento de Villanueva de Sijena.
El tribunal, que además del Departament de Cultura de la Generalitat, señala como codemandados al Museu y la Diputació de Lleida, deja abierta la posibilidad de recurso. Los objetos permanecían en Lleida desde que en los años setenta las monjas sanjuanistas de la Orden de Malta se trasladaron a un nuevo convento en Valldoreix. En ese momento depositaron muchas de las piezas de arte en varios centros, 44 en el Museo de Lleida. Posteriormente, ya en los años ochenta, la Generalitat las adquirió por 10 millones de pesetas (60.101 euros) y desde 1999 formaron parte del patrimonio catalán tras ser catalogadas por el gobierno de la Generalitat. Sin embargo, la sentencia de primera instancia del juzgado de Huesca declaró nula la venta porque no había sido informada.

