¿Cuál ha sido el papel de la cultura en la consolidación de la democracia en España? El Cercle de Cultura del Cercle d’Economia intentó dar su respuesta ayer, con figuras del mundo cultural barcelonés. Se podría resumir con el eterno debate del huevo y la gallina: sin democracia, la cultura española no tendría hoy la proyección internacional que disfruta, y sin cultura, la democracia no se habría consolidado como lo ha hecho.
Evidentemente hay luces y sombras, y de eso hablaron Jesús Badenes, director general de la división editorial del Grupo Planeta; Laura Cendrós, presidenta de la Fundació Amics del MNAC; y Ainhoa Grandes, presidenta de la Fundació Macba, moderados por el responsable del suplemento Cultura/ s de La Vanguardia, Sergio Vila-Sanjuán. El presidente del Grup Focus, Daniel Martínez de Obregón, no pudo asistir, pero estuvo bien representado por cabezas visibles del grupo como Jordi González y Josep Maria Pou.
“El arte y la educación están completamente separados”, denuncia Ainhoa Grandes, de la Fundació Macba
Vila-Sanjuán, autor de Cultura española en democracia (Destino), dibujó dos etapas, con el 2000 como bisagra, “una muy ascendente, y la otra de crisis y reconstitución”. Y citó a Semprún cuando dijo que “hubo un pacto para que el peso del pasado no impidiera avanzar hacia el futuro con un espíritu constructivo”. El periodista también analizó la política cultural gubernamental: “El PSOE crea el Estado cultural. En cambio, no se acaba de entender la relación del PP con la cultura”.
Badenes remarcó el éxito actual de lectura, “con el 66% de lectores por placer, más un 4% por trabajo”. Los hábitos de consumo han cambiado: “Hoy, uno de cada cuatro libros se compra por comercio electrónico”. Además, gracias a los libros de los influencers y las novelas que mezclan fantasía y romanticismo se ha conseguido que la franja de edad que va de los 16 a los 25 años, que antes no leía, ahora sí lo hace, con índices altísimos.
Ainhoa Grandes(Macba),Jesús Badenes(Planeta) yLaura Cendrós(MNAC) en elCerclede Cultura
Grandes manifestó que “lo que ha pasado en el arte contemporáneo va en paralelo con los cambios sociales y políticos, que son la base de la democracia”, pero recordó que “antes del 75, ya había artistas de referencia internacional como Tàpies y Chillida”. Un aspecto que también refirió Pou cuando habló de las compañías de teatro “que aprovechaban los resquicios de la censura y preparaban al público para la llegada de la democracia”. Grandes destacó la importancia del nacimiento de la feria Arco en 1982 y el caso emblemático del Guggenheim. “Con la crisis del 2008, hay un cambio de paradigma, con los museos-comunidad, con programas educativos, de barrio, todo más próximo”. Y denunció la “falta de continuidad en las políticas culturales” y que “el arte y la educación están completamente separados”.
Cendrós defendió la tarea que la sociedad civil ha hecho en Catalunya: “Los catalanes veníamos de una resistencia, con una lengua prohibida, y la cultura fue herramienta de construcción nacional. La Fundació Miró, la Tàpies, el Macba no existirían si no hubiera sido por la sociedad civil”. “Gracias a Òmnium se coloca la literatura y la cultura catalanas en el centro”, dijo, y reivindicó la capitalidad cultural de Barcelona criticando el desequilibrio de inversiones con Madrid. “Si el Estado cree que es descentralizado y somos un solo país, tendría que invertir de manera equitativa también en la periferia”.
En la misma línea, González manifestó que “Catalunya es bendecida por su poder de asociación, algo que no tiene Madrid”. Y recordó la cifra de tres millones de espectadores de teatro alcanzada el año pasado, cuando hace medio siglo eran 900.000.