Manuel Gómez Pereira y Joaquín Oristrell: “La ultraderecha no tiene sentido del humor, siempre están enfadados”

Entrevista

El director de cine y el guionista conversan con 'La Vanguardia' sobre su última película, 'La cena', número uno en taquilla

Manuel Gómez Pereira y Joaquín Oristrell, director y guionista de 'La cena'

Manuel Gómez Pereira y Joaquín Oristrell. 

José Antonio Pérez Guevara

Manuel Gómez Pereira y Joaquín Oristrell triunfaron en los años noventa con comedias como El amor perjudica seriamente la salud , una película a caballo entre el tardofranquismo y la democracia, toda una metáfora de la transición. Ahora regresan con La cena, número uno en taquilla y una muy libre adaptación de la obra La cena de los generales, de José Luis Alonso de Santos, sobre los inicios del franquismo. Mario Casas es el militar confundido al que encargan la organización de una cena para Franco y su estado mayor para celebrar la caída de Madrid. Un vodevil ambientado en un hotel Palace regentado por un pícaro Alberto San Juan en el que irrumpe Asier Etxeandía con camisa negra y pegando tiros. Una comedia picante y fresca, por no decir necesaria.

Espectador activo

“Comedia y terror están infravalorados, 
y son con los que el público más se desinhibe”

¿Se podría decir que esta película quiere mostrar que el franquismo perjudica seriamente la salud?

Joaquin Oristrell: ¡No todo el mundo lo ve así! Las últimas estadísticas dicen que el 21% de los españoles considera que el franquismo fue bueno. Nosotros ya somos veteranos, vivimos algo de franquismo, y hemos visto cómo, con el paso de los años, el relato ha ido cambiando. Eso hay que enmarcarlo en una campaña global contra la democracia. Ya no hablemos de izquierdas y derechas, que eso ya ha quedado muy antiguo, pero sí de autocracia contra democracia. Hay mucha gente joven que desconfía de la democracia y considera que sería mejor que hubiera un líder que indicara el camino a seguir.

Manuel Gómez Pereira: Ayer mismo vi un reportaje en la Sexta sobre los 50 años de la muerte de Franco –nuestra película es una humilde aportación a esa efeméride–. Lo más curioso es lo que la reportera acabó concluyendo: Franco está de moda.

Si Franco está de moda, La cena es una película bastante oportuna, ¿no es así?

M.G.P.: Yo creo que incluso puede ser didáctica. El humor, sin trivializar, es una buena forma de acercar, sobre todo a los más jóvenes, a esa época que les queda tan lejos. Es una buena arma de defensa y de ataque.

J.O.: Este proyecto empezó a gestarse hace ocho años, y nosotros, Yolanda García Serrano y yo mismo, nos incorporamos hace tres para escribir el guion a partir de la obra, que era más costumbrista y asainetada. Así nos fuimos dando cuenta que cada vez era más urgente volver sobre el franquismo, aunque fuera con un tono más ligero y cómico, y eso que lo oscurecimos.

En efecto, es una comedia con miedo, ejecuciones y falangistas enloquecidos…

J.O.: Totalmente. Hay que decir que la ultraderecha no tiene sentido del humor. Siempre están enfadados. No había humor en Hitler o Mussolini, por eso grandes maestros han hecho humor sobre esa gente.

La comedia, como el terror, es una válvula de escape para un público que huye de realidades como el retorno del fascismo.

J.O.: Has comparado comedia con terror que son dos géneros que suelen estar un poco infravalorados y son con los que el público más se desinhibe y deja de ser pasivo. Y también creo que, en España, para hablar de cosas importantes, el mejor cine que se ha hecho tiene que ver con la comedia: el de Berlanga, el que hizo Ferreri aquí, las primeras de Almodóvar… No creo que se haya hecho en el mundo una mejor película sobre la pena de muerte que El verdugo. Nuestro Mario Casas tiene algo del Nino Manfredi de El verdugo, el pobre hombre que se encuentra ante una situación que no sabe manejar.

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El personaje de Casas reprime su sexualidad, y el tópico dice que eso produce monstruos. Pero es un buen tipo…

M.G.P.: Quizás nunca se ha encontrado con otro hombre que le despierte esos sentimientos. Se encuentra en una situación en la que, poco a poco, se le van desarmando ciertas ideas adquiridas que nunca se había cuestionado. Es un poco como cuando la guerra pilló a muchos republicanos en el bando nacional. Tuvieron que adaptarse.

Cuestión geográfica y de supervivencia.

J.O.: En las buddy movies , ya sea en comedias clásicas como La extraña pareja o en thrillers con machos alfa como Arma letal siempre hay una situación que indica que, en realidad, son historias de amor entre dos compañeros de viaje que al principio no se soportan, porque son muy antagónicos y al final acaban juntos porque se complementan. A nosotros el tema de la sexualidad reprimida es algo que siempre nos ha gustado. Nuestras comedias siempre han sido bastante sexualizadas, con temas como el adulterio en Salsa rosa o el feminismo en Todos los hombres sois iguales .

“Nuestras comedias siempre han sido bastante sexualizadas, con temas como el adulterio en 'Salsa rosa' o el feminismo en 'Todos los hombres sois iguales'”

Ahora la comedia española es más familiar.

J:O.: La parte positiva es que llevan niños al cine. Ojalá les quede el hábito. Aunque creo que le falta ambición.

Hablando de Salsa rosa , y otras tantas películas que hicisteis juntos, ¿cómo explicáis el final tan triste que tuvo Verónica Forqué?

J.O.: Era muy amiga nuestra. Yo incluso iba a yoga con ella. Ella vivió una depresión muy grande, con una separación un poco traumática, las muertes de su madre, su padre y su hermano, y ya lo que la remató para mí fue el programa de televisión. Ahí explotó. No se dieron cuenta que lo que estaban haciendo era un mal uso de su imagen, y todo por las audiencias. Fue muy feo.

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