Isabella Hammad: “La gente presenció una masacre durante dos años y no hizo nada”

Entrevista

La autora, una de las invitadas al festival Kosmopolis, presenta su libro 'Entra el fantasma'

La escritora Isabella Hammad, ayer, en las calles de Barcelona

La escritora Isabella Hammad, ayer, en las calles de Barcelona 

Mane Espinosa

Barcelona amaneció ayer lluviosa, pero eso no entristeció el ánimo de Isabella Hammad (Londres, 1991), que aprovechó al máximo su día en la capital catalana antes de la presentación de su novela Entra el fantasma (Anagrama / Més Llibres) en el festival Kosmopolis, en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB). El libro lo protagoniza Sonia, una actriz británico-palestina que regresa a Haifa para visitar a su hermana y tratar de desconectar de todo tras una ruptura amorosa. Cuando Mariam, una conocida de la infancia, se entera de que es una veterana de las tablas, la invita a participar en un montaje de Hamlet, la famosa tragedia de Shakespeare, en los territorios ocupados de Cisjordania. Los ensayos llenos de obstáculos y el sueño de un estreno con dignidad se convierten en la metáfora de unas vidas marcadas por la historia, la lucha y la perseverancia.

William Shakespeare y Palestina. ¿En qué momento el dramaturgo británico se convierte en inspiración?

Shakespeare vino más tarde de lo que parece. A mí me interesaba la historia del teatro en Palestina y cómo una forma de arte ha interactuado de maneras tan interesantes con la estructura del colonialismo de asentamiento. Existen compañías de teatro muy particulares que interpretan historias muy interesantes. Y, entonces, me planteé un desafío: escribir una novela sobre una obra de teatro.

Y eligió Hamlet. El fantasma del difunto rey de Dinamarca acabará identificándose con el fantasma de la ocupación.

Hay muchos fantasmas en esta novela. Elegí Hamlet porque, de algún modo, mucha gente la conoce o le puede sonar. Barajé también otros títulos, pero esta tenía una resonancia particular en el mundo árabe. Por ejemplo, en Egipto, bajo Gamal Abdel Nasser, se tradujo el famoso “ser o no ser” como “¿seremos o no seremos?”. Se asoció la obra a lo colectivo.

La protagonista es Sonia, quien acaba interpretando a Gertrudis, la reina de Dinamarca que se acaba casando con el asesino de su marido. En los ensayos, se pregunta si ella es culpable o si solo intenta sobrevivir dentro del poder. Las metáforas resuenan por todos lados.

La Autoridad Palestina es la élite política al servicio del colonizador. La forma en que ha defendido su comportamiento, que implica la coordinación de seguridad con los israelíes y castigar brutalmente a la población palestina es indefendible. Su salario proviene de los israelíes. Argumentan que es para intentar sobrevivir y mantener lo que se tiene, pero lo hacen a costa de castigar a quienes luchan por la libertad. Y ahora lo que está sucediendo es que los israelíes parece que van a deshacerse de la Autoridad Palestina de todos modos, así que ser un traidor no sirve de nada.

El grupo teatral de la novela se convierte en una comunidad de resistencia simbólica: mientras Israel controla el territorio, el teatro intenta recuperar el lenguaje y el cuerpo. ¿Debe el arte ser siempre militante o limitarse a lo estético?

No creo que deba haber una contradicción entre ambas cosas, si bien es cierto que el teatro es una forma de arte interesante para plantearse preguntas porque involucra a multitudes y te permite conectarte con la población, ya sea en la platea o en las calles.

¿Qué parte de la historia de Palestina ha sido escrita y qué parte sigue siendo un ensayo?

Palestina no ha sido liberada. Liberación significa soberanía popular y autodeterminación. Y esto no se ha logrado por ahora. Creo que se comete un error cuando la idea de un Estado o incluso el reconocimiento de un Estado se equipara con la liberación. Es un truco discursivo para evitar la liberación de los palestinos.

En Entra el fantasma nos enfrentamos de inmediato a cuestiones de movilidad y vigilancia gubernamental. Por ejemplo, cuando Sonia llega al aeropuerto y tiene que pasar por múltiples registros o cada vez que el grupo teatral trata de llevar la obra a diferentes ciudades.

Empecé a escribir esta novela con el interés de representar las interacciones entre palestinos de diferentes lugares. Eso era lo que realmente me interesaba. ¿Cómo afectan estas diferentes realidades vividas y cómo son las relaciones de este pueblo fragmentado? Eso atraviesa muchas geografías ahora y el hecho de mostrar las dificultades a las que se enfrenta una compañía de teatro para moverse me permite observar todo desde la emoción, pues se viven momentos de todo tipo, que van desde el resentimiento y los celos hasta la pena.

En la novela explora la culpa del exilio y la sensación de traición por haber vivido fuera. ¿Puede uno reclamar su lugar si ha estado ausente?

Esto es quizás uno de los cambios más importantes desde el genocidio, la relación de los palestinos en la diáspora. Me interesaba hablar de esa ambivalencia, cómo, hasta ahora, algunos palestinos preferían no interactuar, mientras que otros tenían una relación basada en clichés. Ambas eran resultado de la separación de la tierra. Pero, ahora, con el genocidio, todo esto se desvanece y, simplemente, son todos palestinos. En cierto modo, ilumina la situación, pues esa sensación de ambivalencia desaparece. Si este libro estuviera ambientado en 2025, Sonia tendría una relación muy diferente con Palestina y muchas dudas se disiparían.

Su novela se publicó en la primavera de 2023, antes por tanto del 7 de octubre. La brutalidad ya estaba allí, pero, ¿imaginaba lo que vendría después?

No imaginé que habría un genocidio en Gaza. Por supuesto, existe una continuidad entre lo que cuento y lo que vemos en la actualidad. Esto se debe a que, si bien el genocidio es una ruptura, también es una continuación de las operaciones del sionismo desde sus inicios, que consisten en un proceso de expulsión de los palestinos de su tierra, y la destrucción de las condiciones de vida palestinas. Lo que el genocidio demostró es que la gente pudo presenciar una masacre a diario durante dos años y nada se detuvo. Esto rompió algo en mí, seguramente la fe en el humanismo.

¿Es optimista con el futuro? ¿Cómo valora el acuerdo para la paz en Gaza promovido por Trump?

Como una especie de paz genocida. Ya han muerto cien personas desde entonces. La realidad es que siguen bombardeando y ha entrado muy poca ayuda. Por si fuera poco, todavía hay más de 10.000 presos políticos. ¿Esto es lo que se entiende por acuerdo de paz? Lo que es esto es una tontería. No se ha mencionado la rendición de cuentas ni la libertad ni la autodeterminación palestinas. Deberíamos agradecer un respiro del incesante bombardeo en Gaza, dure lo que dure, pero ahora debe ser el momento de que todos exijamos responsabilidades a los responsables de este genocidio, ya sea por su perpetración directa o por su complicidad todo este tiempo, lo que incluye a muchos gobiernos occidentales.

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