Muere a los 70 años Björn Andrésen, el actor que dio vida al bello Tadzio en 'Muerte en Venecia'

Obituario

El intérprete y músico sueco se convirtió en un icono tras el estreno de la célebre película de Visconti, pero tuvo muchos problemas con la fama

El actor en una imagen reciente

El actor Björn Andrésen en una imagen reciente

El actor sueco Björn Andrésen, recordado en todo el mundo por su papel del joven Tadzio en Muerte en Venecia, ha fallecido a los 70 años. La noticia la han confirmado Kristian Petri y Kristina Lindström, directores de El chico más bello del mundo (2021), documental que retrató su vida y su difícil relación con la fama desde su salto a la popularidad de la mano del cineasta italiano Luchino Visconti. Petri contó al periódico sueco Dagens Nyheter que Andrésen murió el sábado 25 de octubre y le recordó como “una persona valiente” que tenía “un carisma increíble delante de la cámara”. Por el momento se desconoce la causa del deceso.

Andrésen nació en Estocolmo en 1955 y creció marcado por una infancia trágica ya que perdió a su padre en un accidente y a su madre por suicidio cuando tenía solo diez años. Fue criado por su abuela, quien lo animó a iniciarse en el modelaje y la interpretación. 

Björn Andrésen en 'Muerte en Venecia'

Björn Andrésen en 'Muerte en Venecia'

Filmin

A los 15 años era un joven tímido que soñaba con ser músico. Había debutado en la gran pantalla en un pequeño papel en el drama romántico En kärlekshistoria (1970), de Roy Andersson, pero la ambición de su abuela por convertirlo en una celebridad le llevó directo al casting que le cambiaría la vida para siempre, interpretando a Tadzio, el objeto de deseo del compositor Gustav von Aschenbach, personaje encarnado por un vulnerable Dirk Bogarde en uno de sus mejores papeles. 

El chico más bello del mundo sigue la complicada trayectoria de Andrésen después de lidiar con las terribles repercusiones de una fama desorbitada que le empujó hacia un camino de autodestrucción. 

El actor sueco en una imagen de 'Midsommar'

El actor sueco en una imagen de 'Midsommar'

El gran Luchino Visconti estuvo años buscando al joven que debía encarnar la belleza perfecta del Tadzio que describió Thomas Mann en su novela corta Muerte en Venecia, publicada en 1912. El italiano, obsesionado con el libro y en su deseo de llevarlo a la gran pantalla, viajó a Hungría, Polonia, Finlandia y Rusia hasta que un frío día de febrero de 1970 halló al muchacho ideal en Estocolmo.

Durante el rodaje, tal y como narraba el documental de Petri y  Lindström, Visconti, que era conde y comunista, se ocupó que  el equipo fuera homosexual y prohibió que nadie mirara a Tadzio a los ojos. 

Visconti se comportó como un capitalista depredador que no dudó en usar a un adolescente para vender su película. Si yo hoy en día hubiese visto a otro ser tratado como lo fui yo, habría hecho algo al respecto

La directora del casting recordaba que cuando el chico entró por la puerta, “todo el cuerpo de Visconti se activó”. Alto, de melena rubia, facciones andróginas y ojos grises, le hacen desfilar y sonreír por la habitación. “Tiene una cara y una sonrisa hermosa”, se le oye decir en voz alta al realizador de El gatopardo.

El gesto del chaval es de una incomodidad total cuando le pide que se quite la camiseta. Le hacen fotos desde todos los perfiles. Pero Björn no puede disimular una mirada triste que le acompaña desde el suicidio de su madre. “Visconti se comportó como un capitalista depredador que no dudó en usar a un adolescente para vender su película. Si yo hoy en día hubiese visto a otro ser tratado como lo fui yo, habría hecho algo al respecto”, declaró hace unos años Andrésen al periódico Göteborgs-Posten cuando se estrenó el documental sobre su vida.

Petri, que conocía al actor desde hacía varias décadas, recordó cómo les costó un año convencerlo para hacer la película, cuya filmación fue “divertida y a ratos dolorosa”.

El actor sufría el síndrome de Diógenes

La proyección de Muerte en Venecia en el festival de Cannes en 1971 “dio comienzo al circo”, en palabras del propio Andrésen. Björn odiaba la frase de “el chico más bello del mundo”, acuñada por Visconti, que se mofa del joven en la rueda de prensa en el prestigioso certamen francés. Todo el mundo grita su nombre y él se siente como un muñeco de feria. La noche del estreno le llevan a un club nocturno de gays. “Estaba todo lleno de miradas viciosas, sentía que me hacían mamadas con la mente. Bebí todo lo que cayó en mis manos solo para acallarlo y no recuerdo cómo llegué a casa”, rememoraba.

El documental también mostraba cómo el actor sufría el síndrome de Diógenes en una casa repleta de mugre cuyo propietario amenazaba con desahuciarle. A los 66 años, la figura de aquel niño modelo lucía ante la cámara esquelética, con barba y cabellera larga y canosa. Y la expresión de su mirada seguía igual de triste. La cinta, con aires de thriller, es un alegato contra el abuso al que fue sometido Andrésen en su juventud, sin posibilidad de contar con el apoyo de nadie que velara por sus verdaderos sentimientos, a la vez que reivindica la identidad y los sueños perdidos de un chico extremadamente frágil que se convirtió en otro juguete roto de la industria.

Andrésen abandonó pronto la industria europea del cine y viajó a Japón, donde exploró otras facetas artísticas. Grabó canciones pop, trabajó como compositor y retomó la actuación en pequeños proyectos. En Suecia, su país natal, continuó su carrera con una filmografía irregular que incluyó más de treinta películas y series, entre ellas un breve papel en la aclamada cinta de terror Midsommar (2019), de Ari Aster.

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