Rosalía (★★★★✩)
Lux
Pop
Sony
Lux es una obra coherente con la personalidad y la creatividad de su autora, es decir, una carrera caracterizada por el criterio, la búsqueda y el desconocimiento de límites a través de la música. Ya lo hizo con el Mal querer al maridar la tradición flamenca con variados géneros pop, y luego con Motomami, en donde hurgaba en la feminidad a través del desenfado y del reguetón y ritmos caribeños.
En esta ocasión Rosalía da un paso más con Lux (Sony) y su propuesta se puede calificar de arriesgada pero no de transgresora. Arriesgada porque su particular búsqueda del yo –y también del yo femenino en general– y de Dios en el convulso hoy la lleva a traspasar convenciones y gustos mayoritarios, y lo hace en lugares digamos atípicos, como el religioso, el celestial, el divino. En este sentido, hace un par de días la revista Rolling Stone afirmaba que detrás de esta apuesta se encuentra “el agente del caos más provocador del pop”.
Y además de conceptualmente, Rosalía la ha llevado a cabo a nivel musical combinando sonidos clásicos –una orquesta sinfónica, masas corales, pentagramas que evocan a Bach, Mozart o Vivaldi–, referencias operísticas, ecos flamencos, pinceladas electrónicas y 13 idiomas diferentes. Ese protagonismo clásico-sinfónico es especialmente patente en los cinco temas que forman el primer movimiento del álbum (Sexo, violencia y llantas, Reliquia, Divinize, Porcelana y Mio Cristo), aunque también está presente en la mayoría de los 18 temas que dan vida al álbum, como la ya celebrada Berghain, primer single del volumen y con un impactante video de apoyo.
Sobre una producción extraordinariamente meticulosa y bien erigida, Lux en este sentido no tiene nada que ver con lo que ahora mismo se hace en el pop, lo que eso implica también a nivel de riesgo económico porque no agrade a parte de su publico masivo. Todo lo anterior no es óbice para que la artista del Baix Llobregat haya alumbrado una obra sobresaliente, muy atractiva y ambiciosa y que la consolida por méritos propios en lo más alto del escenario musical planetario.
Musicalmente no hay duda de la influencia de Björk como principal referente, algo ya reconocido desde hace tiempo por Rosalía y que aquí reafirma con su halo sobre el concepto del proyecto o su aportación vocal en Berghain. Y la presencia del flamenco, en el espíritu, en las tonalidades vocales, en instrumentaciones (referencial la –por fin– versión grabada de De madrugá con su maridaje con lo clásico, o Mundo nuevo) y por supuesto en las presencia de Estrella Morente y Sílvia Pérez Cruz en la magnifica, intensa y emotiva La rumba del perdón.
En el aspecto temático y conceptual, su compromiso sigue ahí: sus canciones versan sobre la pena (en La reliquia está superior, con una voz impresionante) y el dolor (La yugular), el duelo y la ira (como en La perla, una de las cimas del volumen), así como del deseo y el sexo, el amor y la adoración. En un plano similar, muy presente también hay que destacar lo que comentó la semana pasada en la primera listening party de México D.F. de que “el disco está inspirado en mujeres, santas, en misticismo femenino por todo el mundo”. Y todo ello acaban siendo instrumentos que le sirven para comprender mejor quien es, su manera de amar y el motor espiritual que la mueve. En fin, Lux es un viaje espiritual ascendente en busca de esa divinidad a través de la música sin fronteras… y de su voz angelical.

