La intuición científica de Dalí: de la cuántica al metaverso

Análisis

El día que Salvador Dalí acompañó a Federico García Lorca hasta Sitges para conocer al núcleo de redacción de la revista L’Amic de les Arts se hicieron una foto junto a la estación de tren. Dalí y Lorca aparecen al lado de Manel Font, J.V. Foix, Sebastià Gasch, Lluís Montanyà, Josep Carbonell i M. A. Cassanyes. Dalí lleva bajo el brazo la revista americana Science and Invention, de junio de 1927, que muestra ostensiblemente a la cámara. Toda una declaración de intenciones.

No es una casualidad. Dalí había pasado unos años en la Residencia de Estudiantes de Madrid, un colegio universitario donde se fusionaban las humanidades y las ciencias. Por allí pasaron en aquel tiempo Marie Curie, Ramon y Cajal, Albert Einstein, Le Corbusier y Henri Bergson, entre otros, a dar conferencias. Disponía de un laboratorio de anatomía macroscópica que apasionaba a Lorca. Fue en la Residencia donde Dalí conoció a Buñuel que le traspasó su interés por el entomólogo Jean-Henri Fabre. Son los años en que también leerá La interpretación de los sueños de Freud.

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Dalí estaba al día de los avances y le gustaba tener conversaciones con científicos

Dalí se interesó siempre por los avances tecnológicos, estaba suscrito a publicaciones de alta divulgación y gustaba de dialogar con científicos, a contracorriente del ambiente artístico de su época. En 1935, en su libro La Conquête de l’irrationnel, dejó claro el posicionamiento de los surrealistas: “Nosotros nadamos entre dos aguas, el agua fría del arte y el agua caliente de la ciencia”. Su método paranoico-crítico funde el psicoanálisis y la teoría de la relatividad. Dalí se interesa por la estructura del ADN, por la explosión atómica, la teoría de las catástrofes, la holografía y el arte tridimensional, la teoría cuántica, la cibernética, la inmortalidad ... Y en sus escritos y pinturas interactúa con esas preocupaciones.

Salvador Dali, Federico Garcia Lorca, y Pepin Bello ante el Museo de Ciencias Naturales, 1925

Dalí, Lorca y Pepín Bello ante el Museo de Ciencias Naturales, en 1925 

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 A su manera es también un inventor. En 1930 plantea ya la idea del cine táctil (previo a las butacas móviles) y en 1957 diseñó una “máquina de pensar” (precursora del metaverso). No es de extrañar que uno de sus referentes fuese Leonardo da Vinci, o que admirase genios como Narcís Monturiol, Juan de la Cierva o Francesc Pujols. El físico Jorge Wagensberg escribió: “A Dalí le encantaba la racionalidad de los científicos para poner a prueba su presunto método irracional. Se alimentaba de las ideas que procedían del interior de la naturaleza para estimular su propia imaginación”.

La tacañería del mercado actual del arte respecto de la pintura de Dalí contrasta con el interés que suscita su visión sobre el papel de los medios de comunicación, el impacto de las performances o su apropiación iconográfica de los avances científicos.

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