Papo, el otro nombre del jazz

Exposición

La UB recuerda la figura de Alfredo Papo, figura clave en el desarrollo del jazz en España en el siglo XX

Alfredo Papo, en una imagen de archivo

Alfredo Papo, en una imagen de archivo

LV

El jazz entró en España por el puerto de Barcelona, pero hacía falta que alguien lo recogiera a su llegada a la ciudad, y ese alguien fue Alfredo Papo, apasionado del género, promotor de conciertos y divulgador de la música que le hipnotizó desde niño. Una figura transhumante como el propio jazz, responsable de traer a la ciudad a artistas como Louis Amstrong o Ella Fitzgerald, además de participar en la fundación del veterano festival internacional de Jazz. Hitos que desde este miércoles pueden verse más de cerca gracias a la exposición “Jazz Papo, una vida dedicada al jazz”, que durante las próximas semanas podrá visitarse en la biblioteca de la facultad de Geografía e Historia de la UB, en el Raval, con una versión virtual disponible en la web del centro universitario para divulgar la obra de quien dedicó su vida a difundir el jazz.

En la muestra se expone una parte de la extensa documentación legada por la familia de Papo y recopilada por Lourdes Borrell, comisaria de la exposición y autora de la tesis doctoral del divulgador musical -además de historiadora del arte y alcaldesa de Sant Feliu de Llobregat-. Más importante aún, toda la documentación sobre Papo legada por su familia quedará a partir de ahora a disposición de los investigadores, ordenada y clasificada por la propia Rosell.

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“Conocemos su imagen de mayor, pero Papo llegó a Barcelona con 19 años” recuerda Rosell (autora de una tesis doctoral sobre Papo) para resaltar su longeva presencia en el mundo del jazz, realizando conferencias y escribiendo en revistas hasta el 2011, dos años antes de su fallecimiento a los 91 años. Siete décadas que arrancan con su llegada en 1941 junto a su familia, judía sefardí, huyendo del régimen nazi que había invadido Francia. De París, su anterior hogar, se llevó la afición al jazz que le llevó a contactar con Pere Casadevall, fundador del Hot Club barcelonés durante la segunda República. Juntos se encargaron de reorganizarlo para que echara a andar de nuevo en 1944

Más allá de su papel en el jazz, el Hot Club, junto con su hermano el Club 49, sirvió de punto de reunión para representantes de la cultura perseguidos por el franquismo como el arquitecto Sixte Illescas, miembro del Gatpac y del grupo Adlan como también lo fueron Sebastià Gasch, Joaquim Gomis o Alexandre Cirici.

Alfredo Papo, en el centro junto a Louis Amstrong y Sara, su esposa

Alfredo Papo, en el centro junto a Louis Amstrong y Sara, su esposa

Pere Català Roca

“El Club 49 se encargaba de las expresiones plásticas, mientras que el Hot Club se encargaba de los conciertos y la difusión”, comenta Rosell, que destaca cómo Papo se volcó en la difusión del jazz mediante la radio, la celebración de conferencias o la publicación de artículos en revistas. De ello dan fe sus más de 300 artículos, que comenzó a publicar en la revista “Ritmo y melodía”, la primera dedicada al jazz que apareció en España. También firmó numerosas contraportadas de discos, así como la obra seminal El jazz a Catalunya, además de su colaboración en la celebración de las primeras performances junto a Joan Josep Tharrats, del grupo Dau al set, con el que monta los salones de jazz, donde se mostraban pinturas inspiradas en un disco de jazz que se escuchaba a la vez que se contemplaba la obra.

Sus vínculos con el Hot Club de Francia, y en particular con el productor Hugues Panassié, fue lo que le permitió traer a artistas como Lionel Hampton, Louis Amstrong, Duke Ellington o Count Basie. “Todas las actuaciones iban acompañadas de conferencias, siempre con esta alma divulgadora”, apunta Borrell, que destaca lo polifacético que era el trabajo de Papo, poeta también, interesado por el cine, colaborador de La locomotora negra desde sus inicios, también del Taller de Músics e incluso miembro del colegio de patafísica. “Ejerció como nexo de unión de muchas expresiones culturales”, destaca Borrell, que conoció en persona a Papo, de quien ahora espera que, con la publicación de la documentación, se investigue mejor su figura por lo que significó para el desarrollo musical del país. “Es un deber que tenemos con la historia del jazz” concluye.

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