Miquel de Palol: “El gran inventor de la idea de Dios es Bach”

Entrevista

El escritor publica la novela monumental ‘Abans més que Encara’

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Miquel de Palol, fotografiado en la Casa Abacus, sede de la editorial Navona

Ana Jiménez

Los lectores de Miquel de Palol (Barcelona, 1953) recordarán el alcance de sus grandes novelas, las largas larguísimas como El Jardí els Set Crepuscles o Bootes (Navona), de más de mil páginas, por no hablar de El Troiacord, publicada en cinco volúmenes y que el año que viene empezará a reeditar Cràter. Abans més que Encara ( Navona) es también una obra monumental que en 800 páginas apretadas de letra menuda narra los avatares de una estirpe empresarial catalana –en dos familias, estilo Romeo y Julieta– los últimos cuarenta años, poblada de personajes y con un patriarca, Aureli, como hilo conductor.

¿Ya se ve, como patriarca?

Puedo parecerme, yo tengo un corazón remoto anarquista, y la gran contradicción de Aureli es que es un artista que por circunstancias de la vida se ve obligado a ponerse al frente de la empresa. Pero también es un poco mi padre, que quería ser escultor; quería ir a París con su amigo Francesc Torres Monsó, a vivir la bohemia y hacer escultura, pero mi abuela lo cogió por la oreja y le dijo que muy bien, pero que antes hiciera una carrera universitaria. Es decir, en su caso no fue una empresa, pero fue una carrera universitaria. Mi padre –el arqueólogo Pere de Palol– tuvo una vida académica, pero tengo la casa llena de las esculturas que había hecho. Aureli también tiene cosas de la fractura interna que mi padre no dejó de llevar en su vida, y cuando dije que me quería dedicar a la escritura le di un gran disgusto y me dijo que tenía que ser catedrático de universidad, que es, como todo el mundo sabe, la máxima etapa de la condición humana.

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¡Usted no es precisamente el primer Miquel de Palol escritor!

Justamente estaba el modelo de mi abuelo, que había sido poeta, y una de las grandes deudas pendientes de las letras catalanas, es flagrante. Fue un tipo con carácter arisco, que no se plegaba ante nada y por eso ha sido castigado con el silencio. De hecho, la excepción era mi padre, porque su abuelo también fue poeta, de la Renaixença, y mi abuelo participó en la polémica entre modernistas y noucentistas, una confrontación que continúa. Yo he tomado decididamente partido por los modernistas.

Hoy todo el mundo enaltece a Carner...

Me parece una de las peores desgracias que le ha pasado a este país, es un poeta kitsch.

El Príncep dels Poetes

“Carner me parece una de las peores desgracias que le ha pasado a este país, es un poeta kitsch”

En la novela le llama “senyuritu de Barcelona” y no salva ni su célebre Nabí.

La cuestión de Carner es una broma pesada de Gabriel Ferrater, a quien tenían puteado. Era un hombre tremendamente leído e inteligente, y si lees el prólogo que hizo de Nabí ves que tiene muy mala leche, que es una bomba de relojería. “Ahora os la clavaré doblada”, debería pensar.

¿Empezó a escribir porque le interesaban los personajes o lo que les pasaba?

Mi idea era hacer una novela en la gran tradición romántica del XIX, para entendernos, pasando por Dickens, los franceses y los rusos, pero con dos familias. Seguir en tres generaciones la evolución del país y del mundo, porque las cosas no son lo que parecen, sino que el pasado explica lo que ha venido después, que todo tiene una raíz. Si tiras atrás, ves que muchas cosas que creías que eran de una manera, son de otra, y si encima tiras un poco más atrás, aún son de otra.

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Miquel de Palol

Ana Jiménez

Un presente remoto

“Si tiras atrás, ves que muchas cosas que creías que eran de una manera, son de otra”

La narración avanza con muchos diálogos y soliloquios.

Es realismo. Incluso hay diálogos que no se sabe quién habla, porque la caracterización de personajes me interesa relativamente. Los personajes muchas veces son iconos y lo que les pasa por dentro es cosa suya.

El lector puede estar tentado de creer que usted piensa como algún personaje.

Tengo cosas de alguno y he puesto cosas mías en otro, pero me interesan todos. No me escondo detrás de mis personajes, ni les hago decir cosas que yo no habría dicho, disparates incluidos.

Se contradicen.

Me interesa mucho, las contradicciones. No es ningún crimen, todos vivimos con contradicciones, forman parte de la vida. Soy consciente de las mías y sé que algunas las podré resolver y otras no, tendré que vivir con ellas. Quien no tiene contradicciones es un aspirante a inquisidor.

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Miquel de Palol

Ana Jiménez

Pero están de acuerdo en la grandeza de Bach.

Dios no existiría si no fuera por Bach. O sea, el gran inventor de la idea de Dios es Bach. O como dice Cioran, nadie debe tanto como Dios a Bach.

Lo contrapone con Haydn, Mozart, Beethoven...

Haydn es el gran tapado, las dos grandes instituciones de la música son las cantatas de Bach y las sinfonías de Haydn. Haydn está empanado entre Mozart y Beethoven, pero es uno de los grandes.

Tampoco rehúye la música digamos popular.

No tengo ninguna necesidad de exhibir nada, está por el realismo, pero es que además mucho pop sale de la música anterior, A whiter, shade of pale de Procol Harum está inspiradísima en Bach, o Can’t help falling in love de Elvis es una recuperación de Plaisir d’amour de Jean Paul Égide Martini, de 1784.

La música también son matemáticas, y la novela está llena.

Sí, sobre todo geometría, que son las imágenes de las matemáticas. Todas las disciplinas están entrelazadas, y siempre puedes encontrar estructuras y rasgos comunes que las relacionen, y probablemente la más abstracta y más aplicable a todas las demás es la geometría, pero no hay que saber para leer el libro. La geometría, como las matemáticas en general, tiene una ventaja, y es que sin saber prácticamente nada todo es deducible, a partir de elementos sencillísimos puedes llegar a todo.

La empresa que sale en la novela también es muy abstracta...

Es un nuevo elemento realista, y es que no se sabe demasiado bien qué hacen.

También diseñan herramientas para modelar la sociedad.

Y no es ninguna invención, eso lo sabemos todos. Los que mandan no han sido elegidos. Los gobernantes, que teóricamente escogemos en las elecciones, son empleados de los dueños, y cada vez más. Es un nuevo feudalismo, una nueva era feudal, en la que los gobernantes que salen de los parlamentos están a las órdenes del dueño.

¿Eso es realista o nihilista?

Si nos cargamos las instituciones tendremos un problema de intendencia diaria, sería tremendamente destructivo para la población, y los primeros que recibirían serían los más desfavorecidos. El anarquismo ha sido siempre una utopía, pero ahora lo es más que nunca.

Es un libro poblado por machos alfa...

También va de la caída del macho alfa, de hecho.

El suicidio

“No está fuera de mis planes llegado el momento, pero no sé si tendré valor para hacerlo”

La sombra del suicidio plana por el libro.

No está fuera de mis planes llegado el momento, y lo digo sin ningún dramatismo. Vendrá un momento en que será una cuestión práctica. Voy viendo lo que va pasando a mi alrededor y pienso que por aquí no quiero pasar. En el momento que me tengan que llevar con una carretilla, me tengan que secar el culo y me vuelva más burro de lo que soy... Otra cosa es si llegado el momento tendré valor para hacerlo. Pero desde un punto de vista objetivo, es una opción que considerar.

Hace unos años le costó publicar, pero ahora salen libros y traducciones. La crítica norteamericana elogió El Jardí dels Set Crepuscles, y ahora se está traduciendo al inglés El Troiacord...

Y estoy escribiendo una novela larga que como me llevan diez años, pienso que será la última. Pero tengo muy pocas expectativas en este país, con políticas institucionales ferozmente autodestructivas como cargarse la Nit de Santa Llúcia, porque una de las grandes carencias colectivas de este país es el sentido de la continuidad y de respeto por las propias tradiciones. Además, se favorece una literatura que es un producto de encefalograma plano, que pueda leer todo el mundo, igualando por el suelo. No digo que todo el mundo tenga que escribir como Proust o Kafka, que tampoco son tan difíciles, o Hegel, que cuando lo leí me pareció divertidísimo.

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