Tengo un amigo que desde que descubrió el libro de Greil Marcus Three songs, three singers, three nations (2015) piensa que tenemos que hacer uno parecido: seleccionar unas cuantas canciones que expliquen la historia de Catalunya en el siglo XX. Me gusta Greil Marcus. Cuando leí Rastros de carmín , publicado por Anagrama en 1993, fue como si me arrearan un empujón: “Alelao, ¿no ves cómo lo tienes que hacer para contar lo que ha pasado en estos últimos años?”. Estos últimos años era el tiempo que había transcurrido entre la contracultura y los Juegos Olímpicos o por, decirlo gráficamente, entre Pau Riba vestido de doña Inés en un Juan Tenorio en el Born y el señor aquel Rebollo que encendió el pebetero con la flecha. Qué palabra tan estrambótica pebetero y losolemnemente que la decían todos. Me he acordado porque el otro día me invitaron al Set Portes y estuve sentado junto al autógrafo del tal Rebollo. Cuánta comedia.
Ya tengo una canción para el nuevo libro. Y no es Jo vinc d’un silenci ni L’estaca. Se trata de L’espectacle, del disco Per a servir-vos de Pere Tàpias, de 1973. ¡Al narrador le han asegurado que por fin hay permiso para ver striptease! En los primeros setenta el destape era símbolo de libertad. Se ha dicho hasta la vomitera que la gente iba a Perpiñán a ver cinéma cochon . También iba al cabaré, a Londres y París, a ver cómo se desnudaba la peña.
Todas las renuncias y martingalas de la transición están contenidas en la canción ‘L’espectacle’
Tàpias lleva un coro que va subrayando la letra. Dice ah ! Y oh ! Da risa. La gran noticia es que el striptease que se ha autorizado –estamos en 1973, Franco todavía vive– lo hace un señor. “Surt i fa la figuereta, (que es la manera como hay que decir en catalán la vertical )/ guipa a esquerra i guipa a dreta/. I quan ningú se s’ha adonat/ va i es treu... Quèeeeee? La dignitat! Ah!”. Sigue la canción: “Remena força estona,/ mentre fa la papallona,/ poc a poc a poc, lentament/ va i es treu... Quèeeeee? El sentiment”. Cada vez se saca algo, que no es una prenda de vestir. “Jocs de llum i de música,/ dret el públic de mans pica/ i amb dos passes informals,/ es desprèn dels ideals!”. Hasta llegar a la apoteosis: “Finalment per despedida/ mentre baixen la cortina/ saludant a tots cantons/ va i es baixa els pantalons”. Después de cada estrofa, viene el estribillo: “Ai caram si no és així, això no és pas un estriptís, que m’han dit que així no el fan ni a París ni a Perpignan”. Pere Tàpias sabía perfectamente que en catalán Perpignan es Perpinyà. Pero él no quería decir Perpinyà sino Perpignan, para reírse de la tontería de pensar que si ibas a ver a unas tías que enseñaban las tetas ya estaba todo arreglado. Todas las renuncias y martingalas de la transición están contenidas en esta canción extraordinaria.
Pere Tàpias conectaba con la tradición del humorismo político crítico de antes de la guerra, con gran perspicacia y valentía. Un humorismo que en las conmemoraciones del 20-N ha brillado por su ausencia. ¡Ah! ¡Oh!