Victoria Szpunberg recibe el premio Lletra d’Or por ‘L’imperatiu categòric’

Reconocimiento

Según el jurado, su obra invita a “preguntarse hasta qué punto es posible sostener principios éticos firmes en contextos de presión y ambigüedad moral”

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Entrega del premio letra d’Or a Victoria Szpunberg a cargo de joyero Manel Capdevila.

Manel Capdevila impone a Victoria Szpunberg la insignia de oro en la sede de la joyería

Mané Espinosa

Victoria Szpunberg (Buenos Aires, 1973) recibió ayer el premio Lletra d’ Or, uno de los más prestigiosos de la literatura catalana, por la obra L’imperatiu categòric, estrenada en el Lliure de Gràcia el año pasado y publicada por Arola Editors, un galardón que suma al premio Nacional de Literatura Dramática, el Ciutat de Barcelona o el Butaca al mejor texto, entre otros.

Según el jurado, formado por Àngels Gregori, Andreu Gomila, Llucia Ramis, Pau Sif, Borja Bagunyà y Míriam Cano, la obra “interpela directamente al espectador y le invita a preguntarse hasta qué punto es posible sostener principios éticos firmes en contextos de presión y ambigüedad moral”. El premio, un broche de oro con la letra fi (Φ), la entregó Manel Capdevila, cuarta generación de joyeros y tercera de la estirpe desde que se creó el premio, en 1956, en el sancta santorum de esta joyería del Eixample, un espacio privado donde se exponen algunas de las joyas más preciadas de la historia de la familia, algunas recompradas y otras incluso regaladas de vuelta por clientes fieles que no querían que se perdieran.

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“Ya tengo 52 años y hace muy poco que empiezo a sentir que formo parte de la cultura catalana”

En un premio tan singular como este, nacido de un grupo de intelectuales y que no tiene ni bases escritas más allá de la tradición oral, en realidad son los Capdevila el eslabón que conecta todas sus ediciones. En este caso, además, autor de la joya y premiada comparten una parte de su pasado, pues sus respectivas hijas fueron juntas al colegio.

En la glosa que ha escrito Gomila, el escritor y crítico teatral recuerda las tensas relaciones entre crítica y autores, pero también recuerda al padre de la dramaturga, el poeta Alberto Szpunberg, y cómo L’imperatiu categòric “retrata perfectamente nuestros días a través del principio filosófico que acuñó Kant en el siglo XVIII: actúa solo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal”. Pero todo se complica y al final “es una invitación descarada a la revuelta, a que se nos vaya la olla”. Gomila también ha celebrado que “Szpunberg haya querido ser de este país, que haya hecho suya nuestra lengua, que nos haya regalado su nombre”, y ha recordado que entra en un palmarés con nombres casi mitológicos como Salvador Espriu, Gabriel Ferrater, JV Foix, Mercè Rodoreda, Joan Brossa, Blai Bonet o Montserrat Abelló, pero también más recientes como Carme Riera, o Enric Casasses. Es también la segunda dramaturga que lo obtiene, después de Lluïsa Cunillé en el 2008, y también el segundo ganador que no ha nacido en territorio de habla catalana, como ya hizo Lucia Pietrelli en el 2020.

“Me emociona que alguien con un apellido impronunciable pueda formar parte, por fin, de esta cultura, y eso es algo muy complejo (...) Ya tengo 52 años y hace muy poco que empiezo a sentir que formo parte de la cultura catalana, y para mí es como cuando eres pequeña y te invitan a una fiesta”, respondió Szpunberg, que agradeció un premio que le llega “en un momento en que estoy muy reconciliada con lo que hago, sin soberbia, pero con tranquilidad”.

La dramaturga ha recordado que igual que uno de los mejores interlocutores de su padre fue Julio Cortázar, para ella es muy importante la colaboración con Albert Pijuan, primero por la lengua, sí, pero al final porque “nos entendemos, nos admiramos, nos respetamos, nos queremos mucho y he encontrado a un muy buen cómplice”. En este sentido, además, cree que el premio también es por una parte un reconocimiento al trabajo en equipo, que es la esencia del teatro, y por la otra también a la importancia de la publicación de textos dramáticos, porque “si no, no puede llegar a otros lugares ni se hacen traducciones”. “¡Yo siempre había querido ser burguesa, y esto es un primer paso!”, bromea, para cerrar, Szpunberg.

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