En 1994, concibió por primera vez la luna ficticia de Pandora, un escenario de 'Avatar', y fue solo tras su coronación como rey del universo con 'Titanic' (1997) que esta ambición monumental comenzó a tomar forma. No obstante, James Cameron debió aguardar la madurez tecnológica requerida, lo que culminó con el estreno de la primera 'Avatar' en 2009. Dicha película, que requirió una inversión de 237 millones de dólares, generó ingresos de 3.000 millones en taquilla, justificando así su continua progresión. Su tercera entrega, titulada 'Avatar: fuego y ceniza', debuta hoy en las salas cinematográficas en un contexto radicalmente distinto. Ya no opera 20th Century Fox, la compañía que dio origen a la saga, y la asistencia masiva a las salas de cine ha disminuido, una situación que inquieta profundamente al cineasta. A sus 71 años y con tres premios de la Academia en su haber, Cameron asegura poseer la vitalidad para finalizar una cuarta y una quinta entrega, siempre y cuando la rentabilidad lo permita.
¿Cómo fue crear la tercera entrega de 'Avatar'?
Este es el desenlace de una extensa trayectoria. Dedicamos una considerable cantidad de tiempo a la labor preparatoria de este relato. En la producción cinematográfica inicial, presentamos un universo y una relación sentimental bastante sencillos, ya que la prioridad era que el público explorara todo lo que lo envolvía y a las nuevas formas de vida. Fue una experiencia completamente original; nadie había presenciado algo semejante con anterioridad. En la secuela, los transportamos a diversas ubicaciones de ese universo, y dimos inicio a la elaboración de una trama más intrincada, introduciendo figuras inéditas, entre ellas los tulkun y los habitantes del arrecife. Y en esta tercera parte, incrementamos la complejidad al dar a conocer a la población de la ceniza. Al concluir la segunda película, fuimos testigos del lamentable suceso del fallecimiento del primogénito de Jake Sully y Neytiri.
Un elemento dramático importante...
Es correcto. Consideré crucial vincular la narrativa con la experiencia vivida, dado que 'Avatar' es extraordinariamente imaginativo en su aspecto visual. Fue necesario integrar reacciones profundamente humanas ante situaciones como el trauma, la ausencia y la aflicción. La industria cinematográfica convencional suele dar preferencia al espectáculo por encima de tales elementos. Típicamente, en una producción, si una esposa fallece, el esposo emprende un camino de represalias violentas, y terminamos aplaudiendo la agresión durante el resto del metraje. Percibo que el cine de gran consumo no aborda estas cuestiones con veracidad y franqueza. Es un asunto que me resulta familiar, ya que he experimentado numerosas pérdidas en mi esfera personal durante la última década. El sufrimiento no desaparece de forma abrupta. Ciertamente, Neytiri se sumerge en la oscuridad y se consume por el rencor, lo que la lleva, en cierto modo, a adoptar una postura racista. Sin embargo, posteriormente, adquiere consciencia y comienza a evaluar a las personas por sus méritos y por la bondad intrínseca que albergan, independientemente de su tez.
¿Percibe usted que el público no capta completamente la distinción entre estos filmes y la animación?
Algo de eso hay. Sentí que, tras haber sentado las bases en las dos primeras entregas, esta era la ocasión de explorar más a fondo a los personajes y sus sentimientos. Era la manera de demostrar que, al emplear la captura de movimiento, podíamos lograr el trabajo más destacado de las carreras de algunos de estos intérpretes. Y nos referimos a ganadoras del Oscar como Kate Winslet y Zoe Saldaña, o a Sigourney Weaver, nominada en tres ocasiones al Oscar. Ellas mismas admitirán que su mejor actuación ha sido en 'Avatar', aunque no sea reconocido. El ámbito artístico y la industria cinematográfica suelen afirmar que eso no constituye actuación. Consideran que es una forma de animación que no logran comprender del todo. No pueden asimilarlo si desconocen su funcionamiento.
¿Se siente en parte responsable de eso?
Sí. Mantuve nuestro método en secreto por un largo período. Lo mantuve tras bambalinas, ya que deseaba que el público reaccionara ante los personajes como si fueran intérpretes reales. No quería que los espectadores pensaran que el personaje era un actor con una cámara diminuta en su rostro y un atuendo con marcas. Todo eso habría perjudicado la ilusión. Sin embargo, he llegado a comprender que, al hacerlo, no he reconocido la asombrosa labor que este conjunto de actores ha realizado durante tanto tiempo. Aún leo ocasionalmente que Sigourney Weaver aportó su voz a Kiri. ¡Ella no hizo eso, sino que encarnó a Kiri durante 18 meses! Considere que filmar 'Titanic' me tomó únicamente seis meses; para esta producción, dedicamos el triple de tiempo. Realizamos la captura de movimiento para dos películas, ya que filmamos la segunda y la tercera simultáneamente. Si solo hubiéramos tenido que realizar el doblaje, lo habríamos completado en unos cuantos días. Es un procedimiento intrincado y minucioso. La captura de movimiento resulta bastante económica. No niego que las producciones de 'Avatar' impliquen un gasto considerable, pero la mayor parte del presupuesto se destina a la etapa final, a dar vida a ese universo a través de los efectos visuales y el CGI, las imágenes generadas por computadora.
Haría film épico de 2 mil millones
¿Cómo es el proceso de rodaje?
No hacemos todos los ensayos antes de la fimación, como suele hacerse en la mayoría de las peículas. Cada día de rodaje en 'Avatar' es muy caro, y lo que hacemos es ensayar primero lo que vamos a hacer ese día. Comenzamos por la mañana, ensayamos las escenas, hablamos sobre ellas, y las pensamos mucho. Y luego preparamos el plató y comenzamos a experimentar, probamos diferentes ángulos y ese tipo de cosas. Soy un director muy preparado cuando filmo acción en vivo, pero cuando hago captura de movimiento todo es muy libre. No hago storyboards ni le digo a los actores dónde se tienen que parar. Dejo que sean ellos los que encuentren la escena.
Ha dicho que necesita que 'Avatar: fuego y ceniza' sea un exito para poder terminar las próximas dos películas...
Así es. El sistema financiero actual carece de mucha inteligencia. Para que una producción como esta alcance el éxito, debe figurar entre las diez películas más taquilleras de todos los tiempos antes de que podamos redactar una línea de guion o colaborar con los intérpretes para la próxima. Todos consideran que producir una película tipo 'Avatar' es una excelente idea hasta que revisan las finanzas. Simplemente no se puede asegurar semejante nivel de éxito. Y esto no es algo que oculte: o logramos un gran triunfo o sufrimos un fracaso total, no existen términos medios. Sin embargo, lo que sí tengo claro es que a mayor inversión, mayor cantidad de empleos se crean. Los créditos de esta última producción incluyen 3.800 nombres. No todos tuvieron empleo continuo, pero muchos sí. Hay personas que han colaborado con nosotros durante cuatro o cinco años. Si tuviera la posibilidad de realizar una película con un presupuesto de 2.000 millones de dólares, no lo pensaría dos veces.
¿Lo dice de verdad?
Absolutamente. Disfruto mucho creando películas, pero la industria cinematográfica está experimentando una contracción. Producimos estas películas para su exhibición en cines. Naturalmente, después llegarán a las plataformas de streaming, al formato doméstico y a todas las demás vías de distribución. Una narrativa sólida es una narrativa sólida, y la disfrutarás igualmente en una pantalla más reducida, que ya no es tan diminuta como solía ser. Aun así, y quizás por ser un poco anticuado, sigo defendiendo la experiencia de ver películas en las salas de cine. Es una vivencia única, que me ha cautivado desde mi infancia. Llevo 45 años dedicado a esta profesión y no tengo intención de modificar mi perspectiva. 'Avatar' fue concebida para ser apreciada en el entorno cinematográfico. Es una obra deslumbrante, visualmente impactante, cargada de detalles y que te sumerge en universos alternativos. Sin embargo, todas estas cualidades implican una inversión considerable. La alternativa reside en la construcción de escenarios monumentales, como hicimos en 'Titanic', o en la utilización de efectos visuales para dar vida a mundos imaginarios. Dado que no recurrimos a la animación de personajes, sino que empleamos las actuaciones de los actores, para materializar esas interpretaciones en imágenes se requiere un nivel de detalle exhaustivo, lo que resulta costoso.
Una imagen de 'Avatar: fuego y cenizas'
¿Por qué elige hacerlo así?
Mire estos ojos... Son más grandes que los que podríamos conseguir con maquillaje. Vale, podríamos crear a un na'vi con maquillaje... Y quedaría como Anne Hathaway en 'WeCrashed'. Pero nuestra arma secreta es la conexión emocional con estas criaturas extraterrestres, que se logra con sus ojos y sus rostros. Es una técnica muy cara. Bueno, ganamos mucho con la primera película y eso nos permitió hacer una segunda parte. Hacer estas películas siempre ha sido muy arriesgado. Pero ahora es más complicado que antes, por cómo están las cosas en el mundo del cine. La asistencia a las salas ha bajado entre el 30 y el 35 por ciento desde el covid y la aparición de las plataformas. No hemos podido recuperarnos. Todo el mundo esperaba un resurgimiento pero no ha ocurrido porque la mayoría de la gente se ha acostumbrado a ver contenidos en streaming.
Pero la gente va al cine...
Si, pero tiene que ser por algo especial. No quieren una película, sino una experiencia de la que hablar con sus amigos o familiares, películas como 'F1', 'Zootropolis 2' o 'Wicked', que justifican ir a las salas porque son banquetes para los ojos. Y 'Avatar' encaja en esa categoría. Gastamos mucho para hacer mucho... Pero lo que cuenta es el margen que queda. Seguiremos adelante con este proyecto si comprobamos que sigue habiendo un mercado como el que teníamos cuando se estrenó la primera 'Avatar' en el 2009. El mundo ha cambiado, y no me refiero a los gustos de la audiencia, sino a cómo funciona hoy el cine en relación a los otros sistemas con los que coexiste. La única respuesta es apuntar a la excelencia, no quedarse con cosas a medias. Los actores ponen sus corazones y sus almas en la película, y todos los que participan de la parte técnica hacen lo propio para honrar esas interpretaciones

