Un ciudadano particular, cuya identidad no ha trascendido, compró hace un año una óleo atribuido a la escuela de Julius Caesar Ibbeston —un artista del siglo XVIII— cuyo valor máximo rondaba los mil euros. Tras llevarlo a un restaurador, ya que el cuadro acumulaba manchas y sucedida se descubrió una firma que ha cambiado la percepción del mismo.
El cuadro, un paisaje de Bristol, llevaba la firma de J.M.W. Turner, y los historiadores lo han ubicado en la etapa temprana del pintor romántico, que lo pintó en torno a 1792, cuando tenía 17 años. Precisamente en este 2025 se está celebrando el 250 aniversario del nacimiento del pintor británico.
La suma de la onomástica y la firma han revalorizado el trabajo. Según Sotheby’s, citado por The Guardian, la cifra más conservadora respecto a su valor son 237.000 euros. 250 veces más de lo que valía antes de la restauración, para sorpresa —y gozo— del anónimo dueño, cuya intención es subastarlo.
Certeza en la reatribución
Sotheby’s no alberga duda sobre la firma de Turner, titulada La ráfaga creciente, Hot Wells, desde la Roca de San Vicente, Bristol. “La obra fue examinada por todos los principales expertos en Turner vivos hoy en día, quienes respaldaron unánimemente la atribución”, indica Julian Gascoigne, portavoz de la famosa casa de subastas, en una nota. La firma es importante, afirma, pero no decisiva. Una de las claves es que había “referencias claras a una pintura sobre este tema” en las necrológicas de Turner y en la literatura temprana sobre el artista. No en vano fue la primera obra del romántico que se exhibió en público, en 1793.
La obra se desvinculó de Turner en la segunda mitad del siglo XIX. Siendo un óleo, fue descrito como acuarela, por lo que se consideró un trabajo menor. Y en el primer catálogo de trabajos de Turner, publicado en 1901, la obra se omitió. “A lo largo del siglo XX, cayó en el olvido como si fuera simplemente otra acuarela temprana, relativamente menor”, explica Gascoine, citado por The Guardian.
Lo que impulsó al comprador a hacerse con el cuadro fue la intuición y el conocimiento. Pese a la atribución a la escuela de Ibbeston, creyó ver un trabajo de Philippe Jacques de Loutherbourg, un francés emigrado a Londres contemporáneo de Turner. Una atribución que hubiera mejorado el valor del cuadro. Pero un Turner es otra cosa. Otra cosa mucho más valiosa.