Uno de los tópicos de la parafernalia literaria es la relación entre la ciudad y el campo y, más en concreto, la evolución de la literatura rural a la que, desde que me dedico a este oficio, he visto dedicar decenas de páginas. Hace tiempo que tengo la sensación de que es un debate agotado, superado y estéril y que donde hay más que decir y más novedoso es en las unidades territoriales del pueblo y la comarca. Lo que pasa en pueblos y comarcas no es rural. Tiene que ver con formas de convivencia complejas, algunas antiguas, bien pocas ancestrales, y muchas de última hora. En pueblos y comarcas hay una realidad que interesa y llama a los escritores que intentan ofrecer nuevas visiones de la vida contemporánea. Hay muchísimos ejemplos de ello, de Anna Ballbona a Edgar Cantero, y de la Irene Solà de Els dics a Ramon Mas o Pol Guasch. Desbarajuste y soledad, cansancio e intemperie. Para que fuera realmente productivo convendría extraer el tema de la endogamia literaria e invitar al debate a geógrafos, sociólogos y economistas.
Todo esto pensaba mientras iba leyendo Les petites vampires, la última novela de Maria Guasch (Begues, 1983). Ya lleva unas cuantas: La neu fosa (2013), Olor de clor sota la roba (2014) y Els fills de Llacuna Park. Ha estudiado Comunicación Audiovisual y Estudios Literarios y en la actualidad es profesora de Lengua y Literatura en bachillerato. El libro empieza con un viaje por una carretera con muchas curvas: una carretera que es física, onírica y simbólica y que da el tono de la novela y del paisaje que Guasch nos invita a atravesar. Una niña, Emma, tiene una enfermedad en la sangre. Puedes imaginar que tiene que ver con la enfermedad que provocó la muerte de sus padres. Prohibido chupar rasguños, arrancarse costras, realizar juramentos tras pincharse con una aguja en la yema del dedo. Emma vive excluida del día a día del pueblo. La narración recuerda un poco Verano 1993 de Carla Simón. La lentitud y la insolación, la sensación de que ha de pasar algo terrible, el trato almohadillado. Si tuviera que escoger los colores de Les petites vampires diría rosa pastel y negro. Tiene una tendencia al diminutivo y a la sordina arrastrada, a la pausa y al sueño, que contrasta con la idea del tabú, lo que no se puede decir, la muerte truculenta.
⁄ Tiene una tendencia al diminutivo y a la sordina arrastrada, que contrasta con el tabú y la muerte truculenta
En un momento dado, la narradora se encuentra en casa de Candela, la propietaria del bar donde transcurre parte de la acción, y aprovecha para dar unas pistas al lector de cuáles han sido sus modelos literarios. Me parece significativo que en un batiburrillo de lecturas ocasionales encontremos Viaje a la Alcarria y Bearn o la sala de les nines. También Les petites vampires es un viaje a un mundo mental remoto y esconde un secreto, aunque no en una sala: en un cajón con una caja de jeringuillas, una cucharilla ennegrecida, una botella de agua destilada y papelinas. La narradora piensa que no deben desacralizarse nunca.
En la mesita de noche, dos libros más, significativos: los poemas de Anne Sexton y La campana de cristal de Sylvia Plath. Lee un poema de Anne Sexton que habla de unas flores y se agacha para oler las sábanas. Una sensualidad de colonia intensa se deja sentir aquí y allá en todo el libro, en las habitaciones cerradas que aparecen regularmente y en la balsa, con los bikinis de las chicas, que ya eran un elemento recurrente de Olor de clor sota la roba. Un pelotazo, el ruido de una moto lejana, la voz diáfana de las vecinas que entra por el balcón, una revista ¡Hola! con la versión eufemística de la muerte de Romy Schneider, un disfraz de vampira, el sudor de las manos del camarero, una Barbie: la telaraña emocional.
Guasch, que escribe con sencillez, a veces con poco sentido del ritmo, establece una relación entre el final de una adolescencia problemática, una juventud oscura, la vida vacía del pueblo, la casa perdida y la enfermedad de los viñedos. Pinta un paisaje de un vampirismo sideral, una tierra envenenada en la que los jóvenes intentan encontrar el camino.
Maria Guasch
Les petites vampires
L’Altra Editorial. 189 páginas. 19 euros

'Les petites vampires Maria'