El desconocido origen brasileño de Thomas Mann

CULTURA/S: REPORTAJE

Las raíces sudamericanas de Julia Mann salpican de detalles tropicales la obra literaria de su hijo, premio Nobel

Especial Cultura|s de Navidad

Julia Mann

Julia Mann con sus hijos Julia, Heinrich y Thomas 

Archivo

Julia Mann (1851-1923), durante sus últimos momentos de vida, parecía querer regresar a su pasado tropical. En su lecho de muerte, en una habitación de hotel de la ciudad bávara de Weßling, a diez mil kilómetros de su natal Paraty, en el litoral sur de Río de Janeiro, Julia empezó a hablar con un acento diferente. Antes de su último suspiro, arrastrando las erres como hacen los brasileños con el alemán, volvió a ser Dodô, como era conocida antes de verse obligada a cambiar la exuberante Paraty por Lübeck, en el norte de Alemania, a los siete años.

⁄ No se puede escribir una historia de los Mann sin pensar en sus raíces: Brasil se refleja en tres generaciones

La vida de Julia en Lübeck se contraponía con la “colorida tierra soleada” de su niñez descrita en Da infância de Dodô (Aus Dodos Kinderheit , sin traducción al castellano), publicado póstumamente en 1958. Aunque Julia no revelaba su sangre brasileña en público, su origen impactó a sus descendientes. “No se puede escribir una historia de la familia Mann sin pensar en sus raíces brasileñas. Brasil se refleja en tres generaciones: en la historia de Julia, en las obras de Thomas y Heinrich Mann y en los trabajos de Frido Mann (nieto de Thomas)”, escriben Karl-Josef Kuschel, Frido Mann y Paulo Astor Soethe en Terra mátria: a família de Thomas Mann e o Brasil e Julia Mann: uma vida entre duas culturas, publicado en alemán y portugués.

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Julia Mann con su maridoThomas Heinrich Mann en1885 

Getty

Heinrich Mann transformó la diversidad racial en uno de sus leitmotiv, especialmente en Zwischen den Rassen (Entre las razas), ficción tejida sobre las memorias de su madre. Thomas Mann, de manera más sutil, sembró su obra de referencias al mestizaje, al sur y a lo extranjero. “Algunos autores de Brasil abordaron el origen brasileño de Thomas Mann en los años 1970. Tras la publicación de nuestro libro en el 2009 aparecieron referencias al tema en Alemania”, explica Paulo Astor Soethe a Cultura/s.

En 1962, el filósofo Theodor Adorno escribió un perfil de Thomas Mann, siete años después de su muerte. “(Sus ojos), cuando él se encontraba a sí mismo, fulguraban negros y brasileños, como si algo ardiera lánguidamente y esperase su momento de inflamación”, sentenció Adorno. Si Thomas Mann no aireó su origen brasileño, ya que figuras nazis le acusaban de judío por su sangre portuguesa, en su correspondencia privada fue una obsesión in crescendo. En una carta del 8 de abril de 1943, dirigida al austriaco Karl Lustig Prean, exiliado en São Paulo, Thomas confesó sus lazos sanguíneos: “Mi madre era hija de la tierra brasileña. La pérdida de mi tierra patria [mein Vaterland] debería propiciar que yo conozca mi tierra matria [mein Mutterland]. Todavía llegará esa hora, espero”, escribió Mann. El escritor brasileño Érico Veríssimo reveló en el Correio do Povo que Thomas Mann le confesó el 25 de marzo de 1941 en Denver que su “abuela materna tenía sangre portuguesa e indígena”.

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Thomas Mann en una imagen de 1937 

Getty

Maria Senhorinha da Silva (1828-1856), la madre de Júlia da Silva, pertenecía a la cuarta generación de una familia de origen portugués. Del matrimonio de Maria Senhorinha y Johann Bruhns, un hacendado alemán que cultivaba café y caña de azúcar, nacieron cinco hijos, siendo Júlia la cuarta. Júlia da Silva-Bruhns nació en 1851, como ella misma relató, “en la selva, al lado del océano Atlántico, entre monos y pa­pagayos”. A los cinco años vio morir a su madre. A los siete, llegó a Lübeck. Poco después, su padre regresa a Brasil con sus tres hijos varones y con Ana, su criada negra. Antes de cumplir die­ciocho años, Júlia se casó contra su voluntad con el senador Thomas Heinrich Mann. Perdió su apellido Da Silva y su lengua materna. Para que el tró­pico no acabara de desvanecerse, ella con­tinuaba cantando a sus hijos la canción de cuna Molequinho de meu pai, que aprendió con los esclavos de su ha­cienda.

⁄ El escritor no aireó su origen brasileño, pero en su correspondencia privada fue una obsesión in crescendo

Consciente o inconscientemente, Thomas Mann regó su obra de guiños al origen tropical de su madre. Gerda Arnoldsen, la madre de Hanno en Los Buddenbrook, tiene facciones del “venir de lejos” de Julia Mann. Consuelo, la madre de Tonio Kröeger en Tonio Kröeger, es “linda”, “ardiente”, “morena” y “tan diferente de otras damas”. La madre de Gustav von Aschenbach, protagonista de Muerte en Venecia, posee “un influjo de sangre más agitada y sensual”. De ella, él heredó “características de una raza extranjera”. La senadora Rodde de Doctor Faustus, una mujer de “ojos oscuros, cabellos castaños, graciosamente rizados”, era tan parecida a Julia Mann que Viktor Mann mandó una carta a su hermano Thomas mostrándole su incomodidad.

Julia, una mujer desinhibida con sensibilidad artística, se mudó con sus hijos a la bulliciosa Munich tras la muerte de su marido en 1891. Su búsqueda del sur, redondeada con estancias familiares en Italia, reforzó la conexión emocional de Thomas con América del Sur, destino de dos de sus personajes: Christian Buddenbrook (vivió en Valparaíso) y Félix Krull, de su inacabado Confesiones del estafador Félix Krull. “Para Thomas, América del Sur es el lugar de donde vino su propia madre. Ese venir de lejos tenía algo de cosmopolita, de un mundo por revelar. Contenía la materia prima de los grandes artistas, les daba algo de extraordinario”, escriben los autores de Terra mátria.

Paraty

Perspectiva de la Fazenda Boa Vista, en la costa de Paraty, hacia 1827 

Terra Matria

Durante su exilio estadounidense (1938-1952), Thomas Mann se convirtió en un firme defensor del cosmopolitismo, la democracia y la mezcla racial. Frente a la defensa de la raza aria del nazismo, Thomas elogiaba en boca de su personaje Félix Krull a Portugal, país que gozaba de “una mezcla de razas bien interesante por su variedad”. Revestido del áurea del premio Nobel de Literatura de 1929, el escritor tuvo relación con escritores hispanoamericanos y exiliados antifascistas, como Gabriela Mistral, Ernesto Sábato o Francisco Ayala. Con el paso de los años, Mann redobló su contacto con intelectuales brasileños, como Gilberto Freyre, Érico Veríssimo o Herbert Caro (su traductor). También, con los exiliados en Brasil que, como Karl Lustig Prean, organizaban el Movimiento de los Alemanes Libres contra el nazismo.

/ De manera sutil, sembró su obra de referencias al mestizaje, al sur y a lo extranjero

Aunque Thomas Mann anhelaba conocer Brasil, murió en Zurich en 1955 sin haber pisado la tierra natal de su madre. En la recta final de su vida, su brasilidade y sur acumulados emergían en su correspondencia privada, especialmente con Lustig Prean: “Siempre fui consciente de la sangre latinoamericana que pulsa en mis venas y bien sé cuánto le debo como artista”.

Perspectiva de la Fazenda Boa Vista, en la costa de Paraty,

Fazenda Boa Vista de Paraty, donde creció Julia Mann, en una imagen reciente 

Bernardo Gutiérrez
Fazenda Boa Vista, en la costa de Paraty

Fazenda Boa Vista, en la costa de Paraty 

Bernardo Gutiérrez
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