De nuevo, en diciembre

LATIDOS 

Una evocación literaria navideña barcelonesa con el recuerdo de Terenci Moix y de un auca familiar de los años 60 a modo de christmas 

Especial Cultura|s de Navidad

Marc Pallarès

Ilustración de Marc Pallarés para el suplemento especial de Navidad de Cultura/s 

Marc Pallarès / Colaboradores

Cada año por estas fechas me acuerdo de Terenci Moix, que en su novela El dia que murió Marilyn rindió el más apasionado homenaje a la Navidad barcelonesa. Tributo agridulce: las declaraciones de arrobo iniciales acababan en un rifirrafe familiar que explotaba el 25 de diciembre de 1962, día de la Gran Nevada. Pero hasta ese momento, Terenci nos deleitaba con frases como: “Todos los años me traían un invierno, y todos los inviernos y todos los años y la infancia de todos los jóvenes de mi ciudad tuvieron como pináculo las fiestas de Navidad, muchas veces frías, que contenían mucha ilusión y mucha fantasía y, sobre todo, amor”. 

La conmemoración tenía aperitivo: “Como en todos los trece de diciembre de mi pre-vida, la feria de Santa Llúcia comenzó siendo para nosotros una especie de colina repleta de maravillas”. Y una jornada conclusiva: “Aquella Navidad, Barcelona despertó completamente nevada, en una dimensión absolutamente apoteósica, como nadie de la familia recordaba ni probablemente podrá volver a recordar a partir de aquel día maravilloso”. 

Nadie como Terenci cantó entre nosotros a la Navidad y probablemente hoy seguiría haciéndolo, quizás reticente a detalles de su escenificación, como la estrella galáctica de la plaza Sant Jaume. ¿Y qué diría de la perplejizante ida y vuelta de una norma para convertir en optativa la enseñanza de la literatura en el bachillerato, que vivimos esta semana? Probablemente algo fuerte, porque creía en la literatura como esencia de la vida.

De nuevo, en diciembre, llega la Navidad en un contexto internacional que hiela la sangre. Mi padre, que además de escritor de temas históricos era un publicitario de cierto mérito, dedicaba cada año especial atención a los christmas que la familia enviaba. 

Con la habitual colaboración del dibujante Jorge Carreras, con quien trabajaba en los Laboratorios Funk, se esmeraba en unas composiciones donde aparecíamos toda la familia disfrazados de navideños del siglo XIX o entonando villancicos en una composición móvil de cartón que había que enlazar con cintas; en mi infancia los christmas eran algo serio. 

En diciembre de 1965 envió a amigos y conocidos un auca que reelaboraba las tradicionales viñetas con pareados. Empezaba reconociendo: “Cada año deseamos/ las Pascuas felicitarte/ y para hacerlo con arte/ ¡los apuros que pasamos!”. Y tras comentar la actualidad familiar se refería a la periodística: “Olvidemos a De Gaulle/ al Vietnam, Rusia y Náser/ la mortalidad del láser/ las naranjas y la col”. 

Y en esa línea animaba también a olvidar las subidas de precios, atascos de tráfico y otras afrentas cotidianas. “Solo así conseguiremos/ esta alegre Navidad/ tranquila felicidad/ (aunque nos tomen por memos)”, concluía filosóficamente.

Cada año me acuerdo de los ripios de mi padre, y cuando pienso que la situación actual es mala, me retrotraigo a tiempos en que el horizonte se veía agitado por la guerra en el Sudeste Asiático; las crisis francesas; la situación –eternamente complicada– de Oriente Medio; la amenaza atómica; por Franco (eso, claro, no salía en el christmas, pero mi padre lo vivió en la censura a sus primeros títulos). En suma, no hay época en que la celebración navideña internacional no se haya visto enturbiada por inquietantes nubarrones.

⁄ No hay época en que la celebración navideña internacional no se haya enturbiado por inquietantes nubarrones. La lectura ayuda a sobrellevarlos

Para mejor vivirla desde una lejanía impotente que en el mundo global cada vez es menor, nos refugiamos en el cariño de los próximos y en la lectura, y como cada año, el suplemento Cultura/s quiere brindar un amplio panorama de sugerencias en distintos géneros, junto con reportajes que en esta ocasión nos hablan de la vigencia literaria de Nueva York, el origen brasileño de Thomas Mann o la Diagonal de las letras. 

De todas nuestras propuestas quiero remarcar aquí dos. No son libros ligeros, aunque sí absorbentes; hay que dedicar tiempo para disfrutarlos. Mi querido maestro José Enrique Ruiz-Doménec brinda quizás su obra maestra con Un duelo interminable (Taurus), original visión de la cultura del último siglo y medio. Y Antoni Puigverd, en Ocell de bosc (Libros de Vanguardia), nos regala un compendio de poesía, crónica, reflexión vital y literatura de paisaje. Les garantizo que con estas dos obras las fiestas del 2024-2025 serán ricas en lectura de primera calidad.

Sergio Vila-Sanjuán ha publicado recientemente el ensayo ‘Cultura española en democracia. Crónica breve de 50 años,  1975-2024’ (Destino)

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