En 1924, tras una década de trabajo, Thomas Mann puso punto final a uno de los hitos literarios del siglo XX: La montaña mágica . Cien años después, Olga Tokarczuk presenta su primera novela después de ganar el Nobel: Tierra de empusas , que es una suerte de reescritura de la obra magna del escritor alemán.
La obra de la autora polaca se sitúa en 1913, en vísperas de una guerra que destruirá Europa. El escenario es el sanatorio de Görbensdof, en la Silesia prusiana, un lugar real, del que en el libro se incluyen fotografías. Se trata de un centro dedicado a la cura de enfermedades pulmonares, como la tuberculosis que padece el protagonista: el joven polaco Mieczysław Wojnicz, estudiante de Ingeniería.
Al llegar allí se aloja en una pensión para caballeros que regenta un tipo atrabiliario llamado Wilhelm Opitz y conoce a otros pacientes de diversas partes del continente –un estudiante de bellas artes, un teósofo, un socialista humanista, un católico tradicionalista– con los que mantiene apasionadas conversaciones vespertinas sobre los temas más variopintos, mientras consumen un potente y singular licor local.
⁄ ‘Tierra de empusas’ nos habla de males que se enquistan en la sociedad en forma de prejuicios, como la misoginia
De entrada, la novela de Tokarczuk dialoga con la de Mann, con el sanatorio como microcosmos social y los pacientes como estandartes de variopintas posturas frente a la vida y el mundo. Mientras que Mann retrataba la sociedad de su época, a la autora polaca, aunque sitúa la acción en 1913, no le interesa tanto reflejar ese momento histórico como armar una parábola que nos habla de problemáticas del presente.
Sin embargo, conforme avanza Tierra de empusas no tarda en aparecer una diferencia esencial que la van distanciando del referente del que parte. El tono va mutando a medida que asoman, a partir del folclore local, elementos fantásticos y terroríficos.
Corren rumores de que en las montañas que rodean el valle del sanatorio habitan seres feroces –las empusas del título, una suerte de mitológicos demonios femeninos– y no tardan en aparecer unas extrañas muñecas hechas de barro, musgo y ramas, mientras se habla en voz baja de extraños de sacrificios humanos.
El sanatorio como microcosmos
Un sanatorio es una microsociedad, un espacio fuera del tiempo, un escenario en el que se curan los cuerpos y las almas divagan, un lugar de encuentros y cruce de destinos, un balcón desde el que contemplar el devenir de la historia. La montaña mágica sentó cátedra. En catalán tenemos El mar de Blai Bonet como notable ejemplo de literatura de balneario. En cine Julien Temple contó en Vigo, historia de una pasión la relación del genial cineasta anarquista Jean Vigo y su amada Lydu en un sanatorio para tuberculosos. A él la enfermedad se lo llevó con solo 29 años. La inquietante cinta de terror La cura del bienestar nos adentra en un sanatorio suizo en el que suceden cosas misteriosas y atroces, como en Tierra de empusas, en la que asoman ecos de la alucinada Sanatorio bajo la clepsidra, de su compatriota, el malogrado Bruno Schultz.
No es la primera vez que Tokarczuk se sirve de un género literario para construir sus fábulas sociales. Ya lo hizo en Sobre los huesos de los muertos , que tomaba prestados códigos de la novela policiaca, o en la voluminosa y ambiciosa Los libros de Jacob , con la novela histórica como referente. Es algo que también maneja con eficacia otro reciente premio Nobel, Kazuo Ishiguro, al que he tenido el honor de traducir al castellano; en su caso ha jugado con la ciencia ficción ( Nunca me abandones, Klara y el Sol ) o la novela artúrica ( El gigante enterrado ) para construir profundas exploraciones del alma humana.
En ninguno de los dos casos se trata de fabricar un pastiche o un divertimento, ambos escritores se sirven de la literatura de género para construir obras de elevada ambición en forma de poderosas parábolas.
Tierra de empusas nos habla de que hay enfermedades más difíciles de sanar que las del cuerpo: enfermedades del alma que se enquistan en la sociedad en forma de prejuicios y miedos. Por ejemplo, la misoginia que despliegan los protagonistas en sus conversaciones.
La autora las resuelve además mediante un juego de notable malicia literaria, porque al final nos desvela que las sandeces que sueltan los huéspedes de la posada sobre las mujeres proceden en realidad de textos de grandes escritores y pensadores, desde Platón a Jack Kerouac. Hay otro juego literario al que conviene prestar atención: fíjense en la peculiar voz narradora, que en algunos momentos adopta el plural.
La transformación final del protagonista poco tiene que ver con la Europa de la gran guerra y mucho con corrientes muy en boga en el mundo actual. Thomas Mann concibió inicialmente La montaña mágica como “una novela con intenciones pedagógico-políticas básicas”, aunque al final se acabó convirtiendo en algo más complejo. Tierra de empusas tiene una clara voluntad pedagógico-política, elevada gracias a la literatura.
Olga Tokarczuk Tierra de empusas Anagrama Trad. de Abel Murcia y Katarzyna Molonievicz 340 páginas 21,90 euros