La artista del Brasil moderno que 'nació' para la pintura en Barcelona

TARSILA DO AMARAL

Con motivo de la próxima exposición en el Guggenheim de Bilbao repasamos su carrera, sus años barceloneses y la que fue su primera pintura, hecha en la capital catalana

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Tarsila do Amaral: 'Autorretrato "', 1924, detalle 

© Tarsila do Amaral Licenciamento

La gran pintora del Brasil moderno, Tarsila do Amaral (1886-1973), estuvo a punto de no serlo, porque lo que le atraía era la música, en concreto el piano. Hasta que se dio cuenta de que en algún momento “debería subir al palco, y recibir aplausos, y por timidez... por timidez pasé a hacer pintura”. Pero también porque había descubierto el arte, y fue en Barcelona, durante los dos años que estuvo interna en el Colegio Sagrado Corazón, entre 1902 y 1904. Fue justamente ese año, el de su regreso a São Paulo, cuando produjo la que sería su primera pintura, un Sagrado Corazón de Jesús copiado de una lámina antigua.

Ella misma contaría en una entrevista grabada con toda formalidad en su residencia de São Paulo en mayo de 1971 que “cuando llegué al colegio de Barcelona era muy pequeña y aún no sabía dibujar. Uno de mis trabajos duró un año entero porque hacía y deshacía, una y otra vez. Descubrí un método para corregirme: ponía el papel sobre el que había calcado encima de la parte que estaba mal y con puntitos hechos con una aguja muy fina para no estropear la tela iba siguiendo el calco y volvía a empezar. Era un trabajo muy duro”.

El 'Sagrado Corazon de Jesús' que Tamara de Amaral pintó en Barcelona en 1904

El 'Sagrado Corazón de Jesús' que Tamara de Amaral pintó en Barcelona en 1904 

James Lisboa Leiloeiro

Un trabajo muy duro, pero que según Aracy A. Amaral, autora de la biografía canónica de la artista, Tarsila: sua obra e seu tempo, esta “primera experiencia en pintura en un Colegio de Barcelona” tuvo “un éxito -de tan elogiada- que la habría animado a continuar con otros intentos de vuelta a Brasil, en la hacienda”. La hacienda en la que pasó largas temporadas de niña  junto a sus seis hermanos y a la que volvió mentalmente cuando su pintura, ya adulta, se insertó en el modernismo brasileño, del que fue una de sus creadoras.

Tarsila do Amaral: ‘Carnaval en Madureira’, 1924

Tarsila do Amaral: ‘Carnaval en Madureira’, 1924 

© Tarsila do Amaral Licenciamento

EL MODERNISMO. La artista, su marido Oswald de Andrade y el poeta Blaise Cendrars visitaron los Carnavales de Río de Janeiro. Para las fiestas se había construido en Madureira, a las afueras de Río, una reproducción de la Torre Eiffel. La artista hace una elaborada composición de la escena.

Don José Estanislau Amaral, hacendado cafetero, quería dar una buena educación a sus hijos, primero con una profesora belga que les enseñaba en francés, más adelante enviando a dos, Tarsila y Cecilia, en el buque Magellan rumbo a España, donde quedaron internas en la capital catalana.  En el colegio barcelonés,  una joven Tarsila de 16 años se sintió estimulada por el ambiente del centro y a los tres meses de su llegada ya obtuvo el primer premio en un concurso de caligrafía, una disciplina que le apasionaría toda su vida. El certamen estaba reservado para las mejores estudiantes y no fue el único que ganó: “siempre aplicada, en la fiesta de fin de curso obtuvo tantos premios ‘que le llegaban hasta la barbilla, de tan cargada que iba de... libros’”, como le explicó Tarsila a su biógrafa, Aracy A. Amara

Siempre había sido la más estudiosa de la clase. Desde el principio la pequeña Tarsila, una niña inquieta y traviesa pero muy callada, se concentraba en todo lo que hacía, tal vez para superar esa timidez, ese temor a hablar en público que, según la propia artista, aún experimentaba a los 85 años. Pero esta determinación fue la que mostró en el tiempo que dedicaba a perfeccionar todo lo que hacía, como ya se vio en aquel primerizo Sagrado Corazón. 

Tarsila do Amaral: 'A cuca', 1924

Tarsila do Amaral: 'A cuca', 1924

© Tarsila do Amaral Licenciamento

LA BRASILIDAD.  En esta pintura, que Tarsila menciona a su hoja en una carta, une el lenguaje de las vanguardias con su redescubrimiento de Brasil. Una 'cuca' es un 'bichito' y junto a otros animales se inserta en un paisaje selvático.

Los dos años barceloneses de las hermanas Do Aramal resultaron satisfactorios. Según la biografía de A.A. Amaral, “una señora acompañaba a las niñas que pasaban las vacaciones sin salir, llevándolas de excursión. Visitaron Nuestra Señora de Montserrat, y Tarsila, encantada y perpleja, diría: ‘parecían zanahorias inmensas aquellas montañas… Y la riqueza de la Virgen, las piedras preciosas de su manto!’”.

En 1904, y antes de regresar a Brasil, donde contrajo matrimonio a los 18 años, pasaron por París, una ciudad que, explicaría en sus Recordações de París en 1952, “no era la maravilla que siempre me habían contado, fue una especie de decepción”. Una decepción de la que se resarció a su vuelta a la capital francesa en 1920, divorciada y madre de su única hija, Dulce, y ya también dedicada plenamente a la pintura, de la que había tomado clases en Brasil.

Tarsila do Amaral: 'Obreros', 1933.

Tarsila do Amaral: 'Obreros', 1933.

© Tarsila do Amaral Licenciamento

ARTE SOCIAL. Su matrimonio con el intelectual marxista Osorio César dio paso a una etapa de pintura social, en la que se inscribe esta tela, la mayor que pintó la artista y la que consideraba más importante. Los trabajadores representados muestran una sociedad mixta racialmente, con un paisaje industrial, reflejo la transformación de São Paulo.

París y São Paulo, ida y vuelta. La vida, la carrera y la inspiración de la artista se movería entre estas dos ciudades. Adelantada a su época en su espíritu y actitudes libres y en su consagración al arte, en su estancia francesa conoce a Fernand Léger y descubre el cubismo, el dadaísmo, el futurismo, en Brasil entra en contacto con el Grupo de los Cinco, el núcleo del modernista brasileño, que dará un vuelco a la pintura de Tarsila de Amaral. 

Y conoce a un compatriota escritor, Oswald de Andrade, con quien vive una intensa relación amorosa que desembocará en 1926 en matrimonio. Son años de viajes entre los dos continentes, en París se relaciona con la intelectualidad, Picasso, los Delaunay, Cocteau, Stravinski y Satie, los deslumbra con sus vestidos de alta costura, en especial un abrigo rojo con el que acude a una cena y que dará lugar a su célebre autorretrato Manteau rouge (1923).

Tarsila do Amaral: 'Autorretrato I', 1924

Tarsila do Amaral: 'Autorretrato I', 1924

© Tarsila do Amaral Licenciamento

SOFISTICADA. La artista pintó este autorretrato en una etapa de continuas idas y venidas entre París y São Paulo, de cenas y encuentros con la intelectualidad parisina, a los que impresionaba con sus trajes de Jean Patou y Paul Poiret. Su Autorretrato, en consonancia, la muestra con un aire sofisticado, aristocrático y cosmopolita

Pero ese mismo año pinta A Negra, inspirada en las mujeres que conoció en el campo y con múltiples interpretaciones, una maternidad afro-brasileña, una obra icónica del primitivismo brasileño, un tótem pagano. También escribe a su familia: “Cada vez me siento más brasileña: quiero ser la pintora de mi tierra”. Viaja ahora por el interior de Brasil: “Encontré en Minas los colores que amaba cuando era niña. Después me enseñaron que eran feos y caipiras (campesinos). Pero me vengué de la opresión, transfiriéndolos a mis lienzos: el azul más puro, el rosa violeta, el amarillo brillante, el verde cantante”. Son los colores que aparecerán en adelante en su obra. 

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En 1924 inicia su cuadro A cuca y escribe a su hija: “es un bicho raro, en la selva, con un sapo, un armadillo y otro bicho inventado”. En una entrevista, habla del cubismo como el “servicio militar” del artista moderno, mientras reafirma su brasilidad : “soy profundamente brasileña y voy a estudiar el gusto y el arte de nuestros caipiras. Espero, en el campo, aprender con quienes aún no han sido corrompidos por las academias”.”

En 1928 la artista pintó un cuadro que describió como “monstruoso, yo misma no sabía cómo lo había hecho”. Andrade dijo que la pintura parecía “un antropófago, un hombre de la tierra”. En un diccionario de la lengua tupí-guaraní Amaral encontró “a-ba-po-ru, hombre que come a hombre” y decide titularlo Abaporu : se trata de una figura humana de cabeza mínima y pies enormes junto a un cactus y un sol. 

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La pintura y el Manifesto Antropófago de Andrade dieron lugar a la Antropofagia, que busca engullir la cultura europea, dominante en la época, y transformarla en algo brasileño, en realidad esa era la continua búsqueda de Tarsila, la que la ha situado en la historia del arte: una síntesis entre el lenguaje moderno –reelaborado partir de las vanguardias europeas– con la temática y estética brasileñas. La serie de pinturas de esta época bebe de las historias que contaban las mujeres negras de la fazenda, sus supersticiones y hechicerías.

Tras divorciarse de Andrade la artista inicia una etapa de pintura social, viaja a la URSS con su nuevo compañero. Será una etapa breve, luego vendrán las ilustraciones de libros, la investigación de nuevas líneas, los reconocimientos. Sin embargo, como destaca la comisaria de arte Rachel Vallego, sigue siendo una mujer misteriosa, que “al margen de los colores brillantes de sus obras dejó espacios en blanco sin ningún material para que podamos rellenarlos”. La exposición del Guggenheim coincide con la muestra Brasil! ¡Brasil! El nacimiento del modernismo , en la Royal Academy de Londres, de la que la obra de Amaral forma parte destacada. El mundo (del arte) es brasileño.

Fuentes : Regina Teixeira de Barros, en el catálogo de la Fundación March “Tarsila do Amaral”. Aracy A. Amaral: Tarsila: sua obra e seu tempo. Entrevista a Tarsila do Amaral, Museu Da Imagem e Do Som, São Paulo. Catálogo Raisonné de Tarsila do Amaral.

Tarsila do Amaral. Pintando el Brasil moderno Comisarias: Cecilia Braschi y Geaninne Gutiérrez-Guimarães Museo Guggenheim. Bilbao. Del 21 de febrero al 1 de junio. Con anterioridad estuvo en el Musée de Luxembourg, París

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