Las 'Santas' de Zurbarán, las primeras modelos de alta costura

ARTE

En contraste con el dramatismo barroco, Zurbarán pintó mujeres santas vestidas con espléndidos trajes a la moda; con motivo de una exposición en Málaga analizamos las indumentarias

SPAIN - CIRCA 2002:  St Casilda, 1630-1635, by Francisco de Zurbaran (1598-1664), oil on canvas, 171x107 cm. (Photo by DeAgostini/Getty Images); Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza. (Photo by DeAgostini/Getty Images)

'Santa Casilda', de Francisco de Zurbarán, detalle 

Museo Thyssen-Bornemisza

“¿Qué cosa más indecente, que una imagen de nuestra Señora con saya entera, ropa, copete, valona, arandela, gargantilla, y cosas semejantes? ¿Y unas santas vírgenes vestidas tan profanamente, y con tantos dixes y galas que no traen más las damas más bizarras del mundo?”. Cuando el influyente jesuita Bernardino de Villegas lanzó esta airada queja en 1635, Zurbarán acababa de pintar, o estaba dando los últimos retoques, a su Santa Casilda. Y sí, más que una santa, podría parecer una dama de la alta sociedad, o un figurín de moda a los ojos actuales. 

Las Santas de Francisco de Zurbarán (1598-1664) han llamado la atención durante siglos por su aspecto tan sofisticado, vestidas con ropajes más propios de una mujer mundana que de una religiosa y profusión de joyas, pero también destaca el cuidado con el que el pintor reprodujo las calidades de las telas, su brillo y su pliegue. 

Francisco de Zurbarán: 'Santa Casilda', c.1630-1635

Francisco de Zurbarán: 'Santa Casilda', c.1630-1635 

Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Sin duda causarían admiración confusión entre el público, pero también mucha confusión, al ver la imagen de una virgen mártir ataviada con las más ricas y elegantes vestiduras contemporáneas. ¿Se trataba de un retrato profano o de una imagen sagrada?

En su momento lograron un éxito tan enorme que el taller del artista trabajó a destajo para cumplir con todos los pedidos de Santas que llegaban, incluso de las Américas. Se ha documentado que en 1647 Zurbarán recibió un pago por veinticuatro vírgenes para el monasterio de Nuestra Señora de la Encarnación en Perú, y en 1649 está registrado el envío de otras quince con destino a Buenos Aires.

Detalle de Santa Casilda

Detalle de Santa Casilda 

Museo Thyssen-Bornemisza

‘SANGRE’ Y JOYAS. El centro de la pintura se sitúa en la manga de la saya interior, que destaca por su rojo intenso. El rojo, color de la sangre, ha estado siempre presente en la iconografía cristiana, ligado a Cristo y a los mártires. Esta simbología religiosa contrasta con la mundanidad de la joya, un apretador o brazalete de oro, decorado con perlas alrededor de una gran piedra de azabache. No es la única joya que luce la santa: porta una diadema de oro y piedras oscuras, un collar de perlas con un colgante de oro y un aderezo en el cabello también de perlas que representaban la pureza y que encontramos en otras santas.

Detalle de 'Santa Casilda'

Detalle de 'Santa Casilda' 

Museo Thyssen-Bornemisza

LA RIQUEZA DE LAS TELAS. Hasta finales del siglo XVI se utilizaban los mismos tejidos para indumentaria o decoración. El interés por la imagen en el Siglo de Oro hizo que se diferenciaran y las clases pudientes emplearan para vestir telas costosas, como este sayo en brocado, cosido con hilos de oro, y seda tabí, que se tejía con pelo de cabra. Los motivos son de piña o ‘alcachofados’, propios del brocado.

Se reconocen como salidos de las manos del artista unos 17 a 23 diecisiete retratos de este género, según las fuentes, pintados entre 1635 y 1650, incluidas Santa Casilda, del museo Thyssen-Bornemisza, y Santa Marina, de la colección Carmen Thyssen. Ambas estarán presentes en la muestra Santas, en el museo Carmen Thyssen de Málaga, junto a la serie prestada por el Museo de Bellas Artes de Sevilla; ocho lienzos de un total de doce procedentes del Hospital de las Cinco Llagas, elaborados en el taller del maestro. 

Detalle de 'Santa Casilda'

Detalle de 'Santa Casilda' 

Museo Thyssen-Bornemisza

CAMINANDO HACIA CRISTO. La indumentaria femenina constaba de varias sayas, aquí vemos, bajo el brocado, la de en medio. La exterior acaba con una tira bordada con perlas, oro y piedras preciosas, contribuyendo a la imagen suntuaria de la vestimenta. La imagen, de cuerpo entero, muestra el pie de la santa, que parece caminar simbólicamente hacia Cristo.

Frente a la maestría de Zurbarán, las obras salidas del taller dependían de la habilidad del ejecutante, siempre siguiendo sus mismas características, versionando una y otra vez el exitoso producto. 

Detalle de 'Santa Casilda'

Detalle de 'Santa Casilda' 

Museo Thyssen-Bornemisza

LA ESTRUCTURA DEL VESTIDO.  La santa va ataviada a la manera barroca, con un vestido con media manga y saya interior con manga entera, posiblemente también un corpiño, por la superficie lisa del pecho. Sobre estas ropas se situaba el manto, en este caso en seda de color malva, abullonado y prendido en la espalda, con encaje de puntas españolas de plata.

El estatus de las santas, y por tanto su precio, seguían una escala: las obras autógrafas pintadas por el propio Zurbarán, las versiones pintadas por él, las pinturas ideadas por el maestro pero realizadas en colaboración con sus oficiales, las de sus oficiales en solitario pero siguiendo los patrones del maestro, y las de los imitadores, que se dedicaron prácticamente a clonar las Santas.

Detalle de 'Santa Casilda'

Detalle de 'Santa Casilda' 

Museo Thyssen-Bornemisza

LAS FLORES DEL BIEN. Si la indumentaria podía confundir, otros elementos, bien conocidos por los fieles en aquel momento, las identificaban como las santas a las que correspondía el retrato. Santa Casilda porta en su falda unas rosas que remiten al milagro en que, cuando llevaba unos alimentos a los prisioneros cristianos de su padre, el emir de Toledo, estos se transformaron en rosas para que no la descubrieran.

En un barroco caracterizado por el dramatismo/tremendismo en la pintura religiosa, Zurbarán representó con sus Santas otra manera de conmover a los fieles, que era la finalidad de estas pinturas, menos sangrienta y trágica, más agradable, sin perder el carácter propagandístico, pero ese no fue el único motivo para estas visiones tan alejadas del martirologio tradicional. 

SANTA_MARINA

Zurbarán: 'Santa Marina' 

Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en préstamo gratuito en el museo Carmen Thyssen

SENCILLEZ. Según la tradición, Santa Marina prefirió una vida humilde a la riqueza, de ahí la sencillez de su atuendo, al ser retratada como una pastora, hecho que los fieles podían identificar al portar un zurrón, eso sí, de lanas bien trenzadas. 

Tanto en España como en el resto de Europa se solía representaba a los personajes con la indumentaria de la época, y utilizar tejidos de gran calidad y joyas, exponente de una posición social alta, suponía una manera de resaltar su dignidad y trascendencia, también, en el caso de Santa Casilda, su renuncia a una vida de lujos como hija de un rey árabe, para acabar martirizada tras su conversión al cristianismo. 

Una tercera explicación consistiría en que en el barroco el teatro sacramental estaba muy en auge, de la misma manera que las procesiones, especialmente las del Corpus Christi, representaciones teatrales en las que los actores desfilaban por las calles, representando el papel de santos, de manera que habrían influido en Zurbarán.

Taller de Zurbarán: 'Santa Dorotea', c.1640-1650

Taller de Zurbarán: 'Santa Dorotea', c.1640-1650 

Museo de Bellas Artes de Sevilla

EL TALLER. El retrato forma parte de la serie de doce pinturas que el taller de Zurbarán creó para el Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla.  La manera con que se han trabajado tela de la saya y el velo muestra la habilidad de algunos miembros del obrador del maestro. En cambio, el cuello es desproporcionado.

Y es que las series que se conservan en varias iglesias, la de las Clarisas de Carmona  o la de San Agustín de Bogotá, muestran a las santas en las paredes como si marcharan en una procesión. Aunque todas ellas procedieran del taller de Zurbarán, conservan esas vestiduras elegantes y ricas que, vistas con la mentalidad actual, hacen pensar en un desfile de moda. 

Taller de Zurbarán: 'Santa Matilde',  c. 1640-1650

Taller de Zurbarán: 'Santa Matilda', c. 1640-1650 

Museo de Bellas Artes de Sevilla

ESPECTACULAR E INDIFERENTE. La Santa viste un manto rojo que deja ver una basquiña de rico brocado de tonalidades rojas y doradas sobre fondo verde y bordados de perlas y piedras preciosas, que dejan ver en su parte inferior parte de la falda de un luminoso amarillo. La reproducción de las telas habla de la calidad del ejecutor anónimo de esta santa, sin embargo su mirada casi indiferente hacia el espectador la diferencia del maestro.

Pero de nuevo no era todo tan devocional: estaban de moda los retratos a lo divino, en que una clientela femenina de la alta sociedad era mostrada con los atributos religiosos de una santa. Tan exitoso fue que de nuevo y tras el fracaso de las admoniciones anteriores, el propio Papa Urbano VIII ordenó en 1642 que los personajes religiosos fueran representados con vestidos aprobados “por una tradición antigua”. Y menos “cosa indecentissima”, al decir del enfadado jesuita.

Lee también

Cómo los ositos de peluche conquistaron el mundo

ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN
a

Las Santas de Zurbarán y su taller siguen un mismo patrón: pintadas de cuerpo entero (1,70 m.) o tres cuartos, suelen girar el rostro para mirar directamente al espectador y adelantan una pierna como si estuvieran en movimiento: una explicación generalmente aceptada es que caminan a reunirse con Cristo. 

Los fondos siempre son oscuros para resaltar a las retratadas, sin ninguna escena tras ellas, y los pliegues de las telas consiguen un efecto escultórico tridimensional. Algunas de las Santas aparecen vestidas de forma más modesta, como Santa Marina, retratada como pastora, pero las ropas siguen siendo de calidad y trabajadas también a conciencia por Zurbarán.

Lee también

El rey de los pesebres

ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN
a

El maestro conocía bien las calidades de los tejidos debido a que su padre comerciaba con telas finas, así que para sus Santas elegía de sedas, tisú, tafetanes, damascos, brocados y algodones, siempre de brillantes colores.

También eran muy importantes las joyas, empleadas profusamente por las damas de clase alta. De la misma manera las Santas las joyas lucen adornos que dependen de la categoría de la figura retratada, desde un simple collar a apretadores, horquillas y diademas, coronas sí son reinas, y sobre el vestido broches de oro con piedras preciosas, cinturones de la misma factura, botones de oro...

Mujeres divinas y al tiempo mundanas, divinamente también, ya lo decía el jesuita Villegas: “Que, a vezes, duda un hombre, si las adorará por Santa Lucía, o Santa Catalina, o si apartará los ojos, por no ver la profanidad de sus trajes: porque en sus vestidos y adorno no parecen santas del cielo, sino damas del mundo”.

Zurbarán. Santas. Museo Carmen Thyssen. Málaga.www.carmenthyssenmalaga.org. Del 4 de febrero al 20 de abril

Fuentes: B. Navarrete Prieto, ‘Santas de Zurbarán: devoción y persuasión’, A. Descalzo Lorenzo, ‘Las Santas de Zurbarán, vestidas para el cielo’, C. Herrera Raquejo: ‘Vestir la joya: ángeles y santas de Zurbarán’, y textos del Museo Carmen Thyssen

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...