Entre los creadores de series de televisión, es una verdad más o menos aceptada que las series situadas en una universidad o con protagonistas universitarios lo tienen difícil para triunfar a lo grande. Es más fácil, se cree, apelar al gran público con una serie de instituto, porque esa es una experiencia más universal, o con una de jóvenes adultos tipo Friends o Seinfeld, por poco realista que sea su vida desde un punto de vista financiero. Cada vez que se cancela una serie universitaria, como sucedió hace poco con La vida sexual de las universitarias, que no renovará tras tres temporadas, se repite esa idea. Aunque exista supuestamente esa maldición, se siguen estrenando series que recrean los campus estadounidenses. La última, Impostura, la serie que se puede ver en Prime creada por Benito Skinner, un cómico que se hizo famoso por las imitaciones de famosos que colgaba en YouTube, Instagam y TikTok. Skinner basó la serie, situada en el campus ficticio de Yates, en su propia experiencia universitaria, los años en los que se esforzó por sobrecompensar –el título original de la telecomedia es Overcompensating– sus actitudes para no parecer gay, hasta que por fin salió del armario. Dos puntos extra en Impostura: la música, escogida por Charli XCX, que es también productora ejecutiva, y los cameos inesperados de figuras de la cultura pop.
TRADUCTORES, OBSESIVOS Y EX-REPIPIS
La Nobel de Literatura polaca Olga Tokarczuk
Ocho traductores de una misma autora, Irena Rey, que podría ser o no ser Olga Tokarczuk, se reúnen en un bosque polaco para trabajar juntos en la obra que podría consagrar por fin a esa escritora que siempre suena para el Nobel. Esa es la premisa de La extinción de Irena Rey (Anagrama), el juguetón thriller literario con el que la traductora Jennifer Croft debuta en la novela –Croft es, por cierto, la encargada en la vida real de pasar al inglés los libros de Tokarczuk–. Dos de los traductores que aparecen en la novela, Alexis y Emelia, representan versiones extremas de dos modelos habituales en la profesión. Alexis, el traductor para Estados Unidos, representa al profesional que interpreta y aporta demasiado de su propia cosecha, y Emelia es la traductora obsesivamente fiel al texto original. Croft ha confesado que al principio de su carrera fue una Emelia de manual y ahora, con autores a los que ha traducido mucho, intenta no creerse demasiado lo de que toda traducción es una colaboración. La versión del libro en español incluye una nota de la traductora, Regina López Muñoz, que participa del juego literario que plantea Croft y en el que se puede leer: “Las traductoras de hoy somos las niñas repipis de ayer”. Además, López Muñoz, que ha traducido a Mary Karr y Edna O’Brien entre otros, hace en esa nota una metarreflexión sobre ese trabajo “sisífico”, que está “sujeto siempre al escrutinio de generaciones futuras”.
¿POR QUÉ NETFLIX HA SALVADO ‘BARRIO SÉSAMO’?
Epi y Blas, personajes de 'Barrio Sésamo'
El monstruo de las galletas y su pandilla han estado a punto de quedarse sin casa en un momento políticamente tenso. HBO Max anunció que no estaba interesada en seguir alojando temporada presentes y pasadas del legendario programa infantil, justo cuando Donald Trump ha declarado la guerra abierta a la PBS, la televisión pública estadounidense, que es la principal casa de Barrio Sésamo, un programa educativo que siempre ha virado hacia la izquierda. Finalmente, Netflix ha firmado un acuerdo con Sesame Workshop, la entidad sin ánimo de lucro que produce el programa, y ha aceptado no tener la exclusividad sino compartirla con la PBS. ¿Lo hacen por el bien de los niños, para que no peligre una institución de la tele educativa que lleva funcionando desde 1969? No exactamente, según la consultora Emily Horgan, que escribe una newsletter sobre la industria de la televisión infantil. Según Horgan, Netflix, que acaba de empezar a producir también videojuegos para público diminuto (se han estrenado con el juego de Peppa Pig), busca posicionarse como la “opción segura” para los padres con miedo a las pantallas, lo opuesto a YouTube. La plataforma buscaría venderse como la proveedora de contenidos que no derriten del todo el cerebro de los niños, y para eso nada mejor que asociarse con una marca de imagen tan impoluta como Barrio Sésamo.
¿LO DEL PARTENÓN? DEJÁDSELO A CLOONEY
Obras del Partenón en el Museo Británico
“Volverán, lo sé, mi mujer y yo hemos trabajado mucho para que sea así y seguiremos insistiendo hasta que suceda, no hay duda”. El retorno de los mármoles del Partenón de Reino Unido a Grecia es desde hace décadas un conflicto bilateral de primera magnitud entre dos países, una de las cuestiones más cargadas, si no la más, en la geopolítica del arte y un símbolo de lo que un tiempo se entendió como conservación y ahora como saqueo. Pero para George Clooney, que es quien hizo esas sorprendentes declaraciones al periódico griego Ta Nea, quizá lo de los mármoles es solo un punto más en su agenda global político-humanitaria. También fue él quien se encargó de precipitar con una carta abierta que Joe Biden no se presentase a su reelección el año pasado y recientemente ha dado detalles de cómo Biden no le reconoció la última vez que se vieron y eso alertó al actor y director del declive de las capacidades cognitivas del ex presidente.
