Las llamas bailan su música misteriosa. Sobre el fuego burbujea el pote, suspendido por las pregancias, las cadenas de hierro. Alrededor de la lumbre, un hombre hace un cesto, una mujer hila lana, y hay quien cose o remienda. Al mismo tiempo, cuentan cuentos. Y los escuchan. Es la tradición leonesa del filandón, que a veces se cita como motivo de que esta tierra, fría pero hermosa, como dijera uno de sus cuentistas, Antonio Pereira, siga siendo un territorio fructífero en escritores. Y ahora también –porque no siempre ocurrió– en escritoras.
El filandón, o calecho, como se llama en las comarcas de Laciana, Babia y Luna, se sigue haciendo en León e incluso hay asociaciones que lo promueven. Algunos de los principales escritores leoneses, especialmente Luis Mateo Díez, José María Merino y Juan Pedro Aparicio, mantienen viva esta llama de narraciones orales y la han llevado a lugares tan distantes como Nueva York. Lo dejó registrado para la posteridad, en el cine, el director berciano Chema Sarmiento. En su película El filandón, de los años ochenta, además de los citados Pereira, Mateo Díez y Merino, aparece Julio Llamazares.
El magisterio de estos autores, y de otros como los poetas Antonio Gamoneda, Antonio Colinas y Juan Carlos Mestre, es reconocido por los escritores y escritoras leoneses. No es poca cosa que la provincia atesore dos premios Cervantes: Gamoneda y Mateo Díez, y tres premios Nacionales de las Letras: Mateo Díez y Merino, además de Raúl Guerra Garrido, al que, a pesar de su nacimiento en Madrid y de haber pasado la mayor parte de su vida en San Sebastián, se le considera parte de las letras leonesas porque su familia está ligada a la localidad berciana de Cacabelos, en cuyo cementerio está su tumba desde marzo del 2023, tal y como él quería. De entre las compañeras generacionales de estos autores hay que citar a las fallecidas Elena Santiago, premio Castilla y León de las Letras, y a Josefina Aldecoa, integrante de la Generación del 50 junto con su marido Ignacio Aldecoa.

Antonio Gamoneda
VETERANOS. Las letras leonesas cuentan con una nutrida nómina de autores veteranos con un éxito literario firmemente consolidado y cuyo magisterio es en la actualidad reconocido por las generaciones más jóvenes de escritores. Entre los autores veteranos encontramos narradores, como Julio Llamazares o Luis Mateo Díez y poetas como Antonio Gamoneda
Los autores consagrados de la literatura leonesa son, además, muy prolíficos. Luis Mateo Díez va casi a libro por año. El más reciente es la novela El amo de la pista, publicada por Alfaguara. En esa misma editorial publican José María Merino, cuya última obra es el libro de cuentos Yo y yo en breve; y Julio Llamazares, que está finalizando su próximo libro, El viaje de mi padre, que saldrá a finales de septiembre. Es un libro de viajes en el que Llamazares sigue los pasos de su padre, Nemesio Alonso, al que la Guerra Civil le pilló con dieciocho años en León y le llevó a los frentes más duros, a las batallas de Teruel, Castellón y Espadán.
Desembarco de escritoras. La escritora y periodista ponferradina Raquel Peláez, con Quiero y no puedo, es el éxito editorial más reciente de entre los autores nacidos en la provincia. Su ensayo, subtitulado Una historia de los pijos de España y publicado por Blackie Books, ha vendido ya más de veinte mil ejemplares. Con inteligencia e ironía, Peláez desenreda la maraña histórica, económica y mediática de algunas de las familias más adineradas de España. A la vez, subraya conceptos como el de disforia de clase, el rechazo a la propia clase social, a no considerarse clase trabajadora; y el de emulación pecuniaria, creado por el sociólogo estadounidense Thorstein Veblen en su Teoría de la clase ociosa y descrito como el mecanismo que lleva a las clases sociales más bajas a consumir para tratar de imitar a las superiores.
En el género del ensayo destaca también Violeta Serrano, con dos libros: Poder migrante y Flores en la basura, cuyos temas son la migración y la precariedad laboral, anudados a sus experiencias como migrante en Argentina. Autora también de poemarios y novelas –como Hijas de nadie, publicada en la singular editorial leonesa Mr. Griffin–, Serrano es la impulsora de Escuela Savia, un proyecto de creación y escritura que reivindica el contacto con la naturaleza y los pueblos.

Luis Mateo Diez
De la mano de la citada Mr. Griffin aparece otra de las voces más interesantes de entre las jóvenes autoras leonesas: Ana Flecha Marco. Escritora y traductora de noruego, inglés y francés, es además editora, ilustradora e intérprete de jotas feministas –reinterpretando jotas tradicionales– en el dúo Ajuar, junto a la extremeña Corazón Gallardo. Tras Dos novelitas nórdicas y Piso compartido, Ana Flecha Marco ha publicado Planeta solitario, un ensayo sobre el viaje y el concepto de pertenencia a un lugar.
Marta del Riego Anta, novelista, poeta, ensayista y periodista, está también entre las autoras más destacadas. Acaba de publicar en AdN (Alianza) la novela Cordillera, que transcurre en la montaña leonesa. En ella acrisola algunas de las tensiones del mundo rural: la instalación de aerogeneradores, el lobo y el oso pardo y su relación con la actividad de los ganaderos y de los pastores trashumantes. En la novela hay diálogos en patsuezu, variedad occidental del leonés o llionés.
“A menudo pienso en por qué hay tantos escritores en León y creo que se debe a la importancia de la tradición oral del noroeste. Contamos historias. Somos una región de pueblos pequeños en los que la gente conoce las historias de sus vecinos y tenemos un tejido oral, una costumbre de narrar”, dice Marta del Riego. Y añade: “Además tenemos la memoria de una vieja tierra y eso no quiere decir que nuestra literatura sea melancólica ni nostálgica, pero de ahí surge nuestra pasión por la narración. También es interesante que seamos periféricos, en lo geográfico y en lo político, y en otras cuestiones. Y nuestro paisaje marca mucho”.

Julio Llamazares
La autora bañezana resalta además la cercanía que ha existido siempre con los escritores leoneses. “Al poeta de referencia en mi pueblo, que es Antonio Colinas, te lo encontrabas por la calle. Lo leías en el colegio y luego lo veías, porque organizaba eventos literarios. Nosotros hemos estado muy cerca de nuestros escritores”.
Fin del carbón y desindustrialización. La utilización del llionés, además de en Cordillera, aparece en dos novelas recientes: Facendera y Ropa tendida, de Óscar García Sierra, publicadas por Anagrama. García Sierra ha hecho de la desindustrialización en las cuencas mineras, en concreto en La Robla, municipio del que es originario, su tema principal. Ambas novelas transcurren en esa localidad, en los días anteriores y posteriores al derribo de la central térmica de carbón, y siguen las vidas de unos personajes que intentan conjurar el vacío existencial. El talento de Óscar García Sierra se manifiesta sobre todo en su oído para los diálogos, que le permite crear a unos personajes a los que se oye respirar.
El cierre de las minas de carbón, un importante sector laboral, económico e identitario de la provincia leonesa, está en buena parte de su producción literaria actual. Desde el ensayo, como el reciente Don Vito, sobre el empresario minero Victorino Alonso, escrito por la periodista Cristina Fanjul y el historiador Víctor del Reguero, a libros de cuentos como Relatos mineros, del escritor y minero Juan Carlos Lorenzana o ¿Dónde está nuestro pan?, del escritor y poeta Abel Aparicio.
⁄ La tradición oral de los pueblos, la costumbre de narrar y contar historias, explica la proliferación de escritores
La mina ha interesado además a un tipo de escritores a los que se suele olvidar: los dramaturgos. A partir de las historias de mujeres relacionadas con la minería del carbón y de los accidentes en dos pozos mineros, el ponferradino Álvaro Caboalles escribió Carbón. Negro. Procedente también de la capital berciana, el dramaturgo Luis Alija estrenó el año pasado La parábola del carbón, una obra de teatro documental que incorporó el resultado de entrevistas a personas que habían trabajado en las minas y en la construcción de las centrales térmicas, ahora ya desmanteladas.

Marta del Riego Anta
NOVELES. La vitalidad literaria de la provincia de León se refleja en un muy nutrido grupo de autoras y autores que están permanente renovando y afianzado las letras del lugar. Y lo hacen desde todos los géneros, de la narrativa al ensayo, de la poesía a la literatura infantil y juvenil, a la vez que mantiene vivas editoriales y revistas. Entre estos nuevos valores literarios destacan nombres como Marta del Riego Anta, Óscar García Sierra y Raquel Peláez
Semillero de poetas. “León es cuna de poetas y creo que, junto con Granada, son los dos grandes focos actuales de poetas en esta primera mitad del siglo veintiuno. En mis visitas a Latinoamérica veo que la gente vinculada al mundo poético ubica bien León y conoce a nuestros maestros, a Gamoneda, a Colinas, a Mestre. Y las nuevas generaciones, como Alba Flores Robla o Ruth Miguel, están creando nuevas poéticas. Hay mucha cantera, sobre todo teniendo en cuenta que somos una provincia con poca población”, dice Rafael Saravia.
Aunque nacido en Málaga, Saravia vive en León desde niño y a esta ciudad está ligada su actividad como poeta y como presidente del Club Leteo, que organiza el premio del mismo nombre y que han recogido autores como Paul Auster y Martin Amis, Sharon Olds, Angélica Liddell, Juan Gelman, Amélie Nothomb, Enrique Vila-Matas, Mircea Cărtărescu y el cantautor Silvio Rodríguez, entre otros. El primer premio Leteo, en el 2001, fue para Antonio Gamoneda y el más reciente, en el 2024, para la escritora palestina Adania Shibli. Coincidiendo con la entrega del premio se celebra el Festival Internacional Palabra.
León es una tierra tan fértil en poetas que resulta imposible citarlos a todos. Por empezar por lo inmediato, el último premio Nacional de la Crítica en la modalidad de poesía ha sido para el poemario El que menos sabe, de Tomás Sánchez Santiago, zamorano asentado en León. Esta obra, como otras suyas, ha sido publicada por la editorial leonesa Eolas. La voz lírica de Sánchez Santiago, emocional y transparente, está también en su escritura diarística y en sus novelas.

Óscar García Sierra
Entre los hiladores leoneses de versos destacan Antonio Manilla, con premios como el Emilio Prados, José de Espronceda y Generación del 27; Ana Merino, también novelista y ganadora del premio Nadal; Margarita Merino, Ildefonso Rodríguez, Vicente Muñoz Álvarez, Víctor M. Díez, Sergio Fernández Salvador, Carmen Busmayor, Esther Folgueral, Sara R. Gallardo y José García Alonso, cuyo último poemario, Erosión, está atravesado por el paso del tiempo y las ausencias. “Apretamos el tiempo en nuestras manos / para saber que su calor se extingue”, escribe. También Luis Miguel Rabanal, fallecido el pasado mes de mayo. En los últimos años, la también poeta Eloísa Otero ha dado a conocer a otras voces novísimas en la colección Libros a cuentagotas, que publicó obras de autores leoneses o vinculados a León menores de treinta y cinco años.
Multiplicidad de géneros. La diversidad de géneros es una de las características de la literatura leonesa actual, con la aparición de algunos que no habían estado presentes hasta hace unos años. Además de las novelas, los ensayos y la poesía, uno de los géneros cultivados por los autores de la provincia es el dietario. Con dos representantes principales: Andrés Trapiello y Avelino Fierro. Trapiello sigue añadiendo kilómetros de palabras para recorrer su Salón de pasos perdidos, que ya suma veinticuatro libros. Y el memorioso Avelino Fierro, además de publicar asiduamente sus diarios, ha revitalizado el género epistolar con Estatuas de sal, una colección de cartas escritas durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus.
En el cuento, la influencia de Antonio Pereira se proyecta sobre Pablo Andrés Escapa. Y en el microrrelato, el añorado y excelente Fermín López Costero tiene epígonos como Fermín Rodríguez Trabado. En el género fantástico, José María Merino ha encontrado continuadores en Carlos Fidalgo y Manuel Ángel Morales Escudero. Han surgido además géneros insólitos en las letras leonesas, como la ciencia ficción, territorio favorito del escritor Ruy Vega, o la literatura pulp de las últimas obras de Luis Artigue. Y hay autores con influencias inusuales, como la japonesa en los cuentos de Ignacio Abad, que hace años que vive en ese país.

Raquel Peláez
El libro infantil y juvenil tiene quien lo escriba en las tierras leonesas. Y con éxito. David Fernández Sifres y la poeta Ana Isabel Conejo, que firma sus libros como Ana Alonso, son dos de sus representantes más conocidos. Ambos han conseguido el principal galardón en este ámbito: el premio El Barco de Vapor. Otras escritoras para los más jóvenes son Emma Varela, Ana Cristina Herreros, Vanesa Díez, Elisa Vázquez y Carmen Rodríguez. La última, junto con Sergio Castro, forma el proyecto Profesor10deMates. Además de publicar libros que unen literatura y divulgación científica, Rodríguez y Castro tienen seiscientos mil seguidores en su canal de YouTube sobre matemáticas, física y química.
Editoriales y ecosistema cultural. El cierre en el 2015 de la editorial Everest, que llegó a tener cuatrocientos trabajadores, fue un duro golpe para el sector del libro en León. Desde entonces el ecosistema editorial está conformado por unas cuantas editoriales pequeñas, algunas muy reconocidas. Una de las que más está llamando la atención es la sobresaliente Ediciones Menguantes, que ha recibido ya dos premios Nacionales a Libro Mejor Editado. Uno en el 2021 por Breve atlas de los faros del fin del mundo, de José Luis González Macías, editor de Menguantes junto con Lía Peinador; y otro al año siguiente, 2022, por Bestiario del Antropoceno, de Nicolás Nova.
Rimpego, Lobo Sapiens y Marciano Sonoro son otras de las editoriales de la provincia. El Instituto Leonés de Cultura, ILC, coordinado por el escritor y periodista Emilio Gancedo, autor del inolvidable ensayo Palabras mayores, produce también un buen número de publicaciones, de poesía a etnografía. El ILC edita además la revista Feje, que continúa la tradición de revistas culturales editadas en León y cuyos principales exponentes, a mediados del siglo pasado, fueron las literarias Espadaña y Claraboya. En esta última, fundada en 1963 por Luis Mateo Díez y los poetas Agustín Delgado, Ángel Fierro y José Antonio Llamas, publicaron desde poetas consolidados como Vicente Aleixandre y Claudio Rodríguez a otros que empezaban a darse a conocer, como Manuel Vázquez Montalbán y Pere Gimferrer.
El incombustible Héctor Escobar –músico, librero, editor, gestor cultural– está al frente de otra editorial leonesa ya mencionada, Eolas, que sorprende por su extenso catálogo, desde ensayos sobre cómic a libros de fotografía, además de abarcar todos los géneros narrativos, la poesía y el ensayo. Escobar es creador, junto a Magali Labarta, de la Feria de Editores Emergentes, FEE, e impulsor del proyecto Factor, uno de los más interesantes surgidos en los últimos años. Factor está en un almacén ferroviario de Feve, en la localidad de San Feliz de Torío, y es un espacio de encuentros literarios por el que han pasado decenas de autores. Fue inaugurado en junio del 2023 con el novelista colombiano Héctor Abad Faciolince.
⁄ La diversidad y renovación de géneros o la vitalidad editorial refuerzan el ecosistema literario leonés
“En León cuadruplicamos la media nacional de librerías por habitante”, destaca Escobar, que subraya también la labor que se está haciendo desde la Universidad de León, con festivales como Quimeras, sobre ficción insólita, así como desde la Fundación Antonio Pereira y la Fundación Sierra Pambley. “Factor nace para llevar al ámbito rural la literatura de nivel, la literatura de verdad. Tenemos una media de cuarenta o cincuenta personas en cada acto que hacemos, de presentaciones a proyectos expositivos, teatrales y musicales. Todo relacionado con la literatura, y eso en un pueblo de cien habitantes. Estoy feliz porque la gente viene, eso me emociona”, dice Escobar. Y así, mientras haya quien quiera seguir escuchando historias, continuará el filandón.
Noemí Sabugal es escritora y periodista leonesa (Santa Lucía de Gordón, 1979), autora de obras de narrativa, ensayo y periodismo; entre otras, ‘Hijos del carbón’
(Alfaguara, 2020) y ‘Laberinto mar’ (Alfaguara, 2024)