La mujer negra mejor pagada de Nueva York

ANTIVIRALES

La actualidad deja detalles que nunca se contagiarán en las redes, compartirlos mejora la conversación

Belle Da Costa

Belle da Costa Greene 

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No es habitual que una bibliotecaria que lleva más de 70 años fallecida sea objeto no de una sino de dos biografías. Pero tampoco Belle da Costa Greene (1879-1950) era una bibliotecaria cualquiera. Archivera y compradora personal del millonario J.P. Morgan durante más de cuatro décadas, se decía de ella que era la mujer mejor pagada de Nueva York. Se encargaba de viajar por todo el mundo comprando y valorando manuscritos y rarezas para Morgan: folios de Shakespeare, biblias de Gutenberg. No había papel que se resistiese al dólar de su jefe. Lo que hace aún más curiosa su historia, que mereció también hace poco una exposición precisamente en la muy recomendable Biblioteca Morgan de Nueva York, es que Greene protagonizó un triste y exitoso caso de passing. Descendiente de esclavos, su padre fue el primer negro en graduarse en Harvard, y se convirtió más tarde en activista por los derechos de los afroamericanos. La madre, sin embargo, tenía otros planes. Quiso que sus hijos se moviesen por Estados Unidos como blancos, por lo que les colocó el apellido inventado “Da Costa”, como apuntando a una ascendencia portuguesa, y los inscribió en el registro como “de raza blanca”. En sus cartas, recogidas en el volumen Becoming Belle da Costa Greene: A Librarian Through Her Letters (Harvard), se mostraba como una mujer siempre un tanto esquiva, y se resentía ante un jefe posesivo y un tanto despótico que no quería que se separase de su lado.

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CONTRA EL BRUXISMO GENERACIONAL

Tanto los que carecen como los que disfrutan de esa conquista obrera cada vez más escasa que son las vacaciones pagadas harían bien en meter en su maleta el ensayo El derecho a las cosas bellas. Vindicación de la vida holgada (Anagrama), de Juan Evaristo Valls Boix. El escritor y filósofo parte de Emma Goldman, Hannah Arendt y Paul Lafargue para hilvanar una exhortación a la vida holgada. A los exhaustos miembros de su generación les dice esto: “Llevo años escuchándoos reptar por las cloacas de internet mientras yo mismo arrastro mis vísceras al ordenador más cercano. Llevo años mirando el rojo de vuestros ojos desde el rojo de los míos, oigo en las noches la potencia de vuestro bruxismo mientras yo parto mi férula a dentelladas, y huelo vuestro sudor, néctar de esfuerzos y nervios de toda suerte, que se va mezclando con el mío en torno al sumidero de vuestro piso alquilado, en una sopa hedionda y sublime, el caldo destilado de nuestro agotamientos. Habéis desperdiciado vuestros años de hotness y sexappeal mandando mails y apretando tuercas”.

Dunn

Nell Dunn 

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VIÑETA DE UNA TURISTA DE CLASE

En la encrucijada (Contra), que se publica por primera vez en castellano con traducción de Javier Calvo, está considerado uno de los textos clave de la narrativa “de lavadero”, el realismo de posguerra que se escribió y se filmó en Gran Bretaña justo antes del meneo que supuso el Swinging London. Aunque se empaqueta a veces como novela, se trata en realidad de una serie de 16 viñetas protagonizadas por tres veinteañeras liberadas que trabajan en una fábrica de bombones en el precario barrio de Battersea de Londres. Lo curioso, o no, es que su autora, Nell Dunn, que retrató ese mundo con crudeza y descaro (no hay nada de lástima por esas mujeres que fuman y abortan y beben cervezas tostadas con los inútiles de sus pretendientes), no provenía de ese mundo sino que era hija de un aristócrata menor. Dunn se mudó a Battersea en 1959 junto a su marido, el guionista Jeremy Stanford. Ocupaban la única casa de la calle que tenía cuarto de baño. En el prólogo Dunn hace eso que ahora se llamaría “romantizar” Battersea, y sus perros callejeros y sus vecinas que se bañan en palanganas. Pero tampoco se la puede tachar de impostora, si acaso de turista de clase, puesto que ella también trabajó en la fábrica de bombones que aparece en el libro. Tanto En la encrucijada como su siguiente novela, Poor Cow, fueron adaptadas por un joven Ken Loach para la BBC.

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POMBO POR HIDROGENESSE

Cuando salían poetas por la tele, diciendo cosas extrañas con un cigarrillo en la mano sucedía que había niños que los veían, porque no había otra cosa que ver en la tele, y se quedaban prendados de por vida. Eso le pasó a Genís Segarra, de Hidrogenesse, que se quedó fascinado con Álvaro Pombo en un programa de TVE en 1986 y ahora, casi 40 años después está a punto de publicar en su dúo un álbum entero musicando poemas del último Premio Cervantes. No está claro aún si el disco se llamará Pombo o Protocolos, que es el título que puso Pombo a su poesía reunida. Lo que sí se sabe es que el disco entero saldrá en otoño pero antes iremos recibiendo singles. El primero se publicó el pasado 23 de junio, día que el poeta cumplía 86 años: Imaginado es todo adapta el poema Trigesimoctava variación, de 1978. Pombo, por cierto, no comulga con este método. Cuando supo del single, aconsejó a los Hidrogennese, a los que conoce desde que ellos mismos se presentaron como fans al encontrárselo por casualidad en el passeig de Gràcia en el 2006, que se esperen a publicar a que la cosa tenga “un poco más de lomo”.

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