Las intensas vidas de los filósofos

Biografías

Cada vez es más frecuente la aproximación al pensamiento a través de las biografías, a veces muy novelescas, de quienes lo elaboran. De Susan Sontag a Schopenhauer, nuevos libros la propician

Oriol Malet

Ilustración: Oriol Malet 

 

El 22 de junio de 1936 el filósofo Moritz Schlick fue asesinado a tiros por un exalumno llamado Johann Nelböck en las escaleras de acceso a la facultad de Filosofía de la Universidad de Viena. La primera hipótesis fue despecho por un triángulo sentimental, pero no tardó en aflorar la motivación antisemita. Pese a que Schlick no era judío, fue el fundador del llamado Círculo de Viena, muchos de cuyos miembros sí lo eran. Y el perturbado joven lo veía como un propagador de perniciosas ideas judías. En el clima antisemita de la época, Nelböck eludió la pena de muerte y fue condenado a diez años de prisión que no cumplió, porque después del Anschluss los nazis lo dejaron en libertad.

El libro El asesinato del profesor Schlick. Auge y caída del Círculo de Viena, de David Edmonds, no solo explica el turbulento contexto sociológico en la capital austriaca, entonces todavía un gran centro cultural. Aborda también el pensamiento de ese grupo de filósofos y científicos creadores del llamado empirismo o positivismo lógico. Lo fundó Schlick en 1921 y su asesinato clausuró esa aventura filosófica.

Horizontal

Michel Foucault en una protesta por la muerte de un obrero de la Renault en 1972 

INA / Getty

Resumido de un modo muy esquemático, el Círculo de Viena proponía separar aquello que podía ser demostrado empíricamente –es decir, lo que pertenecía al ámbito de la ciencia– de lo que no podía pasar de la mera especulación, que pertenecía a la metafísica. Para ellos, el pensamiento filosófico debía ocuparse de lo primero y abandonar lo segundo. Por tanto, dejar de lado preguntas como “¿Existe Dios?” o “¿Está mal robar?”, porque no permitían comprobaciones empíricas.

Pese a que se negó a formar parte del grupo, el más grande filósofo vienés de la época, Ludwig Wittgenstein, desarrolló en el Tractatus un pensamiento con muchas similitudes. El Círculo de Viena tuvo una vida muy corta, porque fue arrollado por la Historia. La mayoría de sus miembros huyeron de Austria con destino a universidades estadounidenses y británicas, desde las que influyeron en el desarrollo de la llamada filosofía de la ciencia, con gran predicamento en el mundo académico anglosajón durante buena parte del siglo XX.

Horizontal

Susan Sontag en una imagen de los años ochenta 

Ludz / Getty

Fue el nazismo el que aniquiló al Círculo de Viena y son las consecuencias del nazismo las que están en el origen del pensamiento crítico de la segunda mitad del siglo XX. El germen es la célebre sentencia de Adorno: “Escribir un poema después de Auschwitz es un acto de barbarie”. Precisamente con él arranca Espíritus del presente de Wolfram Eilenberger, que aborda las corrientes filosóficas de la segunda mitad del siglo XX a través de cuatro figuras: Theodor Adorno, Paul Feyerabend, Susan Sontag y Michel Foucault.

El libro arranca con el regreso del primero a Alemania en 1949, tras los años de exilio americano, y se cierra con la muerte por sida de Michel Foucault en 1984. Adorno representa el vínculo con la filosofía de la primera mitad del siglo y antes de su vuelta acababa de publicar con Horkheimer un libro que ejercería una gran influencia: Dialéctica de la ilustración. En esos años de la posguerra, una jovencísima estudiante llamada Susan Sontag entrevista en California a Thomas Mann, que ha mantenido en el exilio la antorcha de la dignidad de Alemania. Y, por su parte, el austriaco Feyerabend regresa a Viena con una Cruz de Hierro ganada en el frente ruso y una herida de bala en el estómago que le afectó a la columna vertebral y le obligó a caminar con bastón el resto de su vida.

Horizontal

El filósofo austriaco Paul Feyerabend 

Archivo

Más allá de la hecatombe del nazismo, lo que definirá a estos pensadores será su posicionamiento ante la revuelta antiautoritaria sesentayochista. Adorno, el padre de la Teoría Crítica, adquiere tintes tragicómicos cuando se ve obligado a llamar a la policía para que desaloje a los estudiantes revoltosos o tiene que soportar a chicas que protestan en reivindicativo topless. Feyerabend abandona sus iniciales vínculos con el positivismo lógico del Círculo de Viena para convertirse en el adalid de la epistemología anarquista con la publicación de Contra el método.

La universidad de Berkeley es un polo de revuelta intelectual, por cuyas aulas pasan como profesores Feyerabend y Foucault. Este último es, junto con Sontag, el más mediático. Ambos saben servirse de los medios de comunicación para hacer ruido, algo que también han aprendido a hacer en esa época polemistas natos como Mailer, Gore Vidal o el conservador William Buckley.

Vertical

A la izquierda, Theodor W. Adorno en una imagen de 1958 

Getty

Los cuatro elegidos por Eilenberger agitan la bandera contra los dogmas, el combate contra el sistema y los métodos teóricos fijos. Representan la pulsión antiautoritaria y antiacadémica (que llevan a cabo, mayormente, desde las instituciones universitarias). Sontag rompe las costuras del perfil ortodoxo de filósofa, porque toca muchas teclas, con especial dedicación a la sagaz crítica cultural.

Foucault acabará siendo el más influyente en los años venideros. De una brillantez incuestionable, pero también altiva, oculta una vida privada convulsa, incluido algún intento de suicidio. Eilenberger, entusiasta, lo considera el paradigma de una nueva ilustración. Sin embargo, hay una anécdota que ilustra de forma cruel las limitaciones de sus ideas radicales. Cuando en los ochenta, en Berkeley, le preguntan por el sida, él responde que no cree en su existencia, lo considera una mera conspiración para amedrentar y anular los espacios de libertad conquistados fuera de la norma, que él practicaba activamente. Pues bien, resulta que sí existía.

Eilenberger insiste en que a Foucault muchas veces se lo ha malinterpretado. Tal vez. Hay una paradoja que da que pensar: quien lo cuestionó todo se ha convertido hoy en dogma incuestionable en el mundo académico.

Vertical

Arthur Schopenhauer (1788-1860) 

Getty
Arthur Schopenhauer en 1852

Fotografía de Arthur Schopenhauer en 1852 

Archivo
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...