Jay-Jay Johanson, voz de seda y carisma, abraza Barcelona (★★★✩✩)

Crítica pop

El cantante sueco interpretó un repertorio que acudió a menudo a los años noventa sin olvidar su producción más reciente

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Jay-Jay Johanson en Paral•lel 62 el pasado jueves 

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Jay-Jay Johanson ★★★✩✩
Lugar y fecha: Paral·lel 62 (20/II/2025)


Público mayormente talludito congregado en el Paral·lel para vérselas con Jay-Jay Johnson, el cantante y compositor que regresaba a la ciudad el jueves por la noche contratado por el Festival del Mil·lenni.

Johanson, que el pasado mes de octubre sopló las 56 velas, empezó a darse a conocer a finales del siglo pasado en plena irrupción del trip-hop, uno de los vestidos musicales a los que ha acudido en la obra grabada desde entonces, que suma ya un total de catorce álbumes, el último de ellos en 2023. El artista sueco compareció junto a Erik Jansson (teclados) y Fredrick Wennerlund (batería), facturando algo menos de hora y media de concierto: un recorrido ascendente que culminó con el propio Jay-Jay Johanson repartiendo abrazos al público en la pista, mientras sonaba por megafonía el My way en versión de Sid Vicious.

El concierto fue un recorrido ascendente que culminó con el propio cantante repartiendo abrazos al público en la pista

Aunque empezó con Finally, Jay-Jay no se detuvo casi nada en su producción más reciente, obsequiando a los presentes con un programa que acudió a menudo a los años noventa. Vestido de negro con deportivas blancas, de estampa aparentemente frágil pero a la postre carismática, este crooner de registro sedoso pero nunca enclenque exhibió pronto solemnidad en Seine, así como elegancia y destellos jazzy en una bien recibida The girl I love is gone. Reforzando lo meramente musical y lo gestual, desfilaban imágenes en blanco y negro en el fondo del proscenio.

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Si bien es cierto que en algunos episodios la cosa tomó derivas algo convencionales, también lo es que en otros exploró territorios bastante más fascinantes. Es un buen ejemplo de ello el color abismal y trazo complejo que él y sus músicos supieron edificar cuando le llegó el turno a It hurts me so. Puntuó también bastante alto con la doliente She’s mine but I’m not hers, interpretada en la distancia corta con el solo apoyo del piano, y que enlazó con la siempre destacable Milan Madrid Chicago Paris. Muy poco antes de bises, nos lanzó las bailables On the radio y Hear somebody whistle, para dar inicio luego al encore con Whispering words interpretada a capella.

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