“Pues sí, ¡son chicas y además tocan superbién!”. Este tipo de comentarios, en los que el género del músico es aún más importante que la música en sí, son los que muchos grupos todavía tienen que soportar. Así lo cuenta Vicky Blum, guitarrista de Maruja Limón, uno de los grupos referentes en el flamenco fusión en Catalunya y, a la vez, una de las bandas femeninas con más trayectoria del país.
La frase, sea bien intencionada o no, es solo la punta del iceberg de los prejuicios que aún existen en torno a los grupos formados por mujeres no mixtos, a pesar de que en la última década se han multiplicado este tipo de propuestas —y en todo tipo de estilos— y se han hecho un agujero en las programaciones de festivales, salas y fiestas mayores.
¿Cómo puede ser que aun un técnico me explique cómo tengo que enchufar el instrumento? ¡Eso no se lo dices al tío del grupo anterior!"
Y esto en el mejor de los casos. Las bandas coinciden en que se ha abierto un camino para romper el tópico de que “la chica debe ser la cantante” y para que las mujeres ganen peso en toda la industria, pero también señalan que queda mucho por hacer e incluso apuntan a cierta regresión en los últimos años. La música, sobra decirlo, sigue siendo un terreno muy masculinizado. Y es que todas tienen episodios desagradables al respecto. “¿Cómo puede ser que un técnico me explique cómo tengo que enchufar el instrumento? Sé perfectamente cómo se hace y eso no se lo dices al tío del grupo anterior”, clama Maria Riba, teclista de Al·lèrgiques al Pol·len, banda de indie pop en catalán en clara trayectoria ascendente tras su último disco Al·larma.
Lo corrobora Gemma Polo, vocalista del octeto Roba Estesa, un auténtico referente en la música festiva y feminista catalana y que recientemente ha anunciado que dejan los escenarios tras diez años de carrera. “Esta pregunta ya me la hacíais entonces y hay dinámicas que no cambian: los técnicos ven a una chica bajita con gafas que coordina la parte técnica y todavía hay miradas, resoplidos o se la cuestiona —señala—. No puede ser que vayamos a un bolo, veamos que las técnicas son mujeres, y nos sintamos aliviadas. Y sí, todavía nos pasa”.
Las diez componentes de la Balkan Paradise Orchestra, una de las pioneras
Maruja Limón, la formación de flamenco fusión que acaba de lanzar su disco 'Te como la cara'
En la misma línea, Laura Lacueva, clarinetista de la Balkan Paradise Orchestra, añade que también han tenido que escuchar comentarios machistas de otros grupos o de programadores, pero además detecta un problema más profundo. “Parecía que había un poco más de consciencia y que estábamos más representadas en los carteles, pero últimamente ya no es una prioridad”, lamenta quien se lo mira con la perspectiva de los más de diez años de trayectoria, con numerosas giras internacionales a sus espaldas, y con el hecho de ser una banda de diez integrantes de música de fanfarria solo instrumental.
Está de acuerdo Polo, que recuerda como antes de 2020 fue un momento en que trabajaron “más que nunca” porque eran “la anécdota” pero llenaban un espacio necesario. A su juicio, entonces “había más consciencia feminista, incluso desde el ámbito público” y cree que el techo de cristal es más duro ahora, paradójicamente, cuando hay más grupos que nunca formados solo por mujeres.
Parecía que había un poco más de consciencia y que estábamos más representadas en los carteles, pero últimamente ya no es una prioridad”
La cantante de Roba Estesa, que quiere dejar claro su rechazo a la etiqueta de “banda femenina” en tanto que es equívoco y responde a unos cánones de género que no “respetan la diversidad”, no oculta además su decepción con estas dinámicas y denuncia que se mantienen las diferencias de cachés respecto a bandas masculinas, lo que ha tenido mucho que ver con su anunciada disolución prevista para el próximo otoño. Y señala otro hecho: “Fíjate: ¿Qué es eso de que solo un grupo de tías por cada género? Nosotras, las 'catalanetas feministas’; las Balkan, las fanfarria; las Al·lèrgiques, las indie; las Maruja, las flamencas; las Karamba, las latinas… A ellos no se les clasifica así, y nosotras siempre tenemos que autojustificarnos. ¡Cansa mucho!”.
Las tarraconenses Roba Estesa, banda referente en la reivindicación feminista en Catalunya
Tanto Roba Estesa y la Balkan Paradise Orchestra como Maruja Limón representan el camino que se abrió hace una década. En los dos primeros casos coincidió una cierta militancia a la hora de tirar adelante el proyecto que, por entonces, era novedoso. Las tarraconenses lo tenían claro desde el principio. “Nosotras veníamos de una escena política y hemos aplicado siempre una mirada feminista al proyecto, que además ha ido cambiando conforme hemos evolucionado”, recuerda Polo.
En el caso de la Balkan, empezaron con algún chico, pero pronto quisieron cubrir el vacío existente. “Sabíamos que había un problema, que no había representación femenina en los espectáculos de calle, y pensamos que podíamos ser pioneras, porque nuestros referentes en nuestros respectivos instrumentos eran todos hombres”, asegura Lacueva. Grupos como Al·lèrgiques, nacidas ya en 2020, siempre citan el caso de Roba Estesa como un modelo que las animó a tirar hacia delante.
Algunos solo quieren colgarse la medalla feminista, pero nosotras jugamos la carta de ser el caballo de Troya, reivindicarnos y callar bocas”
En otros casos, la militancia llega después. Blum, de las Maruja Limón, recuerda como formaron la banda simplemente porque eran amigas, de forma espontánea, y que fue después que entendieron que el solo hecho de ser todo mujeres —gracias a las numerosas preguntas de los periodistas— ya significaba algo que reivindicar.
Es el mismo caso de Las Karamba, sexteto de música cubana y latina, que además se propuso dar visibilidad a la experiencia migratoria de muchas de sus componentes. “Desde el principio quisimos reivindicar el papel de la mujer en esta música, aunque de una forma muy orgánica y natural”, defiende Ahylin Bruno. “Nosotras no teníamos referencias, y en la música cubana siempre existió una visión supermachista, en que la mujer está muy sexualizada”, agrega su hermana Ahivyn. Por lo tanto, solo con las componentes de la banda y una visión distinta en las letras, ya representaba aire fresco, coinciden.
Las seis jóvenes integrantes del grupo musical Al·lèrgiques al Pol·len, fotografiadas en la gala de los Premis Enderrock en el auditori de Girona
Las Karamba se ha propuesto siempre dar visibilidad a la experiencia migratoria de muchas mujeres, como es el caso de algunas de sus componentes
Que este tipo de bandas van a más lo han demostrado en los últimos tiempos dos formaciones de estilos muy distintos y que cuentan con sendas agendas repletas de bolos. Por un lado, Les Testarudes, formación de música jamaicana con diez componentes llegadas de varios puntos de Catalunya, y cuya calidad ha encandilado en poco más de dos años a los fieles aficionados del ska y el reggae. Por el otro, desde Mallorca, el multipremiado proyecto de las Pitxorines, de nueve componentes, revisita el folklore de la isla con arreglos innovadores y frescos, en los que toman préstamos del jazz o la clásica.
Preguntadas por la acogida de sus respectivos proyectos, la valoración general es positiva, aunque también lamentan situaciones desagradables. Por ejemplo... ¿se han sentido alguna vez que cubrían una cuota de algún programador al que le faltaban girlbands en su cartel? “Claro que nos ha pasado, hasta el punto de que incluso nos presentaron una vez como un grupo de rock”, recuerda Júlia Soler, trombonista de las Testarudes. “Sí, claro —asiente su compañera, la vocalista Núria Pino—, algunos solo quieren colgarse la medalla feminista, pero nosotras jugamos la carta de ser el caballo de Troya, reivindicarnos y callar bocas”.
En la misma línea, Aina Tramullas, voz de las Pitxorines: “¡Algunos disimulan tan poco! Pero, vaya, que si hay presupuesto y nosotras podemos hacer el trabajo, ¿qué vas a hacer? ¿Es muy triste? Sí, porque las academias están llenas de músicas tan potentes y, en cambio, eres la anécdota o la excepción... Siempre tenemos que hacer el doble o ser más perfectas para que se nos valore igual”.
Las Testarudes, macrogrupo de música jamaicana con sede en Barcelona, aunque con músicas llegadas de todas partes de Catalunya
Más cuidados, comunicación y empatía
¿Trabaja distinto internamente una banda de mujeres no mixta? La pregunta puede resultar ridícula, pero la historia del pop solo nos ha contado las grandes peleas de grupos masculinos y, en cambio, no se ha escrito mucho sobre ellas. Y, a juzgar por sus experiencias, la respuesta es sí. “Me hace gracia porque eso no se lo preguntarías a un grupo de hombres, ¿no?”, sonríe Ahivyn Bruno, de Las Karamba, que, sin embargo, sí que ve diferencias: “Hay una sensibilidad distinta, hay más escucha y empatía”.
“Nosotras tratamos los conflictos internos con sensibilidad y somos muy conscientes de los momentos de bajón que cada una puede tener”, indica Vicky Blum, de Maruja Limón. “Clarísimamente, sí: cuando estábamos en un grupo mixto, a nosotras nos tocaban las tareas no musicales y no tan divertidas y había además dinámicas muy tóxicas; ahora nuestra organización es más equitativa y hay mucho más respeto”, agrega Riba, de Al·lèrgiques. "Cuando pasan cosas que afectan emocionalmente, ellos siempre se lo callan más —coincide Silvia Antón, teclista de las Testarudes—; nosotras nos comunicamos más y hemos creado espacios de cuidados entre nosotras”.
En cambio, Lacueva, desde la Balkan, no cree que el género sea tan determinante: “No hay que darlo por hecho solo por ser mujeres, sino que tiene que ver en cómo pensamos las que formamos la banda: nuestra forma de organizarnos es muy autogestionada porque hemos querido que sea así”.
Las academias están llenas de músicas tan potentes y, en cambio, siempre tenemos que ser más perfectas que ellos para que se nos valore”
Finalmente, a todas les resulta incómodo hablar siempre de lo mismo. Como ocurre en este mismo reportaje, el asunto del género demasiado a menudo esconde las horas y horas de estricto trabajo artístico. Sin embargo, también lo entienden como un mal necesario. “Claro que es cansino. ¿Cómo es que aún somos algo tan exótico? ¿No podríamos naturalizarlo? ¿Por qué siempre nos tenemos que justificar?”, se pregunta Soler, de las Testarudes. Sin discrepar, le responde su compañera Núria Pino: “También sabemos que es necesario, y que si tenemos que repetirlo una y otra vez, lo haremos”.
“Nosotras nacimos para conseguir que el hecho que haya mujeres en los escenarios deje de ser noticia. Mientras tanto, contestaremos a todas estas preguntas”, concluye Lacueva.
Pitxorines explora el repertorio tradional de Mallorca con una visión moderna y fresca
