La especulación es una actividad económica con mala prensa porque persigue el beneficio con el mínimo esfuerzo. Especular es verlas venir, comprar algo y esperar que el lucro llame a la puerta como si fuese un repartidor de Glovo. Aplicada al fútbol, provoca bostezos. Tanto talento en el Bernabéu, tanta expectación, tanta rivalidad y Real Madrid y Atlético aburrieron.
Ganó el Real Madrid, que no se cansa de acomplejar al Atlético de Madrid en Europa, temporada tras temporada. El bullying viene de muy lejos.
Luka Modric y Koke en el partido de ayer
Ya en la cuarta edición de la Copa de Europa, allá por 1959, blancos y colchoneros se enfrentaron en semifinales, con victoria por la mínima de cada uno en sus respectivos estadios. La fórmula de la época era un partido de desempate en terreno neutral. Y en cuestión de pocos días. El choque se disputó en La Romareda, otro coliseo del fútbol que pronto dejará paso a uno de esos estadios flamantes, que lucen y brillan en la noche como pistas de autos de choque de las fiestas mayores. Se impuso por 2 a 1 el Real Madrid –que ganó la final al Stade de Reims– y, aunque han pasado las décadas, se diría que todo sigue igual.
El Atlético se replegó tras el 2 a 1 del Madrid, acaso el peso de la historia, esa que siempre acaba igual
La opinión pública coincide en que esta temporada el Real Madrid juega poco, no juega a nada o juega a rachas. Todo el mundo, también, destaca el buen momento del Atlético de Madrid, lo redondo de su plantilla y la perla que es Julián Álvarez. Y sin embargo, ganó el Real Madrid, que rondó más el tercer gol que un Atlético que alzó la bandera blanca en cuanto encajó el tanto de Brahim Díaz en el minuto 55, gol sublime –la finta y la colocación del disparo– y gol suertudo –Brahim no resbaló de milagro–. El Atlético de Madrid acusó y mucho el gol: ¿cómo es posible que jugando mejor en la segunda parte hayamos encajado un gol tan visto y no visto? Simeone ordenó replegarse y rezar para que el Real Madrid no marcase el tercero. Un reflejo elocuente, fatalista, acaso sensato pero ciertamente demoledor para quienes esperaban ambición rojiblanca. Hubo bostezos.
La ida refuerza la singularidad del Real Madrid en la Liga de Campeones: el único equipo que puede ganar los partidos sin jugar bien. Apañado atrás, dispone de tanto talento y KO en cuanto pisa área que no necesita más. La ley del mínimo esfuerzo (Valverde aparte). Unos y otros optaron por dar por bueno el resultado, conformidad que abre el cielo a los buenos cristianos y aburre a las ovejas que miran el fútbol. Dicen que el Metropolitano aprieta mucho, pero uno ha visto ya tantas veces este partido...
Todos fuimos víctimas de la especulación. Perdió el espectáculo y se impuso, como en Zaragoza año 1959, el Real Madrid por 2 a 1.

