La flor de Flick

Gol Sur

La flor de Flick
Corresponsal en África Subsahariana

Hace un mundo pero fue el inicio de la flor de Flick. A principio de la temporada, el entrenador se sacó de la chistera un centrocampista defensivo de impresión: apostó por un jovencísimo y espigado Marc Bernal, que se disfrazó de Busquets y entró como un guante en el once. Duró poco: en un partido contra el Rayo se rompió el ligamento cruzado y se acabó su temporada. El técnico alemán respondió con la cantera y confió a ciegas en Marc Casadó, que jugó tan bien que muchos culés aprovecharon su extraordinario rendimiento para intentar cobrarse facturas con Frenkie de Jong. Buena parte de la culerada pedía el ostracismo del holandés para así forzar su venta a final de temporada. Flick ni pestañeó. Mantuvo al catalán de titular pero cuidó a De Jong pese a su rendimiento gris en los minutos que jugaba. Mantuvo al ex del Ajax enchufado y probablemente enrabietado, pero con la confianza intacta. Gracias a aquella fe ciega, cuando cayó lesionado Casadó en el tramo decisivo de la temporada, De Jong estaba listo para tomar el mando del mediocampo. Qué flor.

Hace un mundo también de los primeros minutos desastrosos de Gerard Martín en la Liga. En sus partidos de principio de temporada, el lateral era un flan de dudas y rompía con torpeza la línea del fuera de juego. Flick tampoco dudó. Trabajó con el lateral, le dio más oportunidades y amaneció para el Barça cuando Baldé se rompió contra el Leganés en ese tramo del año en que un par de semanas de lesión significa perderse una final y cinco o seis partidos decisivos. No estaba Baldé pero ya estaba preparado Gerard Martín. Ayer contra el Celta, de nuevo, cumplió. Qué flor.

El técnico alemán ha ido motivando a todos y cada uno de los miembros de la plantilla

La temporada empezó con un Barça arruinado y una plantilla temerariamente corta.

Flick se empeñó en mejorarlos y utilizarlos a todos. Ocurrió también con Ferran Torres, a quien la culerada había bautizado como “Fallón Torres” o “el pescaílla”, como contraposición a su sobrenombre de El Tiburón. Flick le dio minutos pese a su pasado titubeante, le dio la titularidad en la Copa, y el valenciano se transformó en uno de los mejores suplentes de Europa, con goles también desde el once inicial como ayer contra los gallegos. Qué flor.

Ayer el Barça estaba muerto cuando Borja Iglesias marcó el 1-3 en el peor momento del año: tras una maratón de partidos que carga las piernas y la mente hasta la extenuación.

Y el Barça revivió porque, cuando el equipo más lo necesitaba, Flick volvió a contar con todos. Salieron Eric Garcia, que estuvo a punto de marcharse en diciembre y el alemán lo evitó, y un Pau Víctor vestido de cirujano en todas sus intervenciones.

Todos conectados, todos en buena forma, pese a todo y contra todo. Y llegó el milagro: 4-3.

Qué flor. O quizás no es solo flor.

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