Alfombra blanca para Wout van Aert. Gloria al genio incomprendido del pelotón. En los caminos de tierra y polvo de la Toscana, el ciclista belga encontró la redención después de un inicio de año desafortunado. No se hallaba, no encontraba sensaciones, había perdido su toque de pedal. Parecía la sombra del campeón que fue, un ciclista que dominaba clásicas, que vencía sprints, que se apoderaba del maillot verde del Tour y también ayudaba a Vingegaard a conquistar París.
Así era hasta que se destrozó la rodilla derecha en Asturias, en el descenso de la Collada Llomena en la última Vuelta a España. Aquello fue en septiembre y desde entonces no había vuelto a saborear el triunfo. Después no era él. La presión le pesaba como una losa. Y cada semana y mes que pasaba era peor, más exigente sentía en sus hombros, más críticas arreciaban. Incluso se volvió egoísta, como el mismo reconoció en A través de Flandes.
El gran damnificado... otra vez
El esloveno sufre una caída y una avería en el segundo tramo de ‘sterrato’ y suerte tiene de encontrar la ayuda de Pidcock
Pero Van Aert, de 30 años, regresó a lo grande en Siena, al apuntarse la espectacular etapa del Giro por el sterrato de la Toscana. El belga del Visma le dijo adiós al gafe de la mejor manera, con un éxito de prestigio, en una jornada donde se involucraron los favoritos de la general. Casi nueve meses hacía que no levantaba los brazos. “Significa mucho para mí esta victoria. Cuando vine al Giro es porque creía que era posible. Sienta bien después de tanto tiempo persiguiéndolo”, confesaba Van Aert, que aprovechó su buen conocimiento del final de etapa –el mismo que la clásica Strade Bianche, que ganó en el 2020– para adelantar a Isaac del Toro en lo alto de la empinada Via Santa Caterina, tomar las dos últimas curvas por delante y entrar primero en la meta del Campo de Siena.
Si Van Aert volvió por su fueros, Isaac del Toro se anunció como el gran corredor que se intuía cuando ganó en Tour del Porvenir del 2023 y fichó por el UAE. A los 21 años, el mexicano sale del sterrato vestido de rosa – algo que no lo lograron ni Raúl Alcalá ni el escalador Pérez Cuapio– con una cómoda diferencia tras una exhibición en las colinas toscanas que habría firmado el mismísimo Pogacar. Sentado, sin levantarse, Del Toro atacó una y otra vez y quién pueda, que me siga. Nunca miró atrás ni espero a Juan Ayuso, que no pudo estar a su lado de su compañero pero que se sitúa segundo pese que en la rampa final se le escaparon un poco Carapaz, Ciccone, Simon Yates y Tiberi.
Van Aert, sucio y exhausto tras cruzar la meta de Siena
Roglic se llevó la peor parte entre los aspirantes. El esloveno del Red Bull corrió a contrapié desde el segundo tramo de sterrato, el de Serravalle, en el que en cinco kilómetros se cayó y sufrió una avería. Un drama, como ya le pasó en el pavé en el Tour del 2022. Y suerte tuvo que encontró la ayuda de Pidcock porque se le estaban escurriendo sus opciones.
