El ombligo del mundo

HOME RUN

El ombligo del mundo
Corresponsal en Nueva York

Tal vez por esa ascendencia tan italiana de Nueva York y los neoyorquinos –el pasado viernes se veían por las calles banderas y tipos con el pelo pintado de azul después de que el Nápoles “campeonara” en el scudetto–, estos días hay un cierto eco a Jovanotti y su estribillo “ Questo è l’ombelico del mondo ”.

Nueva York, que ya de por si vive instalada en el heliocentrismo, ahora se considera “el ombligo del mundo” en el terreno deportivo a pesar de los reiterados fracasos de su equipos en cualquiera de las especialidades. Llevar el emblema de la Gran Manzana, aunque sus dos formaciones de fútbol americano tengan casa en Nueva Jersey, cruzado el río Hudson, significa una apuesta segura para la derrota y la depresión.

Hay que tener más moral que los del Alcoyano, según el tópico, pero es que hasta los Yankees de béisbol, los bombarderos del Bronx, el gran imperio de los peloteros, los máximos ganadores de las Series Mundiales, están de resaca desde la temporada del 2009.

Así que la metrópolis tira de orgullo por obra y gracia de los Knicks, su equipo de baloncesto, una de las franquicias más valoradas del mundo (6.100 millones de euros en la clasificación de Forbes) y también una de las escuadras más miserables en cuanto a resultados.

Su equipo bandera en la NBA (sintiéndolo mucho, los Brooklyn Nets son todavía una operación mercantil llegada allende el Hudson) se halla en plena lucha por ganar la conferencia del Este y acceder a la gran final.

La inmensa mayoría de los que abarrotan el legendario Madison Square Garden ni siquiera habían nacido cuando este equipo, en cuyas vitrinas figuran solo dos campeonatos, ganaron por última vez la liga, ¡en 1973! Además, hacía 25 años que no lograban alcanzar las finales del Este. Entonces perdieron el billete con su bestia parda, los Pacers de Indiana, los mismos que en esta ocasión asaltaron el Madison en los dos primeros partidos ante una enorme congregación de celebridades. De esa lista de aficionados ocasionales se debe excluir al gran cineasta Spike Lee. Su presencia coloreada e icónica siempre está ahí, incluidas tantas temporadas de cemento.

Un amigo neoyorquino, que además sigue el fútbol español, compara a los aficionados de los Knicks con los del Madrid. Si ganan son el ombligo del mundo, si pierden, todo se debe a una conspiración. Cuenta que estos fans creen que los Pacers hacen rituales de magia negra. El gran Satán es Reggie Miller, el ejecutor de los Knicks hace 25 años que tiene hoy asiento en primera línea.Es uno de los comentaristas.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...