Heysel, 40 años del fútbol de ayer

POR LA ESCUADRA

Hace hoy 40 años, 39 espectadores de la final de la Copa de Europa perdieron la vida sin siquiera nada de lo que ayuda a superar el trance. Ni cuidados paliativos, ni santos sacramentos, ni una mano amiga. La mayoría murieron por asfixia, aplastados.

La tragedia sucedió en el estadio de Heysel, Bruselas, antes de un Juventus-Liverpool que se disputó como si tal cosa. De los gritos desgarrados a los gritos de ánimo. Recordar Heysel es casi una obligación moral para todos los que vimos el partido. ¡Cuánto ha progresado el fútbol! ¿Le cabe en la cabeza a alguien menor de 40 años que una final de la Liga de Campeones pudiese costar la vida de 39 asistentes? A los de entonces, sí. Nos cabía en la cabeza de la misma manera que no apagamos el televisor: era una final “atractiva”.

Con 39 cadáveres en los graderíos vetustos, Juve y Liverpool jugaron la final de la Copa de Europa

Solo hay algo de lo que sacar pecho cuando uno evoca Heysel. Algo de lo que enorgullecerse. Tragedias las hay y las habrá en el mundo, pero de verdad, de verdad de la buena, son muy pocas las que provocan tal reacción que no se repiten. Aquella noche el fútbol europeo dijo un “nunca más”, salvo Inglaterra –la orgullosa Inglaterra, patria del fútbol– donde fue necesaria otra tragedia para tirar del carro de la seguridad y la erradicación de ciertos rituales asociados al fútbol como la embriaguez. Me refiero a los 97 muertos de Hillsborough en la semifinal de la Copa del 89 entre Liverpool y Nottingham Forest.

La imagen de un aficionado italiano llevando en brazos a otro fue la portada de La Vanguardia el día después de Heysel.

La imagen de un aficionado italiano llevando en brazos a otro fue la portada de La Vanguardia el día después de Heysel 

La Vanguardia

A las 19.20 horas del 29 de mayo de 1985, una hora y diez antes del pitido inicial, los seguidores ingleses mancharon como nunca antes la bandera de su país, el concepto británico del fair play y todo cuanto les había hecho sentirse superiores al resto de Europa en deporte (sobre todo a los bárbaros del Mediterráneo). Centenares de ellos abandonaron las zona X e Y para asaltar y amedrentar a los de la Z, ocupada por seguidores de la Juve.

Sesenta mil personas en un estadio vetusto, sin apenas separación, con general de pie y vallas metálicas que impedían invadir el terreno de juego pero también que las víctimas de una avalancha pudiesen sortear la montonera. Fue el caos. Hubo gritos, padres e hijos muertos, desconcierto de una policía desbordada y sin experiencia. Algunos reds celebraron la matanza como si su equipo hubiese ganado...

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El partido se disputó, con retraso, y victoria de la Vecchia Signora de Platini Las autoridades creyeron más seguro jugar que arriesgarse a que los 60.000 espectadores montasen otra tragedia. Memoria agridulce. Fuera vallas, los clubs, responsables de la seguridad, los equipos ingleses, fuera de las competiciones europeas. Shame on all of us .

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