Para un deportista profesional, una lesión no solo significa una interrupción física, sino que puede convertirse en un punto de inflexión decisivo en su carrera y en su vida. Puede suponer un golpe a su identidad, una herida emocional profunda y, en algunos casos, el inicio de una etapa muy difícil o incluso el principio del final.
En el alto rendimiento, donde todo gira en torno al esfuerzo, el tiempo, el cuerpo y la competición, una lesión va mucho más allá de simplemente parar por un tiempo. Implica perder ritmo, perder posiciones en el ranking o visibilidad, y enfrentarse a una incertidumbre constante.
No se trata de jugar con el dolor, sino de comprender que en el alto rendimiento siempre habrá sufrimiento, sacrificio y molestia
Las lesiones deportivas a nivel profesional tienen un impacto que varía según el tipo de lesión y la disciplina, pero no solo en lo físico: las secuelas psicológicas, muchas veces invisibles, pueden ser igual de determinantes.

Vista anterior o frontal de la articulación y los huesos del hombro humano con inflamación Ilustración de representación 3D
Cada disciplina vive el impacto de las lesiones de manera distinta. En deportes de equipo, como el fútbol, el jugador lesionado sigue formando parte de una estructura colectiva que lo arropa, aunque esté temporalmente fuera del campo. Pero en deportes individuales, donde todo recae sobre un solo deportista, la carga emocional es diferente.
Para entender cómo se vive una lesión desde dentro y cómo se puede volver a competir tras ella, en La Vanguardia hablamos con Sergi Torondel, psicólogo deportivo. Con él exploramos qué ocurre cuando el cuerpo se detiene… pero la mente sigue en modo competición cuando un tenista se lesiona.
La mayoría de los deportistas no están preparados mentalmente para detener su actividad
Para los psicólogos deportivos, es fundamental ayudar al deportista a asimilar y procesar correctamente el duelo que implica una lesión, aceptando la pérdida que han vivido y el estado en el que se encuentran. Si no se acompaña bien este proceso, el deportista puede desarrollar un trauma derivado de la experiencia vivida.
“Nuestro papel es brindarles un espacio para que se expresen, lo cual ya supone un gran alivio. Además, les ayudamos a no perder el rumbo, a recordar cuál es su motivación y a enfocarse en lo que realmente depende de ellos”, explica el experto.
El miedo es una emoción que siempre está presente en este contexto. Ningún médico puede garantizar al 100% que no quedarán secuelas
Por lo general, cuando se trata de una lesión grave, no solo se ve afectado el cuerpo, sino también la mente. “La mayoría de los deportistas no están preparados mentalmente para detener su actividad, incluso cuando la pausa es planificada, como sucede en algunas intervenciones quirúrgicas”, explica Torondel.
Parar, aunque sea de forma temporal, supone un golpe emocional muy fuerte, porque afecta directamente a su identidad, su rutina y sus objetivos de rendimiento. “La mente también se lesiona cuando el cuerpo se ve obligado a frenar”, añade.

Rafa Nadal
A nivel mental, es muy difícil asimilar cuando el cuerpo dice “basta”, pero tú quieres seguir adelante, compitiendo, entrenando o cumpliendo tus planes. “Cuando el cuerpo se detiene, una expresión muy ligada a lo psicosomático, suelen surgir emociones intensas como la rabia, la frustración y la tristeza. La rabia nace del sentimiento de injusticia: ‘¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?’”, explica.
Desde que se empieza a nivel profesional, sea el ranking que sea, hay una presión constante por no quedarse atrás
Asimismo, la frustración aparece al no poder continuar haciendo lo que desean, en este caso, competir. Y la tristeza llega por la sensación de pérdida: física, de oportunidades y de continuidad. Todas estas emociones conviven al mismo tiempo, y no siempre resulta fácil gestionarlas.
Como explica Torondel, el dolor físico puede ser pasajero, pero lo que realmente perdura en el día a día durante una lesión son las emociones. “El miedo es una emoción que siempre está presente en este contexto. Ningún médico puede garantizar al 100% que no quedarán secuelas físicas tras una lesión, y esa incertidumbre genera mucha ansiedad”, señala.
IDEAS QUE NO OLVIDAR TRAS UNA LESIÓN 1
Todo es una oportunidad siempre para ser más completo
2
Centrarse en el proceso será la clave para obtener resultados
3
Menos es más
Por eso, destaca la importancia del trabajo mental: “el miedo a no volver al mismo nivel o a sufrir una recaída es real. Por eso, nuestro enfoque es el autocontrol, ayudando al deportista a centrarse únicamente en lo que depende de él”.
Deportes individuales vs. deportes de equipo
En deportes individuales como el tenis, donde el circuito está tan estructurado y competitivo, es difícil que el deportista mantenga perspectiva cuando llega una lesión. “Desde que se empieza a nivel profesional, sea el ranking que sea, hay una presión constante por no quedarse atrás. Por eso, cuando se ven obligados a parar, cuesta que confíen en que, si vuelven a su nivel, recuperarán su lugar tarde o temprano”, aclara.
Cómo gestionan la frustración durante los entrenamientos es buen indicador de si está listo para volver
En ese sentido, el experto considera que es fundamental ayudarles a centrarse en el proceso: entrenar, descansar y avanzar paso a paso. Recuperar el foco en lo que sí depende de ellos es clave para sostener la motivación y evitar caer en comparaciones o prisas.

Gavi reacciona a su lesión durante el partido contra Georgia
En los deportes de equipo, la ausencia temporal de un jugador no debería ser determinante para que el conjunto siga compitiendo y manteniendo su nivel. El equipo puede adaptarse, y la clasificación no tiene por qué verse tan afectada. En cambio, en los deportes individuales, donde todo recae sobre el propio deportista, una lesión implica una mayor presión: no hay red de apoyo en la competición, y todo se paraliza hasta que pueda volver.
Del Potro a Nadal
Cuanto más alto se está en el ranking, mayor es la presión por mantenerse. No solo porque hay mucho en juego, sino porque el esfuerzo invertido para llegar hasta ahí ha sido enorme a todos los niveles: físico, mental, emocional y estructural. Todo el equipo que rodea al tenista, entrenadores, fisios, preparadores, está orientado no solo a seguir logrando objetivos, sino sobre todo a evitar no lograrlos.
La mentalidad cambia: se pasa del deseo de ganar al miedo a perder lo conseguido. Esa visión, más defensiva que proactiva, genera una sensación constante de amenaza. Y eso dificulta mucho la recuperación emocional. “En casos como el de Del Potro, llega un punto en que la cabeza ya no puede más. Y en el caso de Nadal, aunque siempre volvía, lo hacía con un desgaste evidente. Porque volver, en muchos casos, no significa hacerlo en las mismas condiciones físicas ni mentales que antes de la lesión”, cuenta.
Cuando el cuerpo se detiene suelen surgir emociones intensas como la rabia, la frustración y la tristeza

Rafa Nadal
¿Cuándo volver a la competición?
Hay señales claras que nos indican si un tenista aún no está listo para volver a entrenar o competir. “Por ejemplo, el nivel de concentración y cómo gestionan la frustración durante los entrenamientos son buenos indicadores. También aspectos emocionales como la motivación, la perseverancia y la resiliencia juegan un papel fundamental. Por eso, evaluar con cuidado el grado de preparación del deportista antes de su regreso es clave”, cuenta Torondel.
Aunque pueda parecer contradictorio, muchos deportistas quieren volver cuanto antes y muestran impaciencia por retomar la actividad. Sin embargo, ese deseo coexiste con miedos e inseguridades que, en ocasiones, pueden alargar el proceso de recuperación. “Es fundamental trabajar ese conflicto interno para evitar recaídas, tanto físicas como mentales”, añade.
Es fundamental trabajar ese conflicto interno para evitar recaídas, tanto físicas como mentales
Además, la autoestima se ve afectada cuando el deportista deja de valorarse, respetarse y quererse a sí mismo. En ese momento, aparece un diálogo interno negativo, lleno de pensamientos intrusivos nacidos del miedo, que minan directamente la confianza en su capacidad para seguir siendo quien es.

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¿Se debe aprender a jugar con dolor?
Es fundamental aprender a gestionar la molestia, diferenciándola del dolor. “La molestia incomoda, pero no invalida ni limita completamente el movimiento. En cambio, el dolor suele ser más intenso y puede interferir tanto en la atención y concentración como en la ejecución del gesto deportivo”, diferencia el psicólogo.
“No se trata de jugar con el dolor, sino de comprender que en el alto rendimiento siempre habrá sufrimiento, sacrificio y molestia. El límite saludable es personal y está en el punto donde aguantar el dolor no implique un riesgo mayor de lesión”, explica.