El bienestar físico y emocional es uno de nuestros principales objetivos vitales. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro sufre las consecuencias del día, cada uno distinto del anterior. Tan pronto como nos despistamos, podemos sentir dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial.
Este hecho se vuelve especialmente relevante en mundos como los deportes de élite, como es el caso del fútbol. Cada vez es más frecuente encontrar especialistas en equipos de categorías semiprofesionales y amateur, donde una victoria o una derrota puede marcar el futuro de la entidad. En este sentido se ha pronunciado Fernando Villalba, psicólogo del Club Deportivo Universidad César Vallejo de Perú, advirtiendo de los muchos tropiezos que habrá por el camino.
“Nadie te lo dice cuando empiezas, pero vas a caer, te van a criticar, te van a quedar fuera del once o de la lista, vas a sentir que no avanzas, que estás dando todo, pero que no basta. Y es ahí cuando duele, cuando te dan ganas de rendirte, ahí es cuando más importa lo que decides. Porque caerse no es el problema, el problema es quedarte ahí. ¿Sabes cuántos jugadores han estado en este punto? Más de lo que crees, pero no todos tuvieron el mismo coraje para seguir”, exponía.
“Y tú, que puedes estar roto, cansado, frustrado, todavía puedes elegir levantarte. Porque si llegas, vas a saber que lo hiciste con el alma. Y si no llegas también, porque lo diste todo. Y eso, hermano, vale mucho más de lo que imaginas”, insistía. A nivel psicológico general, otros expertos como Mario Alonso Puig comparten sus conocimientos en entrevistas, conferencias y redes sociales, donde el madrileño cuenta con millones de seguidores.

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Quererse a uno mismo
“¿Por qué no nos queremos? Y la respuesta es la siguiente: no nos queremos porque no nos conocemos. Si nos conociéramos sería imposible no querernos. Es decir ‘no, no, yo sí me conozco, vamos, me conozco tanto que llevo sesenta años conmigo mismo’. Una cosa es conocerse y otra cosa es juzgarse. Los seres humanos somos muy buenos juzgándonos y muy torpes conociéndonos. ¿A qué me refiero?”, exponía.
“A nosotros, nos encanta una parte nuestra que es la que lucimos ante los demás, y escondemos aquello que entendemos que si los demás lo vieran no nos querrían. Y el problema no es que los demás no nos quieren si mostramos eso, es que nosotros tampoco nos queremos y reconocemos eso. Entonces, la única manera, etiológicamente hablando y yendo al origen, de querernos de verdad, es querernos sin condiciones. No por cómo somos, sino por quiénes somos”, aportaba.