Algún día, el FC Barcelona estrenará el Spotify Camp Nou y nadie recordará todos los engaños, medias verdades y secretos que han acompañado su construcción y lo mucho que dicen sobre el negocio del fútbol. Entre tanto, no está de más tomarse a cachondeo el asunto y transmitir todo el afecto del mundo a la junta directiva: hagan lo que hagan, digan lo que digan, cambien de opinión las veces que haga falta, la afición está y estará con ustedes.
Y si hay que esperar hasta el 2050 –siempre y cuando la pelotita entre–, no pasa nada: ¡la seguridad, senyor Pepet , es lo primero! Y lo único a qué agarrarse...
Lo peor no es el retraso sino hacer del engaño sistemático una forma de barcelonismo
El presidente Laporta ha tenido el arrojo y la ambición laudable de construir un nuevo estadio. Contra viento y marea –una coyuntura económica adversa–, Laporta se empeñó en acometer aquello que no pudieron o no quisieron hacer sus predecesores, con los que uno juraría que mantiene esas batallas de egos entre amigos y colegas que dejaron de serlo. Sí, aquella quinta kennedyana que ganó las elecciones del 2003 con una promesa, hoy sarcasmo: “Dedicaremos al Barça los mejores años de nuestras vidas”.

Imagen de las obras del Camp Nou
Y cómo eran jóvenes, tenemos altruismo y dedicación para años...
La audacia presidencial –levantar otro estadio– se ve empañada por esta forma de hacer las cosas: siempre patada a seguir, donde dije digo digo Diego y una falta de explicaciones tan elementales que solo pueden levantar sospechas. El fuego no se ve, el humo sí. Desde la elección de la firma constructora –sin experiencia en estadios– a supuestas sanciones millonarias en caso de retraso.
Con suerte, el Spotify Camp Nou estará parcialmente disponible para albergar la cuarta jornada de Liga. Vale. El club imputa los retrasos a sendas falsedades: ni el Ayuntamiento ha presentado una sola traba –más bien lo contrario– ni este tipo de grandes obras del sector privado registran los retrasos típicos de las reformas de un piso. Esto no cuela ni en la portería del señor Núñez.
Yo ya entiendo que la junta directiva del FC Barcelona es así y rentabiliza su gran acierto –la contratación de Hansi Flick– y los frutos de la Masia. Lo lamentable es que hayan hecho del engaño sistemático una forma de barcelonismo, tan narcotizante que incluso un eventual contrato con la República Democrática de Congo presentará al país africano como la Suiza de la región, ellos que tanto se rasgaron las vestiduras con el patrocinio de Qatar.
¿Tanto cuesta decir la verdad sobre la construcción del nuevo estadio y dar unas explicaciones que, por favor, traten a la afición de adulta? ¿Tan tontos nos ven?