Santiago, 2 de junio de 1962. Chile e Italia se enfrentan en partido correspondiente a la fase final del Mundial de fútbol. A los cinco minutos, dura entrada del milanista Mario David sobre el goleador chileno Leonel Sánchez. Jorge Toro empuja a David, y este le propina dos patadas. Se formó un tumulto en torno al árbitro, que aprovechó uno de los oriundos italianos, el argentino Humberto Maschio, para propinar impunemente un puñetazo al rostro de Sánchez. Apenas empezaba uno de los partidos más violentos de la historia del fútbol, recordado como la batalla de Santiago.
Para ser fieles a la historia hay que explicar que todo comenzó días antes, a raíz de la publicación en Italia de unas crónicas, escritas desde Chile, que causaron lógica indignación cuando fueron reproducidas en la prensa local. Los artículos más ofensivos los firmaron Antonio Ghirelli, en el Corriere della Sera, y Corrado Pizzinelli, que escribía en il Resto del Carlino y en La Nazione. Este último explicó que Santiago era “el triste símbolo de uno de los países subdesarrollados del mundo, golpeado por todos los males posibles: desnutrición, prostitución, analfabetismo, alcoholismo, miseria”. Y aún más: “Chile debe situarse al nivel de tantos países de Asia y África. Estos no han progresado, los chilenos han retrocedido. Este país y su gente están orgullosamente miserables y retrasados”.
En un clima enrarecido de antemano, hubo puñetazos, patadas voladoras y expulsados
El partido entre chilenos e italianos correspondía a la segunda jornada del grupo 2, que completaban Alemania Occidental y Suiza. Chile, que superó a Italia (2-0) y acabó con cuatro puntos se clasificó para cuartos de final con Alemania (5 puntos), por delante de Italia (3) y Suiza (0). Los chilenos eliminaron luego a la URSS y cayeron en semifinales ante Brasil, la campeona.
Para arbitrar un partido de tanta tensión previa se designó al inglés Ken Aston, que ya había dirigido el debut chileno, ante Suiza (victoria local 3-1). Es un caso insólito que el mismo árbitro dirija los dos primeros partidos de una selección en un Mundial. Le correspondía al vizcaíno José María Ortiz de Mendibil, pero fue recusado por los italianos, que no querían un juez de habla española.
Aunque los jugadores italianos saltaron al césped del estadio Nacional de Santiago lanzando ramos de claveles al público, la pitada fue ensordecedora. El seleccionador italiano introdujo seis cambios sobre el partido inicial con Alemania (0-0). No jugaron Lorenzo Buffon, Luigi Radice, Losi, Sivori, Maldini y Gianni Rivera. Algunos porque se negaron a jugar. Y en cinco minutos, como ya se ha explicado, la batalla estaba lanzada. Posteriormente llegó la primera expulsión, la del italiano Giorgio Ferrini, por una escalofriante entrada a Honorino Landa. En un nuevo tumulto y con el árbitro superado por los acontecimientos, Sánchez le devolvió el puñetazo en la cara a Maschio, quien sufrió fractura de la nariz. Tuvo que intervenir la policía chilena (hasta cuatro veces entró al terreno aquel día) para llevarse a Ferrini del campo. Italia se quedaba con diez jugadores y uno claramente disminuido. En un clima de constantes interrupciones, en el minuto 38 Mario David derribó a Leonel Sánchez en un lance sin especial violencia, pero entonces aprovechó para propinarle una patada al rival tendido en el suelo. Sánchez se incorporó y lanzó un puñetazo al rostro de David, sin que el árbitro interviniera. En este punto, y vista la acumulación de puñetazos certeros, hay que precisar que el padre de Leonel Sánchez, Juan Guillermo, llegó a ser campeón sudamericano del peso gallo y pluma. Apenas unos minutos más tarde, David aprovechó un balón alto para alzarse y golpear con una patada voladora la espalda de Sánchez. En el minuto 41 se produjo así la segunda expulsión de los italianos.
Con nueve jugadores (ocho y medio en realidad, con Maschio renqueante) Italia se consagró a su especialidad histórica y aguantó el empate a cero hasta el minuto 73, cuando Jaime Ramírez abrió el tanteo. En el 88, Toro colocó el 2-0 definitivo.
Tras el partido, el inglés Aston reconoció su impotencia: “No he arbitrado un partido de fútbol, era un conflicto militar”. Mario David y Humberto Maschio nunca volvieron a la selección azzurra, aunque este último, eso sí, pasó al Inter de Helenio Herrera tras el Mundial. Y Giorgio Ferrini tardó cinco años y medio en volver a enfundarse la camiseta azul.
Ken Aston
Inventor de las tarjetas amarillas y rojas
Ken Aston, el árbitro inglés de la batalla de Santiago, es también recordado por su ingeniosa iniciativa: las tarjetas amarillas y rojas para amonestar y expulsar a los futbolistas. Se introdujeron en el Mundial de 1970, y Aston, que fue el responsable de la designación arbitral en los torneos de 1966, 1970 y 1974, dijo haberse inspirado en los colores, reconocidos internacionalmente, de los semáforos. Curiosamente, no hubo ninguna expulsión en México 1970 y el primer castigado con tarjeta roja, la genial idea de Aston, llegó en 1974 y fue precisamente... un chileno: Carlos Caszely, en el partido que su selección jugó contra Alemania Occidental en Berlín.