La nueva misión de Noé

Deportes sin fronteras

El FC Noah, campeón armenio, evoca el simbolismo del personaje bíblico

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La afición del Noah FC 

REDACCIÓN / Terceros

En uno de los relatos más populares de la Biblia (libro del Génesis), Dios se harta de la maldad que hay en la Tierra (y eso que todavía no habían hecho su aparición en escena Trump, Netanyahu, Putin, Hamas y compañía), y ordena como método de limpieza un gran diluvio para que arrase con todo y haya que empezar de nuevo. Con el fin de salvar algunos elementos de su creación, encarga al fiel Noé que construya un arca en la que se refugien él, su familia y una pareja de animales de cada especie. Después de cuarenta noches y cuarenta días, el agua deja de caer y la nave reposa en el monte Ararat, que en el mundo moderno se haya en la confluencia de las fronteras de Turquía, Irán y Armenia.

Lo que no está escrito en la Biblia es que miles de años después (unos sitúan el diluvio universal en el 2348 antes de Cristo, otros en el 5.500, ya ha llovido desde entonces) un modesto equipo armenio de fútbol, el FC Artsakh, cambiaría su nombre por FC Noah (Noé en inglés) para capitalizar y divulgar la relación del país con el personaje y el monte Ararat, que aunque en la actualidad pertenece a la Anatolia turca, forma parte de la mitología nacional y su cumbre nevada es claramente visible desde la capital, Ereván, a una treintena de kilómetros.

Ningún jugador cobra más de veinte mil euros al mes, pero los alquileres en Ereván no son como en Barcelona

El club nació hace tan solo nueve años, y desde el 2019 se llama FC Noah. La pasada fue la temporada más brillante de su breve historia, haciendo el doblete (liga y copa), y pasando cuatro rondas clasificatorias de la Conference League (una de ellas derrotando al AEK de Atenas) para ganarse el derecho a jugar contra el Rapid de Viena, el Apoel de Nicosia y el Chelsea. José Mourinho popularizó la expresión de “aparcar el autobús” refiriéndose a cuando un equipo utiliza una táctica ultra defensiva, posicionando a todos sus jugadores en el área y sus alrededores. El campeón armenio “aparcó el arca” en Stamford Bridge, pero aun así se llevó ocho goles ante seguidores que habían ido a Londres desde toda Europa para el acontecimiento.

Nada humillante en perder por 8-0 (o lo que sea) ante un club que se ha gastado desde los tiempos de Abramovich miles de millones para convertirse en una potencia europea, cuando el FC Noah tiene una plantilla por la que no ha pagado ni un duro en traspasos (una especie de Naciones Unidas), y nadie cobra más de veinte mil euros al mes. Cierto que en Ereván dan para bastante, porque los alquileres no están como en el Poblenou y todavía no se han presentado los nómadas digitales para disparar el precio de la vivienda. Aunque todo llegará...

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Cuando el Barça acaba de iniciar la pretemporada y ni siquiera tiene inscritos a algunos fichajes o sabe dónde jugará los partidos de casa, el FC Noah ya ha quedado eliminado de la Champions, cayendo en la fase previa ante el Ferencvaros húngaro. Pero se trata de un proyecto a largo plazo para convertirse en la gran superpotencia y la cantera del fútbol armenio, con un magnífico estadio con capacidad para veinte mil espectadores que está siendo diseñado por una firma de arquitectos inglesa en un estilo que refleje “la herencia y la cultura del país”, y de acuerdo a las exigencias de la UEFA para albergar encuentros internacionales y de Champions League (en la que aspira a tener una presencia más que simbólica). Será un gran salto cualitativo, porque en el actual hogar del campeón -el Abovyan City Stadium- solo caben tres mil personas.

El monte Ararat ha pertenecido a Persia, a Rusia y a Turquía, siendo el punto donde convergían esos tres imperios, y desde sus 5.137 metros de altura se puede observar la maldad del mundo. Noé depositó en sus faldas ejemplares de toda la fauna del planeta, y ahora tiene otra misión: construir un buen equipo de fútbol.

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