A mí, que me registren

POR LA ESCUADRA

El fútbol es terco y burlón, material indescifrable para los obsesos del control, la métrica, la data, los protocolos, toda la batería, en fin, de medidas para someterlo. Prevalece aún su afán por contrariar a los empeñados en achicarlo, que son legión, desde el vértice de la pirámide –sus gobernantes– hasta un considerable espectro de su base, los aficionados que aceptan sin rechistar las modificaciones que afeitan el juego.

Bastó media hora en Son Moix para que se impusiera la típica dinámica del fútbol, el de toda la vida. Un gol discutido, dos expulsiones en las filas del Mallorca, tensión en las gradas y un árbitro destinado a un juicio sumarísimo en la primera jornada de Liga. Sobre esa parrilla de brasas pasó el Barça sin sufrir la menor quemadura. Ganó contra 11 y no hizo sangre cuando el Mallorca se quedó con nueve, aunque Lamine Yamal no paró hasta embocar uno de sus remates. A Flick no le gustó que su equipo aflojara. Quiere las bridas tensas.

El Barça solventó el estreno con una victoria sencilla y la vieja respuesta a situaciones liosas

Arrancó la temporada después de la pretemporada más extraña que se recuerda, un Baden-Baden para el Barça, lo mejor que podía ocurrirle a un equipo que se exprimió como un limón en uno de los años más fascinantes de su historia. Se llevó a las vitrinas Liga, Copa y Supercopa y decretó, o eso fue la conclusión general, el final de su periodo melancólico. Lo logró con un desempeño ejemplar: un fútbol imaginativo y apasionado que cautivó a los aficionados, a los propios y a los ajenos. El Barça fue un notición.

Restablecida su posición entre los jerarcas del fútbol mundial, el Barça ha disfrutado del regalo del descanso, una bicoca en los tiempos que corren. No disputó el Mundial de Clubs y perdió los millones que los saudíes repartieron a los equipos invitados, pero disfrutará de la inversión en salud que deberían de significar unas semanas al dolce far niente .

MALLORCA, SPAIN - AUGUST 16: Ferran Torres of FC Barcelona reacts after scoring his teams second goal during the LaLiga EA Sports match between RCD Mallorca and FC Barcelona at Estadio de Son Moix on August 16, 2025 in Mallorca, Spain. (Photo by Alex Caparros/Getty Images)

Ferran Torres estuvo pícaro para anotar el 0-2 en medio de la incertidumbre

Alex Caparros / Getty

Tenía miga el partido. Calor en la isla ( 30ºC) y dos equipos muy característicos. El Barça es un primor; el Mallorca, una coraza. Es resistente, difícil de desarmar, conoce sus limitaciones y aprovecha sus cualidades. Concede poco y saca excelentes beneficios de su juego sencillo, pero eficaz. La defensa es férrea, de la misma manera que la línea de mediocampistas es laboriosa y el hercúleo Muriqi un tormento para los centrales.

Antes de que el Mallorca exigiera esfuerzos extraordinarios al Barça, Lamine y Raphinha empalmaron en el primer gol. Un pase sensacional de la estrella y una aparición fulgurante del brasileño. Es una de las grandes conexiones del fútbol actual, por raro que parezca. Resulta muy infrecuente este nivel de comunicación entre extremos, pero también es cierto que no tiene sentido definir a Lamine y Raphinha como extremos. Son jugadorazos donde quieran que aparezcan.

El segundo gol anticipó los desconcertantes minutos que convirtieron el encuentro en media hora de partido. Un zurdazo de Lamine se estrelló en la cabeza de Raíllo, un central a la antigua, y el defensa quedó tendido en el suelo. La jugada continuó, sin que sonara el silbato, en medio de una sensación de incertidumbre que no afectó a Ferran. Le llegó la pelota y la clavó en el ángulo. Luego vinieron las interpretaciones: ¿debió detener la jugada el árbitro? ¿hizo lo correcto? Material para el debate, pero de eso se trata el fútbol desde el principio de los tiempos.

Este tampoco es diferente, a pesar de la grandilocuente apelación a la inteligencia artificial y todas esas zarandajas que la Federación Española se sacó de la manga para apagar el incendio que provocó el Madrid con su famosa carta contra el estamento arbitral. El Mallorca entró en crisis y sufrió dos expulsiones que noquearon definitivamente el partido, del que salió el Barça con una victoria sencilla y la vieja respuesta a las situaciones liosas: a mí, que me registren.

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