Bernardo Ruiz, el primer español que alcanzó el podio del Tour

El clasicómano

La Vuelta Ciclista a España alcanza su edición 80 y es justo rendir homenaje al genio y figura nacido en Orihuela

Barcelona (España), 24/07/1952.- El ciclista español Bernardo Ruiz, tercer clasificado en el 39º Tour de Francia, es llevado a hombros por un grupo de aficionados a su llegada a Barcelona. EFE/Pérez de Rozas

La Porxada

Pérez de Rozas / EFE

La Vuelta Ciclista a España alcanza su edición 80 y es justo rendir homenaje a Bernardo Ruiz Navarrete, nacido en Orihuela el 8 de enero de 1925 y fallecido semanas atrás, con cien años de vida a cuestas. Bernardo Ruiz es un dignísimo ejemplo del ciclismo de la posguerra española, profesional de 1945 (año en el que se adjudicó la Volta a Catalunya) hasta 1958. Ganador también de una Vuelta a España, la de 1948, y, lo que le dio más fama y beneficio económico, vencedor en dos etapas del Tour de Francia de 1951 y tercer clasificado final en la edición de 1952, el primer ciclista español que lograba subir al podio de la gran competición francesa. Nada menos que Fausto Coppi fue el ganador en París aquel año. Sólo el italiano, entonces considerado el mejor ciclista de todos los tiempos, y el belga Stan Ockers lograron completar los 4.898 kilómetros (este 2025 fueron 3.302, por comparar) en menos tiempo que Ruiz. Y por detrás quedaron figuras de prestigio indiscutible como Gino Bartali, Jean Robic, Fiorenzo Magni...

El ciclista alicantino formaba parte del equipo español (no se competía por marcas comerciales), un grupo de 8 corredores (Francia, Italia y Bélgica corrían con 12) y contó con la sabia dirección de Mariano Cañardo, una de las claves del éxito. Fue un Tour especial, en el que se situaron finales de etapa por primera vez en el Alpe d’Huez, Sestrières y el Puy de Dôme (en las tres cimas ganó Coppi). Hubo etapas de hasta 350 kilómetros. Es el mismo Tour de la legendaria foto de Bartali y Coppi pasándose un bidón en la subida al Télégraphe. Una foto con trampa, por cierto: está recortada para dar mayor protagonismo a los dos italianos. En la versión completa aparece también Ockers, a la derecha de la imagen, y justo detrás se vislumbra levemente otra bicicleta, otro ciclista. Irreconocible, tapado por los dos actores principales. Era él, Bernardo Ruiz.

Su regreso triunfal, por Granollers hasta Barcelona, repitió el esquema del homenaje al Barça de Kubala

Nos hallamos en definitiva en el mismo año en que Ernest Hemingway publicaba El viejo y el mar y en París se presentaba en el cabaret de Patachou, en Montmartre, un joven con futuro, Georges Brassens. Pero en España importaba el regreso triunfal de Bernardo Ruiz. Con un esquema similar al que había protagonizado el Barça de Kubala poco antes, tras ganar la Copa Latina en París, Bernardo Ruiz y sus compañeros se desplazaron en tren hasta Granollers, donde arrancaron los homenajes. Tras el inevitable almuerzo en la Fonda Europa, la comitiva prosiguió por carretera hasta Barcelona, con paradas y celebraciones en las principales localidades del trayecto, entrada triunfal en la capital catalana y las protocolarias visitas al gobierno civil y el ayuntamiento, incluido el saludo a los aficionados desde el balcón de la plaza de Sant Jaume.

Bernardo Ruiz era un héroe inmensamente popular y los detalles de su vida, su infancia en Orihuela y su llegada a Barcelona para abrirse camino en el ciclismo profesional, llenaban las páginas deportivas. Pero las biografías ocultaban detalles hoy conocidos. El campeón ciclista provenía de una familia represaliada en el franquismo por sus simpatías izquierdistas. Un padre agricultor que, como explica Marcos Pereda en un obituario reciente, tenía que presentarse habitualmente en el cuartelillo de la Guardia Civil. Un hermano, Tomás, que se alistó a la División Azul y salvó la vida de milagro entre compañeros masacrados por una granada soviética. Unas primeras experiencias en bicicleta para ayudar a la precaria economía de estraperlo con sus hermanos y luego la inevitable discusión familiar, entre seguir ayudando en casa o la posibilidad de ganar unas perras dando pedales. Los primeros premios conquistados decantaron definitivamente la balanza.

El ciclista provenía de una familia represaliada en el franquismo por sus simpatías izquierdistas

Era un ciclismo hoy inimaginable. Decía Ruiz en 1950 sobre las condiciones imprescindibles para disputar un Tour con dignidad: “Hacen falta tubulares, tu-bu-la-res (repite silabeando) que es el problema grave para los corredores españoles. Luego buenas máquinas, condiciones económicas, un buen director, dos masajistas, un periodista oficial que lleve nuestra campaña a la prensa española, imprescindible para nuestra moral, y que venga también una persona de prestigio que represente el pabellón hispano”.

Los éxitos en el Tour le reportaron jugosos contratos de exhibición y le solucionaron la vida. Entre sus primeros caprichos, en París se compró un haiga, que es como se señalaba en aquella España depauperada que se trataba de un vehículo de importación, a poder ser norteamericano, encargado simplemente así: “Quiero el más grande que haiga”.

Lee también

La batalla de Santiago

Xavier G. Luque
CHILE MUNDIAL DE FÚTBOL: SANTIAGO DE CHILE, 02/06/1962.- Jugadores de las selecciones de Chile e Italia rodean al árbitro inglés Ashton, quien expulsa al italiano Mario David durante el encuentro del grupo B disputado entre ambas selecciones en el Campeonato del Mundo Chile 1962. EFE.

Bernardo Ruiz era como todos los grandes campeones, y más en la posguerra: tipos de carácter recio. Duros, incapaces de agachar la cabeza. “De mucho genio”, se decía. El oriolano cumplió con el tópico. Acabó mal con su primer protector, el periodista Manuel Serdán. Luego se enemistó con Cañardo, quien planteó un ultimátum (“O Bernardo, o yo”) antes del Tour siguiente al del famoso podio. Ganó Cañardo por cierto, que la autoridad estaba muy bien valorada en aquella España. Años más tarde, con Ruiz como director del Faema, tuvo sonados enfrentamientos con Bahamontes, otro personaje de armas tomar con el que acabó a puñetazos. ¿Cómo era aquello? Ah sí. “Genio y figura...”

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...