Unidos en la tragedia

El clasicómano

Conrad Cadirat y Olga Solé perdieron la vida en dos meses en terribles accidentes

24 HORAS DE MONTJUIC. 1968#@#BARCELONA VARIOS DEPORTES - MOTOCICLISMO

Resistencia.Las motos inundan el circuito de Montjuïc en una de las ediciones de las míticas 24 Horas.

archivo

Las 24 Horas motociclistas de Montjuïc empezaron a disputarse en 1955, con el impulso de la Penya Motorista Barcelona, y alcanzaron su mejor época con la categoría internacional, puntuando para la Copa de Europa primero y luego para el Mundial de resistencia. Las imágenes de la espectacular salida, a moto parada y con los pilotos atravesando la calzada para llegar hasta el vehículo, forman parte sin duda de los recuerdos imborrables del espíritu deportivo que siempre ha cobijado la montaña mágica barcelonesa. Con motos de serie y equipos de dos pilotos (cada uno debía pilotar un mínimo de seis horas y un máximo de seis consecutivas), la competición se consolidó rápidamente en un calendario que la situaba habitualmente en el primer fin de semana del mes de julio.

Sin embargo, la competición quedó marcada también por su historia negra: los accidentes mortales que, con el incremento de velocidad que permitían las mejoras mecánicas, acabaron desembocando en la desaparición de las 24 Horas, a pesar de los esfuerzos constantes para mejorar las medidas de seguridad de un circuito tan espectacular como peligroso a grandes velocidades.

Las 24 Horas de Montjuïc, símbolo de una era deportiva de Barcelona

Entre las víctimas mortales de las 24 Horas, quizá por ser la primera y otras circunstancias que siguen, ha quedado especialmente marcado el recuerdo de Conrad Cadirat. Sucedió en la quinta edición, en 1959 (del 4 al 5 de julio). Cadirat, de 28 años, competía con Enric Palero y una motocicleta OSSA 175 4t, la número 9. En un relevo de la madrugada del domingo, aproximadamente a las 02.00, cerca de la curva de Miramar, la moto de Cadirat tocó con la de un rival cuando circulaban a unos 130 km/h. El infortunado piloto pegó de cabeza contra un bordillo y luego fue atropellado por una moto. Trasladado al hospital con varias fracturas y especialmente en la base del cráneo no se pudo hacer nada para salvarle la vida.

En las páginas del Mundo Deportivo del 6 de julio el periodista Antonio Vallugera publicó la seguramente última entrevista con Cadirat, realizada durante el transcurso de la carrera, en uno de los descansos. Hablaba de la batalla entre su marca y las Ducati, de su aspiración de acabar entre los cinco primeros y de la confianza que tenía en sus compañeros, el italiano Walter Tassinari y Juan Elizalde, que competían con la OSSA número 8 y abandonaron las 24 Horas en señal de duelo. El reportaje se acompañaba de una imagen de Cadirat en la competición, realizada por la fotógrafa de Terrassa, Joana Biarnés.

Según se detalla en el imprescindible Morts il·lustres als cementiris de Barcelona , de Jaume Nolla y Margarita Puig, los restos de Cadirat descansan en el cementerio de las Corts, donde tres placas recuerdan quién fue el infortunado piloto. La Penya Motorista Barcelona y el Reial Moto Club de Catalunya resaltan los principales éxitos de Conrad Cadirat y, en la situada en el centro, se indica: “Conrado Cadirat Baqué, 1930-1959. Caído deportivamente en la carrera de las XXIV horas motociclistas de Montjuïc el día 5 de julio de 1959”.

Por increíble que parezca, el final trágico de Cadirat tiene otro enlace luctuoso que conduce a preguntarse quién mueve a veces los hilos del destino.

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Apenas un par de meses antes, el 29 de abril de 1959, se había producido el recordado accidente aéreo de Valdemeca (Cuenca) en el que perdieron la vida los 28 ocupantes del DC3 número 42 de Iberia que viajaba de Barcelona a Madrid. Entre los fallecidos, el gimnasta Joaquín Blume, de 25 años, que se preparaba para los Juegos Olímpicos de Roma 1960 después de perderse los de Melbourne 1956 por el boicot del gobierno español. Acompañaban a Blume su joven esposa, María José Pepis Bonet, la amiga de ambos Olga Solé Hörner y los gimnastas del equipo español Pablo Müller, Josep Aguilar y Raúl Pajares. La citada Olga Solé era la prometida de Conrad Cadirat, con el que tenía previsto contraer matrimonio en un futuro cercano que nunca existió.

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