2.184 días después, seis vueltas al sol, el rey de MotoGP ha vuelto. Marc Márquez ha completado en el circuito de Motegi el “mayor regreso de la historia” del campeonato del mundo, una de la mayores heroicidades del deporte, al recuperar el trono que perdió hace seis años, tras una fatídica caída en la maldita curva 3 de Jerez en julio del 2020.
El 93 tuvo bastante con un segundo puesto en la carrera dominical del GP de Japón, ganada por Pecco Bagnaia (2.º triunfo del año), con cinco grandes premios de antelación, para asegurar su séptimo título de MotoGP y noveno mundial. El mito del 93 continúa.
La carrera de Japón, 17.ª del campeonato, ha sido solo la culminación de un año 2025 de ensueño, su 13.ª temporada en la clase reina. El perseguido fichaje por el equipo oficial Ducati Lenovo a finales del 2024 cerraba el círculo de su resurrección, tras cuatro años de calvario (2020-23) entre operaciones (cuatro), diplopías (dos), recuperaciones, una moto incapaz y las dudas sobre una retirada, que el de Cervera empezó a cerrar en el 2024 con su cambio a Ducati, al equipo satélite Gresini.
Al unirse a la Ducati roja, se conjugaba el mejor piloto con la mejor moto y la mejor estructura de fábrica. Los resultados no tardaron en llegar. En las cuatro carreras iniciales, el 93 ya recuperaba el dominio avasallador del 2019, pero con una diferencia sustancial: era un Márquez más maduro y contenido, con más gestión que intuición, con más pausa que ímpetu. “Soy diferente, ni mejor ni peor. Tengo otra mentalidad, otra experiencia. Estoy seguro de mí mismo”, admitía el pluricampeón.
Conforme pasaban los grandes premios, crecía la autoridad y la fortaleza de Marc Márquez en el liderato de MotoGP, solo discutido por su hermano Àlex, el único que fue capaz de plantarle cara y de ganarle carreras, dos, la Sprint de Silverstone y la dominical de Catalunya. El único que ha podido retrasar hasta Motegi la fiesta de coronación.
En resumidas cuentas, el 2025 de Márquez ha sido antológico, al recuperar su mejor versión del 2019, allí donde se interrumpió su hegemonía (llevaba seis títulos en siete años): ha ganado 14 de las 17 Sprints (8 de manera consecutiva), 11 de las 17 carreras largas del domingo (7 consecutivas), ha logrado 15 podios (a 3 del récord -suyo, 18- del 2019), se ha apuntado 8 poles (las 4 primeras seguidas) y 9 mejores vueltas de carrera. Sencillamente, apabullante. Magistral. Superior al resto.
La carrera de Motegi: segundo
De la prudencia y calma inicial a acabar acechando la victoria que se llevó Bagnaia
La salida era uno de los momentos más comprometidos para Marc, que tenía que salvar sin sustos. Y no se los ahorró, porque al acelerar se le levantó la rueda delantera y perdió terreno con sus rivales, pero frenó más tarde en la primera curva y entró tercero, detrás de Pedro Acosta y de Bagnaia, que salió muy bien desde la pole.
Como en la Sprint del sábado, el subcampeón italiano se escapaba en busca de la victoria, y Marc seguía al murciano para buscar la segunda posición. Àlex Márquez, el único que podía retrasar la coronación de su hermano, se mantenía en la octava posición, aunque subía al séptimo en la segunda vuelta al superar a Raúl Fernández.
Marc se lo tomó con calma, como un diésel, primero tenía que sacudirse el agarrotamiento y los nervios del momento, más mirando hacia atrás, que no se le acercase Joan Mir, que hacia delante a Pedro Acosta. Hasta que a media carrera, en la vuelta 11/24, lanzó el ataque al murciano para superarlo en la curva 3 por el interior. Ya era segundo. Tenía a Pecco muy lejos, a 3,9 segundos. Y 12 vueltas para intentar la gesta de arrebatarle la victoria. Por detrás, Àlex seguía séptimo. Su corona no peligraba.
En esa segunda mitad, Marc solo tenía que descontar los 12 giros, pero se sorprendió al ver cómo Pecco Bagnaia iba perdiendo ritmo progresivamente por problemas con su moto, que humeaba alarmantemente. Redujo la distancia de 3,9 segundos a solo 1,9, pero no quiso apretar más, no le hacía falta, y se contentó con el segundo puesto para celebrar su coronación con un grito de descarga, de alivio, de liberación, de felicidad, tras su larga travesía por el desierto.
