El chico diez. La excelencia hecha ciclista. Matrícula de honor por segunda temporada consecutiva. Cum laude de nuevo para Tadej Pogacar en el 2025. Tour, Mundial, campeonato de Europa y tres monumentos. Otra campaña para el recuerdo.
Los cuatro pentacampeones del Tour –Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain– hace tiempo que han entendido que deberán hacerle lugar a su lado en el Olimpo de la carrera francesa. Quizás en julio, en unos meses, se les sume el esloveno.
En todos los terrenos
El esloveno es el primer ciclista que acaba en el podio los cinco monumentos en el mismo año
Un poco antes, este sábado, le tocó compartir su estatus a otra leyenda histórica como Fausto Coppi, intocable para los aficionados italianos. El Campeonissimo ganó cinco veces Il Lombardia, la clásica de las hojas muertas, en octubre. Ya no está solo en el altar.
Un monstruo, el nuevo titán del siglo XXI, vino a verle, a visitarle, a acompañarle en la eternidad. El quinto Lombardía –todos consecutivos– de Pogacar es también su décimo monumento. Solo Eddy Merckx y Roger de Vlaeminck tienen más que él en toda la historia.
A los 27 años se ha hecho un hueco entre los más grandes, no solo por su número de victorias sino por sus constantes exhibiciones. En sus cuatro últimos triunfos tras llegar de maillot amarillo a París, el Mundial de Kigali, el Europeo de Ardèche, los Tres Valles Varesinos e Il Lombardia, ha entrado escapado en la meta y ha recorrido un total de 195 kilómetros en solitario en cabeza de carrera. Una barbaridad tras otra.
Hacía 50 años que un mismo ciclista no ganaba tres monumentos. Lo hizo Merckx en 1975 y en 1971. Lo que sí que nadie había conseguido antes, ni siquiera el Caníbal, es acabar en el podio en cada una de las cinco grandes clásicas. Tras la frustración de Sanremo (tercero) y Roubaix (segundo), no ha tenido compasión: primero en Flandes, en la Lieja y en Lombardía. Intratable, inalcanzable e imbatible.
Y, pese a todo, él sigue sin creerse un héroe, un mito o un ejemplo a seguir. Por la mañana, en Como, el chico diez se deshace en elogios hacia un compañero, el veterano escalador polaco Majka, que se retira. “A todos los jóvenes talentos que llegan, en el único en el que deberíais miraros es éste: Rafal Majka”, le agradece los servicios prestados.
“¿Único? ¿Yo? No. Todo el mundo puede sentirse único”, dice en la entrevista al ganador Pogacar, ya por la tarde, en Bérgamo, donde se sienta a hablar cuando aún solo han llegado nueve corredores. El resto sigue pedaleando.
Una barbaridad tras otra
En sus cuatro últimos triunfos (el Mundial, el Europeo, Tres Valles Varesinos e Il Lombardia), ha llegado escapado tras recorrer 195 kilómetros en solitario en total
Como en Kigali o en el Europeo, Evenepoel, que cambiará de equipo en el 2026, es el que le sigue en la llegada, a más de un minuto y medio. Pero el que no se lo puso nada fácil fue Quinn Simmons.
El estadounidense, tozudo e inconsciente, uno poco como su presidente, Donald Trump, del que es seguidor, prefiere ir en solitario que en compañía de Pello Bilbao, Filippo Ganna o Michael Matthews y les ataca a 80 de meta.
Cambia de equipo: del Soudal al Red Bull
Como en Kigali o en el Europeo, también es el belga Remco Evenepoel es el que le sigue en la llegada
Vestido con las barras y estrellas, con su bigote tipo Buffalo Bill, su aro en la oreja derecha y la melena rubia, tiene tres minutos a falta de 50 km de la meta de Bérgamo. Pero el UAE parece que no se pone nervioso. Para algo han llevado prácticamente a sus seis mejores ciclistas para arropar a Pogacar. Es un dream team que no se cansa de llevar el peso. Ni pueden ni quieren esconderse pero el capo no se mueve en la subida de Zambla Alta. Se ciñe al plan.
Se espera al Passo di Ganda. Allí, a 40 de meta, le toca a Majka hacer el last dance, y después a Vine, que deja el pelotón en seis ciclistas. A Del Toro ni lo necesita para lanzar su ataque. Tres kilómetros después atrapa a Simmons. No tardará en quedarse solo en cabeza. Si no es invencible, lo parece.
