Son días de ruido estridente en torno a Lamine Yamal, sobre su rendimiento futbolístico, sobre sus palabras, sobre su vida extradeportiva... Y, en medio de este estrépito, alzo la vista y precisamente veo la imagen del futbolista del Barça presidiendo con serenidad la plaza Valldoriolf del barrio de La Torreta, en la Roca del Vallès. El otro barrio de Lamine Yamal. En Rocafonda tenía familia, amigos y el fútbol de la calle. En el CF La Torreta encontró una comunidad que lo acogió como uno más y es donde jugó sus primeros partidos, tuvo sus primeros compañeros de equipo, así como sus primeros entrenadores. El mural que se pintó allí hace unos días, promovido, sufragado y ejecutado por una empresa vinculada al futbolista, vendría a ser una muestra de agradecimiento. La última, de momento, pero no la única.
El mural de Lamine Yamal en Rocafonda
El CF La Torreta, de hecho, nunca se ha desvinculado del todo de Lamine Yamal. Pero estos contactos se han intensificado en los últimos meses. Material de fútbol, camisetas e, incluso cinco entradas para el partido de Champions contra el Olympiacos de hace 10 días. Se sortearon entre los jugadores y jugadoras del club y los cinco agraciados tuvieron una experiencia en Montjuïc que no olvidarán nunca. En la Escuela Pereanton de Granollers, donde Lamine Yamal hizo la Primaria antes de trasladarse a la Masia, la acción social del delantero está vinculada al proyecto musical, tan característico del centro. Y las vías de colaboración están abiertas para equipar el aula de música, por ejemplo, o alquilar el auditorio.
Lamine Yamal lleva a cabo acciones sociales que supervisa su madre y no se publicitan
Por mucho ruido que haya, Lamine Yamal no olvida de dónde viene ni quien era antes de su eclosión en el Barça. Pero quien lo tiene más claro es su madre, Sheila, que recuerda mejor que nadie aquellos años complicados cuando su hijo era pequeño e iba a la escuela en Granollers y subía hacia La Torreta y bajaba hasta el campo de fútbol. Ella capitanea y supervisa cómo se canaliza este agradecimiento en las acciones sociales que llevan la firma de su hijo. Unas acciones que no se publicitan en ningún sitio, pero que tienen incidencia directa en el día a día de los jugadores y jugadoras del CF La Torreta y de los alumnos del Pereanton.
Quizá a Lamine Yamal le gusta ponerse bajo los focos, del ante de las cámaras, sentirse el centro de atención. Ser protagonista. Y tiene argumentos para serlo. No es fácil digerir un cambio de vida tan radical en los últimos años y lo más probable es que se equivoque y tenga que aprender. Con 18 años, solo faltaría. Sin embargo, por suerte para él, no toda su vida está expuesta ni es pública. También existe una parte más discreta, menos espectacular, que, con la intervención determinante de su madre, le permite mantener este contacto con sus orígenes. Recordar de dónde viene para disfrutar de lo que ha conseguido y decidir hacia dónde quiere ir.

